Quisiera saber si mi arrogancia te ha hecho daño sin quererlo.
Quisiera saber si eres tú, saber si te das cuenta que lo hice por protegerte y mantenerte a mi lado.
Quisiera saber si existe todavía ese calor entre los dos. Antes de salir, me prepararé, no quiero volver a caer.
Solo quedan tus aromas a chocolate y café en el departamento esperando a que algún día regreses. Tu alma sigue aquí, esperando a ser recogida. Quisiera saber si algún día de estos vendrás por ella, porque al sentirla por las noches me mortifica y me pone en depresión, haciéndome recordar cuando éramos unos niños sin rumbo alguno, sin tantas presiones, con tanta felicidad entre los dos. Era cinco y yo era seis. Montábamos sobre caballos hechos de palo, vestías de blanco y yo de negro. Ella debía siempre ganar la pelea, seguimos así hasta este momento, en el que estamos perdidos, llorándonos uno al otro, intentando saber que pasa entre uno y el otro. Vinieron las temporadas, el tiempo cambiaron. Crecí y te llame mía. Ella siempre diría riendo: 'Recuerda cuando solíamos jugar'.
Música tocada y la gente cantó. Las campanas de la iglesia sonaron solo por mí.
Ahora ella no está y no sé por qué, hasta estos días a veces lloro. Ni siquiera dijo adiós. Ni siquiera se tomó el tiempo para mentir. Me disparó, golpeé el suelo, ese horrible sonido. Mi amada me disparó. No puedo aceptarlo.
Me salvaré de mí mismo. Es tiempo de cambiar este infierno. A veces estoy perdido, no me puedo encontrar a mí mismo. Estoy en el norte del cielo, pero cuando me doy cuenta, estoy en algún lugar del este del infierno.
