Descubrimiento

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Marinette soltó un suspiro, viendo a su pokemon más preciado. Latios era algo que le hacía elevar su orgullo, haberle ganado a ese gatito fue lo más grato que pudo haber logrado. Claro que ella era la única persona con un Latios.

Pero toda esa emoción no se representaba, su querido Adrien Agreste no estaba en clases y nadie sabía cuándo volvería.

-¿No deberías estar haciendo otra cosa? Que camines en círculo por la sala es perturbador-

-Tengo que lograr que este huevo eclosione-

-Ya, pero pareces más bien un persona de The Walking Dead. Tu cara está horrible-

-Gracias por animarme, Alya-

Seguía dando vueltas en círculo por el salón. Soltando uno que otro suspiro. Vio su celular nuevamente, aún le faltaba unos tres kilómetros para ver el contenido del huevo.

-Ya me aburrí- dijo sin más, hasta sentarse al lado de Alya.

-Al parecer tu querido Pokemon go no tiene sentido si Adrien-

Ella comenzó a pesarlo seriamente. Era cierto, el juego de por si no tenía ninguna gracia si no tenía a alguien contra que competir o entendiera sus pensamientos. Aunque eso conllevara una que otra pelea. Soltó una sonrisa boba, recordando el campamento.

-Creo que tienes razón, sin Adrien, este juego no es tan divertido-

Por otro lado, en Venecia se veía la gente asombrada, con cámaras en las manos. Chat Noir iba pasando por arriba del puente de los lamentos, saludando alguno que otro fan de él. Pero no debía perder tiempo, se debía dirigir sin más contratiempos hacia el palacio Ducal.

-Pues nadie más me vencerá, Latias será mía- dijo, impulsándose con el bastón. Aunque en el interior, Plagg se golpeaba con todo lo que podía, su portador era un verdadero idiota.

En el amanecer de Venecia, el joven rubio se encontraba caminando de manera desesperada por su habitación, en espera de su itinerario. Cuando Nathalie cruzo la puerta aquella mañana, por primera vez en su vida laboral vio a Adrien tan emocionado por el trabajo, lo que no sabía es que él estaba esperando ver unas horas libres. Y sí que lo había, tenía tres horas libres, desde la dos de la tarde hasta las cinco. Soltó un grito de gloria y abrazo a su asistente.

-Pronto seré el mejor entrenador pokemon- sin poder reaccionar, Adrien ya se había ido a tomar su desayuno para estar enérgico en su sesión de fotos, entre otras cosas.

-¿Quién es este chico y dónde está Adrien?- se preguntó Nathalie, una vez que el rubio se subió muy contento a limusina.

Dada las dos de la tarde, se daba la situación actual. El chico con gran rapidez visualizo el edifico de color blanco con exquisitos adornos en el frontis. Su celular vibro en aviso de que había un pokemon cercano. Se detuvo en lo alto de un alumbrado, todos los venecianos pronunciaban frases un tanto desconocidas para él. Tan sólo veía la luz de los flashes.

-Pues está cerca- aún le faltaba unos cuantos metros, pero iba pendiente de su celular. De eso no había duda. Aunque se llevó unos cuanto golpes por andar despistado. Sin embargo ahí estaba, frente al pokemon que estuvo esperando todo el día.

-Vamos, esta vez lo conseguiré- dijo con una sonrisa victoriosa.

Eran cerca de las doce la noche cuando Ladybug recibe un llamado a su yo-yo, era Chat Noir. Con un suspiro, le contestó de mala manera.

-¿Qué quieres?-

-Esa no es la forma de recibirme, My Lady-

-¿Qué quieres?- le volvió a repetir, cosa que Chat tuvo que dejar de hacerse el interesante y contestar rápidamente.

¿Pokemón Go? [MLB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora