I need you ; jaedo.

I'm sorry.

—¿Deseas bailar? –Me susurraste, con tu dulce voz. Te sonreí y acepté, tomando tu mano para ir a la pista de baile del hotel.

Bailábamos al mismo ritmo, intercambiando sonrisas en el proceso.

Llevábamos un buen rato gozando de la buena música y disfrutando de nuestra juventud, hasta que sonó Party de SNSD.

A nuestros alrededores las personas copiaban, fallidamente, el entretenido baile del grupo de chicas. Otros lo bailaban a su manera. Pero tu y yo la cantábamos a toda voz como unos locos fans en un concierto. Saltábamos junto a la melodía y terminamos uniendo nos al grupo de personas que bailaban la canción.

—Iré al baño, estoy acalorado. –Le grité lo suficientemente fuerte para ser oído.

No esperé respuesta y emprendí mi caminata al baño. Choqué con varias personas que estaban en el camino, pero al final llegué a mi destino, el bendito baño. Entré, pero salí rápidamente. Había una pareja en plena actividad sexual. ¿No conocen el seguro o los moteles?
Y di un salto cuando te vi. Ni siquiera sentí que me seguías.

—Que incómodo debe haber sido para ellos. –Dijiste en mi oído para poder oírte, pero tu hermosa y melódica causó que mis cabellos se erizaran.

—Por cierto, ¿cuál es tu nombre? –Me perdí en tu sonrisa y en los hoyuelos que se formaban en tus mejillas.

—Me llamó DongYoung. Di-dime Doyoung. –Te respondí tartamudeando, me pones nervioso y no sé porqué.

—Bonito nombre, Doyounggie. –¿Cómo se respira? Me ha puesto un apodo. Doyounggie.

—Me llamo YoonOh, pero dime Jaehyun.

—Jaehyunnie. –Eso se escapó entre mis labios sin mi consentimiento. Sentía mis mejillas arder.

—Vamos a tomar aire, precioso.

Tomaste mi mano y me llevaste fuera de ese gran bar, saliendo del hotel. Me causaba curiosidad saber a donde íbamos. Te veías tan hermoso. Tu cabello se movía con el viento. El olor a trago aún se hacía presente, pero escaso. Tu sonrisa, esa hermosa sonrisa.

—¿En qué piensas tanto, precioso?

Me tomó un tiempo inventar algo, no sabía que decir, justo ahora mi mente fallaba.

—En lo hermoso que eres.

Estoy pensando seriamente en coser mis labios. Las palabras escapaban por si solas.

—¿Yo, hermoso? El hermoso eres tú, bebé.

Y detuve la caminata. No aguantaba. Tus labios llamaban mi atención. Me seguías hablando, pero mi vista se pegó en tus labios. Quería saborearlos.