Capitulo Único

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Estaba recostado boca abajo en la alfombra plateada en medio de la sala de paredes blancas, cuatro sillones color café, una chimenea, una televisión plasma y una mesita de centro de caoba. Tenia el ceño fruncido en completa concentración (papi decia que haciendo aquello se parecia mucho a padre), mientras seguía pintando y escribiendo en aquella hoja de papel.

Tenia que salir perfecto, ya lo habian hablado hace dos dias antes y cada uno tenia su parte, y a juzgar por el delicioso aroma que salia de la cocina, podia asegurar que su padre cumplia muy bien la suya. Pero él también no se quedaba atrás, un poco más de colores por aquí y por allá y completaria la suya. Por un segundo volteó la cabeza a su izquierda y su mirada se topó con aquella lechuza blanca de peluche, sonrió, le habia gustado mucho y no habia podido evitar pensar que a papi también le gustaria por eso su padre la compró, después de que insistiera mucho por unos diez minutos.

Con siete años era un niño muy listo, astuto e inteligente, eso decian sus padres a menudo y también el resto de su familia por lo que inflaba su pechito con orgullo al escuchar los halagos, su padre lo observaba satisfecho y papi solo rodaba los ojos y sonreía mientras decia que aquello era muy Malfoy.

Le hacia reír el ver como la leve sonrisa de padre desaparecía de sus labios y observaba mal a papi. Rió un poco ante el recuerdo y espabilándo un poco siguió con su tarea, no queria que papi bajara de sorpresa y los antrapara con las manos en la masa como escuchó esa vez en una película que veían en la sala.

Tomó el color verde de sus crayones y despacio coloreó esas pequeñas zonas que tenian destinadas a llevar ese color, un poco más, otro poco por allá y...

— ¡Listo! —gritó de emoción al ver su creación terminada, a los segundos abrió los ojos espantado y se cubrió su boquita con las manos volteando en dirección a las escaleras.

Nada.

Uff, que cerca...—pensó aliviado, por un segundo habia olvidado que no podia hacer ruido.

Sonriendo recogió la hoja del suelo y la enrrolló con cuidado para después, con un listón dorado y rojo, amarrarla en las patas de la lechuza de peluche.

Bien, su parte estaba hecha. Se levantó del suelo y en sus manos sostuvo su adorado tesoro mientras volvia a ver en dirección a las escaleras, aun nada. Estaban de suerte de que aquel día fuera sábado y su papi durmiera un poquito más, les convenia esa vez no despertarlo, por eso no podian hacer mucho ruido, los sentidos de su papi estaban siempre alerta algo que era muy normal ya que trabajaba como auror, o eso decia padre.

Volvió su mirar al peluche entre sus manos, preguntándose de nuevo el por qué padre no quizo comprarlo hasta que le insistió mucho, casi hizo un berrinche en pleno callejón. Pensó que no lo habia notado, pero su padre decia que era muy listo y por ende no sabia porque suponia que no se habia dado cuenta de que no queria comprarlo...

O quizás era porque...—pensaba haciendo un ligero puchero con los labios mientras tenia el ceño fruncido, después de unos segundos abrió los ojos al pensar que...— ¡Él queria dársela!...¡ja! Pues lástima, yo la vi primero. —Se decia mientras una sonrisa marca Malfoy adornaba sus labios, no todos los dias le ganas en algo a tu padre.

Sin abandonar la sonrisa observó el cuadro que estaba encima de la mesita de centro, una foto familiar.

En ella aparecian los tres, su padre del lado izquierdo sonreia con su mirada plateada mientras su rostro era serio, su cabello rubio estaba atado en una cola baja, vestia una formal túnica negra, tenia una mano el la cintura de papi y la otra posada en él, en su hombro izquierdo; su papi sonreía ampliamente, sus ojos verdes esmeraldas brillaban como dos estrellas (o eso escuchaba decirle padre a veces), su cabello indomable azabache le daba un aire algo rebelde pero se veía bien, llevaba una túnica azul oscura, tenia una mano en el brazo de su padre y la otra en él, en su hombro derecho. Por último estaba él, su hijo, colocado en medio de ambos sonriendo feliz a la cámara, sus cabellos rubios estaban hacia atrás (igual que su padre de niño, o eso decia papi) y sus ojos verdes como papi mostraban orgullo y felicidad, llevaba una túnica negra como su padre y como ya lo habia mencionado sus padres lo sostenian de sus hombros. La fotografía se movia, como era normal, con ellos en aquella posición viéndose felices, era su foto favorita.

