Visión Especial

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Me fui a acostar cerca de las dos de la mañana, nos quedamos conversando los tres en la cocina. Mi pez nos explicó cómo fue que Rocío lo buscó para que la ayudase en la situación con su madre, cómo él fue haciendo que la niña olvidara a su madre, poco a poco, sin quitarle su inocencia de niña, que la fuera viendo como a una extraña para que no doliera su partida. Poseidón sabía que ella dejaría a su familia, el hombre en cuestión, su amante, era un tipo con mucho dinero, separado tres veces, sin contar sus innumerables aventuras, un hombre dominante; como líder de una de las grandes empresas nortinas, le gustaba tener el control de todo, incluso de sus parejas, a las que aburría pronto con sus exigencias. Teresa se deslumbró con él, sin pensar en las consecuencias, porque el único requisito que él exigía en sus mujeres, era que no tuvieran hijos, y si los tenían, que los dejaran y que ni se les ocurriera tenerlos con él, porque no tenía tapujos ni tabúes para hacerlas abortar, no quería descendencia de ninguna otra mujer que no fuera su primera esposa, con la cual tenía dos hijos. Nadie más podía embarazarse de él, si lo hacía… estaba perdida. Era un hombre muy diferente a mi hermano. Felipe se consideraba “fome” por no hacer lo que Teresa le pedía, por ser un hombre tolerante y poco machista, su vida era su familia y a lo mejor lo que quería mi cuñada era a un hombre controlador, manipulador y millonario, porque aunque mi hermano tenía buena situación económica, distaba mucho de ser un magnate y, según ella, le gustaba viajar, conocer el mundo, tener muchas más comodidades, como si ella hubiese sido siempre con dinero siendo que mi hermano la conoció en una reunión de jóvenes católicos en un sector nada acomodado, cerca de donde vivía ella. ¿Creía acaso que un empresario millonario la iba a tomar en serio y que ella iba a ser el amor de su vida? Si fue capaz de abandonar a su esposo y a su propia hija por un hombre, ¿qué imagen estaba dándole a ese hombre? Ninguna mujer decente y con sentido común hace eso.

―Rebeca, preciosa. ―La voz de mi pez favorito me sacó de mis pensamientos.

―Lo siento, estaba pensando.

―Lo sé, preciosa, no sigas torturándote, Teresa lo iba a dejar tarde o temprano, él ya se estaba aburriendo de ella, esto es lo mejor, Felipe volverá a amar y tendrá una verdadera compañera que lo ame y acepte tal como él es y a Rocío como su propia hija.

―Gracias y siento mucho haberme enojado contigo, no debí enojarme así.

―No te preocupes, sé de tu amor por tu hermano y cualquiera en tu lugar hubiera reaccionado igual; te entiendo y te amo, preciosa.

―Yo también te amo, eres mi pez favorito.

Se echó a reír.

―Lo sé, preciosa, lo sé. ―Casi pude sentir una suave caricia en mi cabello.

―¿Cuándo volverás?

―El veintiuno de junio.

―¿No puede ser antes?

―Eso espero, pero no quiero prometer algo que no sé si podré cumplir.

―Está bien y ¿me contarás lo que has hecho todo este tiempo?

―Con lujo de detalles.

―Gracias.

Como cada noche, sentí su mano en mi cabello, acariciándolo, haciéndome dormir.

―Duerme, preciosa, duerme.

―Una pregunta más.

―Dime.

―¿Quién es Guillermo?

―Cuando sepas quién eres tú, sabrás quién es él.

―Gracias por la información ―repliqué haciéndome la enojada.

Una Tarde EspecialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora