Ideas perdidas en un mar de turbulencias

19 0 0
                                    

Te odio, me odio. Nos odio
Te amo, me odio.
¿Cuándo es mi turno para amarme? A este paso nunca.
Tengo hambre. El olor me atrae y me repugna, las vistas me tientan pero me castigo. Me voy a la cama con la tripa rugiendo y soñando con un escenario en el que no me vuelvo a despertar. Quiero quedarme en la cama, en un sueño eterno, pero deseo levantarme y vivir.
Siento demasiado, pero estoy entumecida. ¿Estoy entumecidad? Pues es hora de hacer que sienta, pero la única manera de sentir es infringir dolor. Pues abrazo el dolor y me obligó a sentir lo único que me es fácil inflingirme.
Siento demasiado, todo me duele. Mis pensamientos, las miradas de extraños me hieren la piel. Los susurros a mis espaldas me hacen sentir miedo, sus risas despiertan mis deseos de huir y esconderme bajo las sábanas de mi cama, ¿porqué he salido de mi casa? Me duele todo, el dolor en mi interior es tan fuerte que estoy entumecida. Pero me obligo a que mi cerebro se entumenza aun más con cosas que me prometí nunca probar.
Hago cosas que juré nunca hacer. Pero las hago, y aunque luego me arrepiento pero eso da igual. En este momento me siento bien, y eso es lo que importa.
Ahora soy feliz, creo que puedo hacer cualquier cosa y que las consecuencias nunca me pillaran. Siempre estoy un paso por delante de ellas.
Ahora estoy triste, una rabia sin sentido fluye entre mi piel y músculos. Es incomoda, no sé vomo deshacerme de ella. La rabia es demasiado poderosa, me controla pero me da igual. Esta sale a borbotones por mi boca como sode veneno se tratase. Nadie está a salvo. La gente que amaba ahora es odiada. Me da igual herirlas, si consigo dañarlas me siento orgullosa. Si me dan la espalda y se alejan ne da igual.
¡No te vayas! ¿Porqué me has abandonado conmigo misma? Mis palabras estaban vacías, ¿porqué no me crees y te quedas a mi lado? Quédate, pero no lo suficientemente cerca para tocarme. Tocame pero a una distancia lo suficientemente prudencial.
Odiame como yo te odio a ti por ver la realidad de otra manera, pero nunca dejes de amarme. No te vayas. Porque si te vas, me derrumbaré en ese mismo instante.
Alejate, no me dejes. No me dejes pero alejate. ¿Qué era lo que quería?
Tengo conversaciones conmigo misma, se lo que te quiero decir porque he estado horas recitandolo en mi cabeza por horas. Pero a la hora de la verdad nunca seré capaz de pronunciar dichas palabras.
No puedo mirarme en el espejo. Nome reconozco, y si estoy demasiado frente al reflejo aun menos. ¡Si! Esa idiota eres tú, nunca podrás llegar a nada. Eres una carga, una molestia. Nadie te querrá porque ni siquiera tú eres capaz de quererte. SILENCIO, callate por favor. No hables, nunca vuelvas a hablar. Déjame en mi silencio. En mi muerte viviente. No hables, no te necesito. ¿Te necesito? ¿Lo que dices es verdad? Tendrá que serlo. Tiene que ser cierto. Por lo menos así lo veo.
Ahí es cuando entra la paranoia, esa voz tenía razón. No soy necesitada.
Entonces, ¿porqué estoy aqui? ¿porqué digo con la idea de vivir?...
Pero ni siquiera sé como vivir.
¿Cómo se vive?
No lo sé, me lo tendrán que enseñar. ¿Pero quién?

historias cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora