Perdóname, me he dado cuenta que no puedo sepultar mi voz con un puño de tierra.
Hay palabras que se agotaron al alta mar de los besos que faltaron por encriptarse dentro del lugar en el que nunca estas, y aún así ahí estás acechando con esa mirada tuya dueña de quien la haga vibrar al ton y son de tus pulsos, que se exhiben en el cuarto menguante de tu espalda, autoproclamandote como mi ciencia más exacta.
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Noches sin luciernagas
ŞiirSólo poemas que tal vez mañana no tengan sentido Para ti... Mi amante de letras.