Capítulo VI - ¿Respuestas?
—Príncipe...—
Hiroki volteó la mirada hacia el felino.
—¿Estás bien, verdad Haii?—
—Sí.. Lo estoy... Pero Príncipe... Eso fue impresionante...—
Las mejillas del menor se tornaron de un tenue rosado.
— Uhm.. No es para tanto, sólo sostuve un escudo.—
—¡Pero fue increíble!—
— Bueno... La verdad sí me gustó.— Dijo sonriendo—Oye, ¿Salimos de aquí?—
El peligris asintió y al volverse hacia el lugar donde yacía su espada la observó por unos segundos y luego la enfundó y la colocó en su lugar, al igual que el escudo y la espada del Rey. Luego de eso, ambos salieron de la habitación y fueron conscientes de que todos los que habitaban el castillo estaban en la puerta.
—Oigan, ¿Qué hacen todos ustedes aquí?— Preguntó en forma de reproche el Príncipe — ¿No deberían estar cumpliendo sus labores en éste momento?—
Rápidamente los que estaban allí abandonaron el lugar sin pensarlo dos veces.
Haiiro y Hiroki caminaron por los pasillos del castillo hasta llegar al jardín. Se adentraron en el y se sentaron en el césped.
— Oye Haii.—
— ¿Sí, Príncipe?—
— ¿No sabes por qué papá intentó hacerte daño?—
Los ojos de Haiiro, dorados a la luz de la luna buscaron el suelo.
— No.. No lo sé.— Mintió.
Él lo sabía, lo había visto antes, ésa mirada de asesino que se mostró en el rostro de Sorata momentos atrás era la misma mirada que todo Rey acostumbraba a tener a mitad de una batalla, cuando sólo se deja llevar por su instinto.
Haiiro miró hacia el Príncipe, pensando en cuando creciera, preocupado de perder a ése tierno Príncipe y verlo convertirse en un Rey asesino y despiadado.
Él no quería eso, no quería verlo convertido en un asesino... Tenía miedo de verlo de ésa manera...
— Oye Haii... ¿Todo está bien?—Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la voz del chico.
— Ah, sí, estoy bien. No pasa nada.— Sería mejor no pensar en el tema, por ahora no se preocuparía por éso.
~~♡~~
Al día siguiente, a la hora de entrenar, ya Haiiro se encontraba en la habitación calentando. Hiroki lo observaba sentado hasta que se hartó, bajó de la silla donde se encontraba y caminó hacia el peligris.
— Oye Haii.—
— ¿Sí, Príncipe?—
— "Hiro".—
— Príncipe.—
— Como sea— Bufó—, ¿No sería genial entrenar juntos? Es decir... Yo podría usar el escudo mientras tu usas la espada.— Dijo con los ojos brillantes y una sonrisa asomándose por sus labios rosados.
— Eso suena genial Príncipe... Pero... Es algo peligroso...—
— Pero... Tu estarás ahí para protegerme, ¿No?—
— Sí, pero...—
— Además— Interrumpió el Príncipe, impaciente—, también quiero protegerte ¡Y con el escudo puedo hacerlo!—El muchacho atropellaba las palabras al hablar, le resultaba emocionante tan sólo pensar en ello.
Haiiro vaciló un poco antes de responder y finalmente dijo —Bueno... Supongo que estaría bien.—
En ése momento Sorata irrumpió en la habitación con su paso firme de siempre. Caminó hacia Haiiro y se colocó frente a él. El joven Príncipe y el guardia lo observaron expectantes, como esperando que él dijera algo, pero no lo hizo. Hiroki se dio cuenta de que en el rostro de su padre había un deje de nerviosismo.
El silencio en el que se encontraba la habitación se vio interrumpido por una voz tranquila.
— Sora, amor— Dijo Kei, entrando en la habitación—. ¿No tienes algo importante que decirles a Haiiro y Hiro?—
El Reina caminó hasta Sorata con una dulce sonrisa y se detuvo justo a su lado, majestuosamente. Con sus ojos café miraba cariñosamente a su pareja, quien ahora estaba devolviéndole su mirada nerviosa a su reina.
— Anda.— Lo animó Kei con una sonrisa.
— Bien— Sorata volvió la mirada hacia los dos jóvenes curiosos que tenía al frente— ...Yo... Eh.. Lo que hice ayer...— Tomó una bocanada de aire— Lo siento, Haiiro.—
Hairoki y Haiiro se miraron, incrédulos de lo que acaban de oír decir al Rey; ¿En serio se estaba disculpando?
De pronto, Haiiro se había inclinado hacia adelante sobre su cintura, haciendo una reverencia.
— Su majestad no tiene porqué disculparse ante un simple guardia como...—
Pero el joven de cabello gris no pudo siquiera completar su frase, pues de vio interrumpido por la voz serena del Reina.
— Oh, no, no, Haiiro, te ruego que lo escuches por favor.— Le imploró Kei con dulzura. Haiiro se levantó y asintió en silencio.
— Bueno...— Prosiguió el hombre de cabello castaño oscuro— Lamento haber intentado atacarte en el entrenamiento de ayer, Haiiro... Yo... Nunca quise hacerte daño.— Dijo sinceramente.
— Y entonces ¿Por qué lo hiciste?— Se apresuró a intervenir el Príncipe, casi como si ni él mismo hubiese formulado la pregunta.
—Hiro— Volvió a interrumpir la voz de Kei, apacible—, tu padre perdió el control la tarde de ayer. No medía lo que hacía, amor.—
— Pero ¿Por qué?— Había vuelto a preguntar, decidido —¿Por qué perdió el control de ésa manera?—Sus ojos giraban en torno a las figuras de sus padres y del guardia, como si en alguno de ellos consiguiera algo que lo pudiera hacer entender.
Él quería respuestas, quería saber el porqué del comportamiento tan drástico de su padre, el porqué de que cada vez que preguntaba éso siempre todos se hacían del silencio y sus miradas se llenaban de cierto nerviosismo y de una pizca de miedo.
Pero, como otras veces, nadie quiso responder la pregunta y ésta flotó en el aire y se esfumó lentamente.
...Tal vez luego, mi querido Hiroki, tal vez luego...
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My Little Prince
RomansaHace mucho, realmente mucho tiempo, existieron Reinos cuyos habitantes tanto de la realeza como del pueblo pasaron por muchas situaciones y sus vidas fueron extraordinarias, dignas de leer o escuchar. Aquí encontrarán sus historias, contadas tanto p...