La tarde era fría y nublada en Londres, caminaba a paso lento a pesar de que tenía años en los cuales ya no usaba más su bastón pero desde ese día:
"NO SHERLOCK, NO"- cuando llegó a la escena lo único que pudo ver fue un charco color negro...como la sangre cuando tenía días de seca- "él...es mi amigo, es mi...amigo"-
Su "discapacidad" se había hecho vuelto a notar...era su culpa. A la siguiente cuadra estaba el café que Watson frecuentaba después de cualquier guardia (día, noche, turno completo) no importaba la hora, ya que era 24 horas por lo mismo de la cercanía del hospital. Al entrar el tintineo de la campana resonó por todo el lugar casi vació, era un sábado por la tarde. Dejo su chaqueta con uno de los host, el mesero le indico la mesa para dos...donde podía sentarse.
El mesero dejo el menú sobre la mesa, cuando el rubio termino de acomodarse, como siempre el rubio educado le dio las gracias. Watson era muy conocido en el lugar por sus estadías largas y solitarias en el café, esa área era su preferida por tener la vista hacía la ventana. Unos diez minutos después el mesero llego con un café para el rubio, dejando dos cubos de azúcar y la cuchara mezcladora, poco le faltaba para que dijera su nombre.
Ese día en el hospital había sido muy tranquilo pero estresante: un joven que le tenía pavor a las agujas y tenían que sedarlo para poder cocer una herida en su codo hasta casi el hombro por practicar sin protección patinaje en patineta. Era joven de unos 22 años, alto, delgado, nariz respingada, ojos azules...¡BASTA! Tenía que dejar de pensar en él todo el tiempo, el dejar esa esperanza en que algún día atravesaría la puerta del hospital y le diría:
-" Vamos Watson, deja a estos...a estas personas, tenemos un asesinato doble en el palacio de Buckingham"- o una cosa de esas pero llevaba casi tres años muerto.
El mesero llego a un rubio distraído y con el estomago envuelto a llamas por el coraje que aún sentía por la muerte de Sherlock, la tristeza y la depresión se había vuelto casi odio –del odio al amor solo hay un paso- ¿por qué tomo esa decisión? ¿por qué dijo mentira tras mentira? El era un genio , el no era un detective consultante falso, el era real, el era un humano como cualquier otro. Con principios y valores.
- Unos hot-cakes con mermelada y crema batida- ordeno el ojiazul, sabía que no se comería ni la cuarta parte de eso. Se le había quitado el hambre.
Mientras esperaba paciente pero fastidiado por si mismo observaba cada persona pasar, gracias a él se había vuelto sumamente observador, analista y atento con cada situación que lo rodeaba. Manías, síntomas, tics, reflejos, movimientos, gestos, muecas, todo.
El mesero llego con la charola llena de pedidos, dejo el plato con panes calientes, desbordados de miel, mantequilla, crema batida y en un pequeño vaso: mermelada de moras azules.
- Gracias- dio el rubio mientras tomaba sus cubiertos.
- ¿algo más que se le ofrezca?- lo miró, agacho la mirada con una sonrisa falsa.
- No, gracias, todo bien-
- Provecho- el mesero tomo su bandeja y se retiro junto con la taza del café de John
De la manera mas lenta del mundo John comenzó a cortar el pan recién hecho, hundiéndolo en todos los distintos dulces que tenía, tomó la mermelada y la colocó, siguió comiendo hasta que se detuvo en seco.
- ¿Mermelada de moras azules?- la miro atento, levanto su mirada y giro para todo lados, sentía como sus ojos se llenaban de lagrimas. Como pudo terminó su plato. Hizo una seña para el mesero quién le dejo té de limón sobre la mesa. Lo conocían tan bien que ya sabían que seguía en su menú.
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Mermelada de moras azules
FanfictionJohn no es consciente de las señales que la vida te da para que te des cuenta de algo, hasta que un mesero le deja un desayuno con un toque peculiar.