Único

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JongDae estaba caminando en el centro comercial, intentaba buscar el regalo de navidad para su hermosa madre; pero aquella era misión imposible.Su progenitora era la persona más complicada que había llegado a conocer.

Gracias a los 19 años de21 que había convivido con aquella mujer bateaba hacia el equipo contrario.No lo mal entiendan, su madre era la mujer más bondadosa, respetuosa, correcta, humilde y cariñosa del mundo,y cada uno de esos valores se los había inculcado desde pequeño ,pero tenía una personalidad perfeccionista y muy, muy directa, si algo no le gustaba te lo diría sin titubear.

Por ende JongDae no sabía que regalarle a la mujer que lo había traído al mundo. En su exhaustiva búsqueda diviso una pequeña pero acogedora cafetería. Su estomago gruñó.


Tenía hambre


A decir verdad no había desayunado antes de salir de casa y si, su estomago le estaba pasando factura por ello. Se aproximó a la puerta de la cafetería y al traspasar la puerta color caoba el sonido de una campanilla se hizo presente anunciando la entrada de un nuevo cliente.

JongDae avanzò a una mesa,ubicada al lado de una ventana que permitía ver el panorama de la ciudad.Se acomodò en el haciento y no mucho después un camarero se acercó.


—Bienvenido a Sugar Overduse ¿qué desea ordenar?—Pregunta el chico amablemente con una sonrisa que dejaba al descubierto unos hoyuelos en cada mejilla, que desde la perspectiva de JongDae era muy tierno.


—Quiero...—dice mientras le pega una ojeada a la carta—un tiramisú con un café caribeño, por favor. —El chico asiente mientras escribe la orden en una libreta.


—En unos minutos su orden estará lista—Para después alejarse de la mesa.


Los ojos de JongDae empezaron a deambular por el lugar hasta que los mismos captaron una figura al final del café.


Hermoso


Fue la única palabra que apareció en su al ver a aquel ser que yacía detrás de la caja registradora operándola, era un chico de castaños cabellos, mejillas regordetas y labios pequeños y finos.

Era la persona más perfecta que sus ojos hayan podido captar. De un momento a otro, el chico al parecer percibió su mirada ya que sus ojos chocaron con los suyos ojos.

JongDae se fue lentamente a la mismísima mierda, en el mismo instante que aquellos orbes negros chocaron con sus castaños. Esos hermosos ojos, que como agujeros negros parecían estar atrapando y succionando su alma poco a poco. El chico apartó la mirada y miró hacia otro lado mientras su cara se tornaba de un color rosa brillante, en este punto creía que ese chico era y sería la cosa más tierna que vio y verá en toda su vida.

No mucho después el chico que lo estaba atendiendo minutos antes volvió con su orden y la puso sobre la mesa.


—Gracias... Lay— Dice mientras leía el nombre que aparecía en la plaquita plateada de su uniforme, que hasta el momento no había notado, y le dirigía una sonrisa.—¿eres chino?


—Así es señor, pero resido en corea desde hace 3 años.


—Lay, ¿te molestaría decirme el nombre de aquel chico?— mientras señala al chico que se encontraba detrás de la caja registradora.


— ¿quién...?¿Xiumin?—Dudó mientras veía hacia atrás, a su lindo amigo.


—El de mejillas regordetas detrás de la caja—se encontraba perdido en ese chico;y no quería que lo encontraran, joder.


—Xiumin—Confirmó asintiendo.


—Nuevamente gracias, Lay—El chico le regalo una sonrisa mientras se retiraba con una venia.


JongDae vio al chico irse sonriente y cantarín, era un chico agradable, se dijo.


—Xiumin... — Se repitió como saboreando el nombre en sus labios, hasta eso era hermoso en él.


Degustó su desayulmuerzo pensando y divagando acerca de aquel chico y su belleza, viendo a la nada; sin percatarse que los ojos que tanto lo habían atrapado lo observaban discretamente desde el otro lado del local.

Al terminar tomo una servilleta y se dispuso a escribir un mensaje para su lindo mejillas regordetas. Al terminar se levantó de su asiento y se acercó a la caja registradora a paso seguro mirando al frente, directamente a portador de los agujeros negros hasta que estuvo frente a esta.


—Buenas tardes, ¿desea cancelar su orden?—Preguntó Xiumin viéndolo a través de la cortina de pestañas encima de sus ojos, y JongDae tuvo que contenerse a no gemir con aquella angelical y melódica voz que salió de esa hermosa boca.


Tardó unos segundos en recomponerse, y estaba totalmente seguro que si hubiese venido acompañado de JongIn como había pensado en en principio el maldito estuviera retorciéndose sobre un asiento de aquella pequeña cafetería porque pareces un crío de secundaria a punto de venirse en sus pantalones al ver a un chico caliente, y si hubiera sido el caso no estaría equivocado, mierda.


—Si, por favor—Viendo como este asentía y se disponía a hacer funcionar la caja mientras en sus mejillas se arremolinaba un sonrojo.


Después de pedirle el valor de wons correspondientes, JongDae se lo entregó con su característica sonrisa gatuna encimando la servilleta en la cual había escrito anteriormente y  pasó desapercibido por el rubio hasta el momento que le de volvió el cambio.


—Esperamos que haya disfrutado de las delicias de Sugar Overdose y sean de su agrado, vuelva pronto. —Cito con una sonrisa tímida bailando en sus labios, la cual él correspondió encantado.Con un guiño se dio vuelta en dirección a la puerta acampanada con un pensamiento predominando sobre todos los demas.


Por supuesto que volvería.


Xiumin por otro lado veía al extraño pero lindo cliente alejarse, rápidamente dirigió su vista ala blanca servilleta doblada que encontró junto al dinero y se dispuso a ver que contenía.


Lindos ojos, mejillas regordetas.

Kim JongDae


Inmediatamente se sintió caliente hasta las orejas, y sabía de por sí que estaba más rojo que un tomate, pero eso no quitaba la sonrisa que estaba pintada en sus labios gracias a aquel apuesto chico, que lo había cautivado desde el primer momento en el que entro por el umbral de la puerta, sonando la campanilla.


Ojalá vuelvas pronto,Kim JongDae

Vuelva Pronto | ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora