Las esperanzas de Thorberg empezaban a caer precipitadamente. Los Skargeins ganaban cada vez más terreno y todos los esfuerzos para evitarlo acababan en fracaso. Empezaba a considerar la posibilidad de resguardarse dentro del castillo, pero, para él, esa era lo mismo que la derrota. No podía darse el lujo de perder, esto no era una batalla, sino más la culminación de una guerra. Rendirse no era una opción, no serviría de nada más que entregarse en bandeja de plata.
La impotencia que sentía Thorberg al no poder evitar la masacre frente a sus ojos lo carcomía por dentro. Sus soldados no tenían oportunidad, como si de una oveja en medio de una manada de lobos se tratara. Rezaba a Thor para que les diera la fuerza necesaria para vencer, pero el dios ignoraba sus plegarias. –Mi esposa diría que no las ignora, sino que está haciendo lo que está en sus manos para ayudarnos- se dijo el rey con ironía. Entonces, como si el dios del Trueno estuviera escuchando su monólogo con fascinación, un trueno se escuchó potente, superando por un instante el fervor de la batalla. El cielo nocturno se iluminó e inmediatamente después un potente aguacero cayó sobre Kergënven. La lluvia caía de forma torrencial, bañando todo lo que estaba a su alcance.
El frío que Thorberg había ignorado hasta el momento se volvió de súbito insoportable. Se metió a la torre para evitar el agua y siguió comandando la batalla desde dentro.
Unos criados prendieron una fogata en la chimenea y le preguntaron algo al rey tímidamente, pero éste ni se inmutó. Observaba con fascinación la guerra desde la ventana.
El fuego que hace unas horas había estado consumiendo las casas había cesado, y lógicamente los Skargeins no estaban próximos a prenderle fuego a ninguna parte de la ciudad por el momento. –Al menos esa es una cosa menos de la cual preocuparse- pensó, un poco más animado.
La guerra se veía más lenta y los gritos se habían callado por completo. Los Skargeins, que no estaban tan acostumbrados a semejante frío, empezaron a experimentar una fatiga extrema que les lastimaban los pulmones. El agua volvía sus armaduras más pesadas y al objetivo más resbaladizo.
Los truenos intimidaban a los enemigos, los cuales sin lugar a duda, entendían que los dioses no estaban de su lado, mientras que el bando de Kergënven lo veían como una señal, que les daba fuerzas para seguir luchando pese al cansancio.
Thorberg entonces vio un atisbo de esperanza y empezó a vociferar órdenes de contraataque mientras veía que las tropas hostiles flaqueaban. No podía dar crédito a sus ojos, lo estaban consiguiendo, tal vez... solo tal vez...
Sin poder evitarlo, el rey soltó una alegre carcajada y agradeció a los dioses como nunca, besó la frente de un pequeño criado que se encontraba cerca y salió al exterior.
El ruido de las gruesas gotas de lluvia y el viento dominaban la intemperie.
-Primero la música, después gritos de guerra y ahora agua- pensó al recordar el sonido que vencía a los demás en un determinado momento de la noche.
Miró el horizonte con una sonrisa de oreja a oreja. El mar estaba tremendamente agitado. Gigantescas olas azotaban con fuerza las Kalergs, las cuales se mecían pese a su gran tamaño.
-Esto complicará la retirada de los Skargeins y anulará cualquier intento de refuerzos- comprendió alegremente.
La batalla había tenido un giro inesperado y ahora todo estaba caminando de maravilla para Thorberg.
Pero, al hacer una segunda mirada al mar, se percató del peligro que su esposa y su hijo correrían en tan revoltosa tormenta.
La sonrisa que lo acompañaba desapareció de golpe y sin dar paso a ningún otro sentimiento más que una auténtica preocupación, el rey ordenó que se evitara a toda costa que el Drakkar de su esposa zarpara de Kergënven... si es que no lo había hecho ya.
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Thorberg, Rey de los Vikingos
FantasiaThorberg, Rey de los Vikingos es una historia de fantasía épica que habla sobre los sucesos de la Guerra de los Drakkars, batalla que definió el destino de los reinos vikingos nórdicos. La historia comienza con la celebración del nacimiento del prim...