En esta dura tarde de otoño me di cuenta de que la luna no está anclada en el cielo y que también se puede caer, que las estrellas pueden seguir su paso y el mundo venirse abajo. Como algo tan frágil puede ser roto tan duramente como el diamante más bruto jamás encontrado. El sonido del cristal retumbó en la oscuridad que no provenía de la noche sino de aquella flecha que no vi venir, simplemente por ciego o simplemente porque jamás la esperé.
No sabía cómo recuperaría la confianza perdida, ni si podía más adelante mirarlo a los ojos, tampoco tenía donde aferrarme porque en aquel agujero lo único solido eran mis sentimientos destruidos. Sentimientos que no podía recoger con mi mano porque me dolían. No era aquel pequeño velero que zarpó con rumbo fijo y al no encontrar nada halló el camino de vuelta, era mi corazón el que se perdió en la tormenta y se ahogó por confiar en un salvavidas que estaba roto.
Pero no puedo culparlo, a él no, por mucho que me duela no lo odio, porque él en su día fue mi mundo, mi felicidad, el latir de mi corazón, mis promesas futuras, mi razón de soñar, mi luna y mis estrellas. Muchas veces fue el ser al que yo arropaba y otras tantas el cielo al que admiraba. Pero hoy, día nublado, me he perdido en mi andanza y cuanto más piso, más me duele el corazón porque lo que él no recordó fue que lo tenía guardado por y para él.
Entré en casa siendo recibido por el cálido ambiente que reinaba en el lugar. Entré quitándome los zapatos y con las manos todavía metidas en el bolsillo. No había nevado, pero el otoño era especialmente frío este año. Hoy era un día especial y el clima no me importaba mucho, solo quería llegar a casa y tumbarme en mi cómoda cama junto a él, darle mi regalo y...
- ¿Jin-hyung? –pregunté al verlo serio sentado en el sillón del salón.
- Taehyung... -me miró con sorpresa-. No te había oído entrar.
- ¿Pasó alg...?
- ¡Sois lo peor que puede existir! –escuché a Yoongi-hyung gritando desde una de las habitación. Me dirigí allí preocupado al percatarme de que se trataba de la habitación de mi novio.
- Taehyung, no...
Antes de llegar vi a Yoongi-hyung salir con brusquedad del pasillo y por unos instantes me miró a los ojos percatándose de mi presencia. Se mordió el labio y dirigió su mirada al suelo. Él nunca había sido muy expresivo, pero lo que vi durante esos segundos en sus ojos me hizo temer y a la vez preguntarme el origen del dolor que alguien acababa de causarle, tanto como para estar a punto de verlo llorar...A él...A Yoongi-hyung.
Cerró los ojos y pasó de largo. Miré hacia atrás y vi como desaparecía por la puerta que yo acababa de cerrar. Con un nudo en el estómago dirigí mis pies a la habitación y cuando vi la escena comprendí de inmediato el motivo de su llanto, pues el mío se agolpó bruscamente en mi garganta inmovilizándome.
No podía emitir ningún sonido, tampoco avanzar o retroceder, solo podía quedarme estático, esperando algo, no sé el qué, pero supongo que algo que me dijera que no era lo que parecía, pero aquello era tan obvio que no hacía falta preguntar.
Vi ambos pares de ojos abrirse y sus cuerpos se tensaron al instante. El miedo les recorrió enteros y me pregunté si la vergüenza también les cogió de la mano:
- Tae-hyung, y-o...puedo explicarlo –dijo poniéndose rápidamente la ropa interior. Vi a Jimin hacer lo mismo y aunque tarde, reaccioné dando media vuelta sobre mis pasos y pisé la sombra de mi hyung, con la misma intención y con las mismas ganas de llorar-. ¡Taehyung! ¡Espera!