Siete

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Era un día común, como todos los que he vivido estos últimos diecisiete años, o tal vez dieciséis, la verdad ya perdí la cuenta, desde que comencé mi vida escolar siempre es lo mismo, los horarios de mi papá y las malditas dietas de mamá. bueno, como sea, todo es siempre lo mismo en primaria, levantarse en la mañana tener buenas notas, hacer tareas y dormir, los mismo en secundaria y preparatoria. ahora en la facultad no sería diferente, siendo sincero no podía quejarme, tampoco es tan aburrido, tengo amistades, se puede decir que también me se divertir pero soy mas casero que fiestero.

Había comenzado mi carrera en relaciones públicas y turismo hace un par de meses. fue un alivio poder salir de casa al fin ya que por mi condición era difícil seguir ocultando lo que de verdad soy, mi homosexualidad no es algo que me avergüence pero si es algo con lo que debía ser discreto y sobre todo con mis padres, primero me matan antes de dejar que su único hijo sea un "marica", aun pienso que aunque me esfuerce en ocultarlo mi madre tiene sospechas al igual que mi padre, y es algo que jamás hubiera notado si una de mis mejores amigas no me lo hubiera dicho

Aun puedo recordar ese momento en el que sentí un pequeño peso se me quitaba de la espalda.

—Sabes, no se porque pero tu tienes algo raro —me dijo ella acariciando su mentón con lentitud —no sé de qué hablas siempre he sido igual desde que me conoces —en cierta forma me sentí acorralado, podía presentir lo que me diría —no es tu apariencia, es más tu comportamiento... tus expresiones... tu lenguaje corporal —dentro de mi estaba queriendo huir y que la tierra me tragara, ella seguía mirándome desde las puntas de los pies hasta la coronilla —eres gay ¿verdad?

—Claro que no... ¿que te hace pensar eso?

—Siendo sincera se te nota a distancia, a veces hablas como niña, hasta te para como bailarina de ballet —no pude evitar sentirme avergonzado, yo ni siquiera notaba que hacía todas esa cosas —¿en serio se nota tanto? —mi amiga sonrió y se mordió el labia asintiendo lentamente, yo me cubrí la cara por la vergüenza, por un momento sentí que me había perdido a mi amiga y sin pudor alguno comencé a sollozar —te doy asco ¿no es cierto? — pude escuchar una sonora carcajada de su parte, me temí lo peor —eres tonto, somos amigos, y no porque seas gay dejaremos de serlo —puso sus manos sobre las mías y las quito de mi cara —no tienes porque sentirte mal... no es tu culpa que te guste la verg...

—¡Ya!... ya entendí

—Y... ¿eres el muerde almohadas o el sopla nucas? —mi amiga se cubrió la boca para evitar reírse, no pensé que fuera a ser tan fácil confesarle eso a mi amiga, por el comentario, debo admitir que me reí y me sonroje —soy el pasivo —dije en un susurro intentando que no escuchara pero no lo logre —¡¿eres el pasivo?! —moví la cabeza de arriba a abajo cubriendo mi cara de nuevo —y ¿como lo sabes? ¿ya te dieron? ¿ya no eres virgen? ¿se la chupaste? ¿te lubrico? ¿usó condón o se vino dentro? —cada pregunta era más vergonzosa que la anterior y por tonto respondí todas, ella no podía aguantar la risa, pero yo también me reía, en cierta forma el que ella supiera mi secreto me libero.

Después de eso la relación con ella mejoró mucho, no cambió su actitud para conmigo, pero odia sentir que podía confiar en ella y ella confiaba en mi. a partir de ahí comencé a salir a fiestas con más amigos, y pasó poco tiempo para que fuera de casa fuera yo mismo, con toda la homosexualidad posible, obviamente sin exagerar.

Y bueno, aquí estoy ahora en el enorme salón de la universidad escuchando al profesor, soñando despierto imaginando un mundo donde mis padres no son tan idiotas y donde no estudio algo que no me gusta para no ser una decepción, como mi madre decía "debes asistir al colegio, ¿que diría la familia si eres un fracasado?" ay mamá yo me pregunto qué dirías o harías tú si te digo que soy gay.

Diez y Siete... DiecisieteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora