Único.

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—Jongin.

La voz de Kyungsoo siempre resultaba agradable para sus oídos, pero era en esos momentos cuando más irresistible resultaba, cuando sólo estaban tapados a medias con una sábana sudada por la humedad del verano y por el contacto entre sus cuerpos, mientras los dedos de Jongin bailaban distraídamente sobre su espalda en un intento inútil de olvidar el calor. Su propio nombre era la palabra que más le gustaba que Kyungsoo pronunciara, adoraba cómo cada consonante y cada vocal se escapaba de entre esos gruesos labios que acababan de besarlo hasta dejarlo sin respiración, así que se quedó callado, esperando que al otro se le acabara la paciencia y lo repitiera.

—Jongin-ah. —No se hizo esperar. Kyungsoo se incorporó sobre los codos para mirar a Jongin, con esa inexpresividad que Jongin casi siempre podía leer. Y lo que leía en el rostro de Kyungsoo en ese momento era, claramente, una idea—. He estado pensando y... hay una cosa que me gustaría probar.

—¿Mmh? —murmuró Jongin mientras levantaba el brazo para hundir suavemente los dedos en el pelo de Kyungsoo, invitándolo a continuar. Sin embargo, Kyungsoo siguió observándolo unos instantes, sin decir nada, las pupilas fijas en las de Jongin como si quisiera mirar a través de ellas—. ¿Qué cosa?

Kyungsoo siguió en silencio y Jongin, que hasta ahora estaba relajado, adormilado por el excesivo calor y por el reciente orgasmo, empezó a tensarse. La última vez que Kyungsoo había querido «probar» algo, Jongin había deseado que el suelo bajo sus pies se abriera y lo devorara mientras el alegre dependiente de un sex shop en Seocho-gu les enseñaba su repertorio de vibradores, lubricantes y objetos con demasiado metal y demasiado cuero para que Jongin les encontrara utilidad. Aunque también tenía que decir que, a pesar de la vergüenza y la torpeza inicial, la compra había resultado... plenamente satisfactoria. Jongin sabía cómo era Kyungsoo con sus tentativas incursiones en juegos más atrevidos, cómo le gustaba explorar terreno desconocido, y aunque a él siempre le podía la timidez, acababa cediendo a los deseos de Kyungsoo y descubriendo que jamás se arrepentía.

—Es algo... No es como nada que hayamos hecho antes, Jongin —dijo Kyungsoo, y se sentó en el colchón, con el rostro serio. Jongin, contagiado de repente por esa seriedad, lo imitó, y Kyungsoo le cubrió una mejilla con la palma de la mano—. Esto es diferente. Para esto necesito que estés seguro de que la confianza es total entre nosotros, de que quieres hacerloy... de que te quiero. ¿De acuerdo?

Jongin se quedó mirándolo con la boca entreabierta, sin saber qué decir. No era la primera vez que Kyungsoo le decía que lo quería desde que habían empezado esta relación ~abierta~, pero aún no pasaba tan a menudo como para que a Jongin dejara de darle un vuelco el estómago. Puede que las palabras le faltaran en ese momento, pero sabía con certeza que haría cualquier cosa que estuviera en su mano si eso servía para hacer feliz a Kyungsoo.

—Bueno —comenzó a decir, poniendo su propia mano sobre la de Kyungsoo, que seguía sosteniendo su mejilla—. Explícame qué te pasa por la cabeza, hyung, a ver si me convence —terminó, sabiendo que probablemente ya estaba convencido, sin necesidad de explicación.


La teoría siempre es mucho más sencilla que la práctica. Eso es lo que siempre decía Jongin cuando su tutor de Matemáticas, Kim Joonmyun, intentaba hacerle resolver un problema nuevo y le decía «Venga, Jonginnie, sólo tienes que hacerlo como te he explicado antes»; pero nunca le había parecido tan real como ahora, en la misma habitación donde despejaba incógnitas y resolvía límites, con dicho tutor sentado frente a ellos, aflojándose la corbata y mirándolos con una sonrisa que era una mezcla de inquietud y un intento de tranquilizarlos.

—¿Estáis seguros de que habéis hablado de esto?

Jongin dio un respingo sobre la cama al oír su voz. De entre todas las personas, Kyungsoo había tenido que escoger a su tutor de Matemáticas debido a, según Kyungsoo, su ~amplia experiencia sexual~ que Jongin, sinceramente, nunca habría imaginado. Joonmyun era guapo, no podía negarlo, y tenía una personalidad agradable, amable y demasiado cariñosa para Jongin, en ocasiones, que no sabía cómo reaccionar a que Joonmyun le pasara el brazo por los hombros para inclinarse y ver mejor su libreta de problemas. Y sin embargo, ahora tenía a Joonmyun enfrente, desabotonándose la camisa blanca y observándolos con plena seguridad en sí mismo, y puede que fuera por los propios nervios, que estaban haciendo que su cuerpo perdiera el control, pero empezaba a notar su erección tensarle los pantalones. Jongin se mordió el labio. Se preguntaba cómo se sentiría Kyungsoo, sentado a su lado, que había dado voz en alguna ocasión a sus pensamientos sobre Joonmyun. Se preguntaba si estaba igual de excitado que él, si lo estaría aún más que él. Kyungsoo apretó la mano con la que sujetaba la de Jongin y asintió con la cabeza, respondiendo a la pregunta de Joonmyun.

—Estamos seguros.

Joonmyun desvió la vista de Kyungsoo a Jongin y sonrió durante un momento, como si la situación le hiciera mucha gracia o como si supiera a la perfección que ni Kyungsoo ni Jongin tenían ni idea de por dónde empezar.

A war in your bedroom.Where stories live. Discover now