Capítulo Cinco:

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-¿Por quien?

-Nada, por nadie, solo son tonterías mías, no me hagas caso.

-Vale, cuando quieras, ya me lo contaras.

-Ahora te puedo hacer yo a ti una pregunta.

-Claro.

-¿Te sigue gustando Pablo?

Lucía se quedó un poco pensativa y después contesto:

-No estoy segura, pero creo que no y aunque me siga gustando, he llegado a la conclusión de que él nunca querrá nada conmigo.

Cuando decía estas últimas palabras las pronunciaba con un leve tono de desanimo, lo cual me entristeció, pero me dio la fuerza suficiente para decirle lo que había entre Pablo y yo:

-Lucía, tengo que decirte algo importante, a lo mejor después dejas de hablarme o me ahogas en esta misma piscina.

-Tranquila que de momento no soy una asesina, y ya dime que ahora me come la curiosidad.

-A ver como te lo digo...-hice una pausa y respiré hondo

-Estoy saliendo con Pablo.

Lucía se quedó boqui abierta:

-No sabía que te gustaba.

-Ni yo, le veía guapo, simpático, pero esta mañana cuando nos hemos quedado solos en el restaurante, vi a un Pablo al que no estaba acostumbrada a ver.

Mientras yo pronunciaba estas últimas palabras un camarero salio con una bandeja y se dirigió hacía nosotras.

- Disculpen ¿Quién de las dos es Adriana?

Me quede muda al oír al camarero decir mi nombre.

-Ella, la muda. –dijo Lucía entre risas, mientras no dejaba de mirar con ojitos tiernos al camarero, que debía tener nuestra edad. El camarero me miro y me dio una nota que tenía doblada en la bandeja:

"Te escribo esta nota pera pedirte un ultimo favor, reúnete conmigo en la playa privada del hotel, dentro de media hora. Por favor.

Atte.: Alex."

Cuando leí su nombre me estremecí, y no supe que decir a la sonrisa de Lucía, a la espera de que le contase lo que ponía en el papel:

-¿Qué es una nota de Pablo preocupado por ti?

Negué con la cabeza, todavía no era capaz de gesticular palabra. Entonces respire hondo y le dije lo que decía la nota, me volví a estremecer cuando por segunda vez leí su nombre.

-Y ¿Qué piensas hacer? –su tono era alegre aunque el mío todavía expresaba preocupación.

-Me muero de ganas por ir, pero no se si estaría bien. Ya he elegido a Pablo, no le puedo hacer esto.

-Pasara lo que tú dejes que pase, y por Pablo no te preocupes. Pero te mereces despedirte de él, al menos esta vez, ya que la primera vez no pudiste.

-Quizás tengas razón.

-Pues venga, ve a cambiarte, yo te cubro, o ¿piensas ir así?

Entonces subí corriendo a mi habitación, estuve 15 minutos pensando en que me podía poner y otros 10 minutos más mirándome al espejo, hasta que me dí cuenta de que si me miraba un minuto más llegaría tarde.

Cuando llegué a la playa privada estaba todo a oscuras menos cuatro antorchas colocadas en forma de cuadrado alrededor de un circulo de pétalos de rosa.

-Me alegra que hayas venido –me asuste y al girarme tan de repente por el susto me caí en los brazos de Alex, cuando me dí cuenta de que estaba a menos de cinco centímetros de su rostro me levante todo lo rápido que pude.

-¡Estas muy guapa! –dijo con una sonrisa pícara.

Yo me había puesto un vestido blanco, que se ataba al cuello y como era un poco transparente, debajo me puse el bikini.

-Gracias -dije con un tono tímido y con la cara un poco sonrojada.

Él se fue hacía una hamaca en la que encima había un reproductor y le dio al play, a continuación empezó a sonar una canción lenta y preciosa. Después se me acerco y me cogió la mano:

-¿Me concedes este baile?

-¿Me concedes este baile?

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