— Scorpius.

Scorpius volteó encontrándose con su padre en el umbral de la puerta, tenia una charola en sus manos donde se podian ver un jugo de naranja, unas rodajas de pan, tostadas a la francesa y un plato con huevos y tocino, también habia un pequeño florero donde habian unos lindos lirios, los favoritos de papi. Sonrió, su padre jamás cocinaba, lo hacia papi, pero para ser esa una de las pocas y raras veces, el desayuno no se veía nada mal.

— ¿Terminaste? —preguntó su padre.

— Sí.

— Bien, entonces hay que subir, no perdamos tiempo. —dijo mientras volteaba y comenzaba a subir las escaleras.

Tenia razón, no habia tiempo que perder. Subió detrás de su padre, siendo sigiloso con sus pasos y sosteniendo fuerte el peluche en sus manos. Llegaron a la habitación y Scorpius la abrió lentamente para entrar y dejar pasar a su padre con la charola, ambos se acercaron a la cama donde papi dormia placidamente.

Escuchó a su padre suspirar, trató de no hacerlo perceptible pero en el silencio de la habitación no lo logró, Scorpius rodó los ojos, dejó en la mesita de noche su peluche y con una sonrisa divertida que compartió con su padre, se lanzó a la cama de un salto.

— ¡Felíz Cumpleaños! —gritó a todo pulmón.

Papi despertó sobresaltado y al enfocar bien su mirada logró distinguirlo, seguía felicitándolo y brincando, papi rió y Scorpius dejó de saltar para abrazarlo siendo correspondido de inmediato.

— Feliz cumpleaños cielo. —dijo Draco mientras le pasaba sus gafas y le daba un beso.

Scorpius hizo una mueca y ambos adultos rieron.

— Te trajimos el desayuno. —dijo el pequeño sonriendo de nuevo.

— Vaya, esto sí es una sorpresa —dijo Harry al recibir la charola de las manos de su esposo.

Draco lo miró mal haciéndolo reir, el rubio sonrió, amaba ese sonido.

— Este es mi regalo —dijo emocionado Scorpius mostrándole el peluche.

Draco observó preocupado y atentamente la reacción de Harry, éste sostuvo la lechuza con extremo cuidado, sus bellos ojos se pusieron acuosos pero no derramó ninguna lágrima, sonrió con melancolía y después posó su mirada en su hijo.

— ¿No...no te gustó? —preguntó con temor, no habia esperado que papi se pusiera triste.

— Al contrario cariño —dijo Harry mientras lo abrazaba con fuerza y le daba un beso en la cabeza.— Me ha encantado.

Scorpius respiró aliviado, se habia asustado por un segundo. Draco soltó el aire que no recordaba haber retenido.

Maldita guerra —pensó con pesar.

— ¿Ves lo que trae en sus patas? —la voz de su hijo lo trajo de nuevo a la realidad.

— ¡Una carta! —dijo Harry sonriendo enternecido y divertido, tomó la carta y la abrió con cuidado.

¡Feliz Cumpleaños Papi!
Eres el mejor papi del mundo, cocinas rico, me lees cuentos (aunque a padre no le agrade mucho que sean muggles), me gustan mucho tus abrazos, son cálidos, te quiero mucho papi y siempre estaré para protegerte cuando padre no esté, no te preocupes.

Te ama con todo su corazón, Scorpius.

Adjunto a eso estaba una dibujo hecho por Scorpius de ellos tres, Harry sonrió con ternura y su corazón se llenó de felicidad y amor. Abrazó a su hijo y le dió muchos besitos, lo que hizo reír al rubio menor que disfrutaba de los mimos de su papi.

— Bueno, Scorpius hay que dejar que papi disfrute de su desayuno. —dijo Draco sonriendo ante la escena que veía.

Harry no comió solo, entre los tres compartieron el desayuno sorprendentemente delicioso de Draco, rieron, recordaron momentos que compartieron los tres, incluso charlaron de cuando Scorpius fuera a Hogwarts.

Scorpius supo que todo su plan habia resultado de lo mejor, estaba sentado en la sala mirando la televisión, sus padres estaban en la cocina hablando de las visitas que tendría su papi ese día, escuchó a éste reír por algo que habia dicho padre y el pequeño rubio sonrió ampliamente.

Misión Ultra-Super-Especial cumplida. —se dijo mientras sonreía satisfecho, se acomodaba en el sofá y seguía viendo la televisión.

Una Misión Ultra-Super-EspecialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora