«Me tenías, aunque yo no quisiera, aunque lo negara, me tenías.
Me tenías, cada vez que te sintieras sin nadie en quien confiar.
Me tenías, para guardar todos tus secretos y tus debilidades, tus pensamientos y tus curiosidades.
Me tenías, para hablar cuantas noches quisieras.
Me tenías, como alguien que se reía de todos tus chistes, aunque no fueran graciosos.
Me tenías, remandote cada conversación y preocupandome por si estabas bien.
Me tenías, si querías hablar de tus más profundos errores, tus caídas, tus levantadas, para escucharte hablar sobre lo que hiciste hoy, ayer y lo que vas a hacer mañana.
Me tenías, si querías que vea lo que dibujabas, si querías leerme lo que escribías, o si querías que escuche lo que tenias para decir.
Me tenías, si necesitabas a alguien a mitad de la noche que te llame para levantarte el ánimo de la forma que sea.
Me tenías, demostrandote que te quería todo el tiempo.
Me tenías, para debatir sobre por qué mis chistes son tontos o para debatir sobre política aunque no supiese mucho.
Me tenías, para pasar las horas hablando de algo, así fuera lo más insignificante que pensaras, yo iba a estar ahi, leyendo todo.
Me tenías, para hablar sobre la muerte de tu padre y lo mucho que lo extrañabas.
Me tenías, para reírnos a carcajadas de cosas que nunca íbamos a olvidar.
Me tenías, imaginando sobre si algún dia nos conocíamos, qué íbamos a hacer, qué reacción tendríamos y qué tan fuerte serían nuestros abrazos.
Me tenías, para llenarte de amor, de ese que te faltaba.
Me tenías, para todo. Por más peleas que tuviésemos, por más celos que se encontraban en el medio o personas que tal vez me hacían dudar muchísimo, ahi estaba yo, entregando todo de mí, lo bueno y lo malo trataba de dejarlo a un lado por si llegaba a lastimarte.
Me tenías siempre con, por y para vos.
¿Sabes donde más me tenías? Lejos, muy lejos. Esa era la única desventaja, que éramos dos que se querían pero estaban a muchos kilómetros de distancia.
Y eso dolía, más que cualquier indiferencia que hayamos tenido, más que cualquier pelea, más que cualquier persona que estuviera en medio, más que los celos, dolía.
Así y todo nunca me aleje de vos, traté, pero no pude. Créeme que traté, pero no lo conseguí.
Escuché miles de consejos, cansaba a las personas hablandoles de vos y de lo mucho que te quería, hice todo lo que me dijeron, traté de olvidarte, de distraerme con otra cosa, de pensar en mí, te busqué en otros chicos, pero nunca encontré nada. Lloré, grité y volví a estar bien. Y así pasaban los días sin vos, horribles. Con insomnio por las noches y nostalgia en el día.
Es desbastador que lo único que alegraba mis días, lo único que en serio me hacía bien, nunca lo tenia cerca, y ahora, mucho menos.
De vez en cuando tenía días en los que había una de las 200 cosas que me salía bien, y en la primer persona que pensaba en contárselo eras vos. Y si algo malo pasaba, también eras vos en la primer persona en la que deseaba refugiarme, y escuchar, por lo menos un "todo va a estar bien" aunque no lo esté, era escuchar tu voz y tranquilizarme por un rato.
Me torturé muchísimas veces preguntándome en si estaba haciendo algo mal, si pensabas en mi como yo en vos, si les contabas a tus amigos sobre mí, si yo era igual de importante para vos y no una chica más, si me querías como yo te quería, si te hacía bien como vos me hacías, si estabas igual de loco por mí que yo por vos.
Y si en algún momento estaba feliz sin vos, me encontraba sola. ¿De qué sirve ser feliz si no tenés nadie con quién compartir esa felicidad? Y cuando todo estaba mal, eras la persona que me hacia olvidar de que todo era un desastre, de que yo era un desastre.»