Capítulo 1.

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Mira a su alrededor y sí, despertaba solo nuevamente. No era la primera vez que lo hacía en la semana, pero no le era extraño, porque no era la única semana que pasaba. Estaba seguro de que últimamente despertaba más veces solo que con él a su lado. Y cuando lo hacía, el olor a alcohol, cigarrillo, o algún otro tipo de droga era lo primero que podía percibir, porque ya no era como antes, ya no había los "buenos días" "¿cómo amaneciste?" "Duerme un poco más". No, definitivamente ya no los había. Ahora solo había refunfuños cuando intentaba despertarlo o hacía algún ruido sin querer mientras se preparaba para ir a la universidad, y el olor a un perfume que no era el suyo. Lo sabía, estaba engañándolo, y se había prometido semanas atrás a sí mismo y a él, que si eso continuaba, lo dejaría, pero no lo había hecho a pesar de que todo continuaba igual. No, era peor con cada día.

Cuando todo empezó se molestaba y le gritaba, pero ahora incluso había recibido algunos golpes de su parte, y él continuaba ahí, sumiso a la voluntad de la persona que amaba, y eso mismo odiaba, odiaba amarlo tanto, porque si no lo hiciera lo hubiera dejado desde la primera noche que lo engañó, la primera noche que durmió solo, únicamente para verlo llegar a la mañana siguiente todo desaliñado, con olor a un perfume que ahora conocía muy bien. Era el mismo perfume de siempre. Si alguien pasara toda la semana a su lado, pensaría que era el perfume que él usaba, pero no era así, era el perfume de la persona que se lo estaba quitando, de aquella persona que había empezado a odiar sin siquiera conocer.

Ya no lo soportaba. No soportaba despertar solo y recordar que su amado estaba con otro.

Deslizó las mantas lejos de su cuerpo y se dirigió al baño, necesitaba aclarar su mente, la decisión la había tomado, el único problema era que no encontraba la fuerza para ejecutarla. Creía en sus mentiras de "será la última vez", "estaba ebrio", "pensé que eras tú". Sí, claro, como si él fuera a utilizar un perfume que parecía tener una etiqueta de "estoy disponible esta noche, pasa por mi cama", porque para él eso significaba ese perfume, pero lo reconocía. Había olido aquella fragancia antes, cuando buscaba un perfume para regalarle cuando tan solo llevaban un mes de vivir juntos. Le había gustado, pero no la compró porque era demasiado costosa, comprando una fragancia más económica parecida a la que su chico solía usar.

Su mente parecía gritar "hazlo ahora, es tu momento", y era su momento, tenía todo a su favor. La primera y única vez que se atrevió a intentar dejar la casa, él se encontraba ahí, lloró, suplicó que no lo dejara. Su amor y fuerza de voluntad débil le hizo ceder, pero ahora era distinto, estaba solo y cansado de solo recibir las sobras, porque antes su amante era quien las recibía, pero ahora era él, sí, porque lo veía escaso tiempo, ya no hablaban y cuando lo hacían terminaban discutiendo.

Terminó de bañarse y se colocó enseguida la ropa. No secó su cabello, simplemente salió del baño y se dirigió a uno de los armarios. Sacó una de las maletas que necesitaría. No ordenó su ropa, solo la colocó una sobre otra esperando poder guardar toda. Volvió al baño tomando sus cosas, y colocándolas de igual forma.

Cerró la primera maleta llevándola hasta la entrada de la casa, y volvió. Tomó su demás ropa y la guardó en su otra maleta, tomándose un poco más de tiempo para dejar la ropa de pareja que habían compartido, porque estaba dispuesto a olvidarlo. Cerró la maleta con dificultad, aunque era pesada la dejó al lado de la otra.

Continuó hasta su cuarto de estudio, como le llamaban a pesar de ser una simple habitación, pero lo llamaban así porque únicamente él la utilizaba. Tomó sus cuadernos y colores dejando todo lo que podía dentro de otra maleta.

Observó las pinturas, podía recordar cada una de ellas. Tomó aquella del gato de sus padres y la guardó junto a las demás cosas, porque sería la única que se llevaría, después de todo, fue su primera pintura, y las demás le recordaban a él y, ahora comenzaba a dudar al recordar a sus padres, ¿a dónde iría? No podía volver con ellos, se lo advirtieron cuando dejó la casa, y sabía que no sólo era una amenaza, en realidad él no podía volver porque sus padres siempre le advirtieron de que no duraría, que no era eterno lo que sentían como ellos juraban, y no se equivocaron, porque por eso ahora él se encontraba empacando sus pertenencias.

Retazos de amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora