Capítulo tres:

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El fin de semana fue bastante tranquilo. Entre mi vida social y los estudios no tuve mucho tiempo como para aburrirme. Pero tampoco fue muy agitado. Normal.
Volviendo al lunes, las cosas cambiaron. Cerca de media mañana, en uno de los recesos, Alex se acercó a saludar, y me tendió un papelito con su número de teléfono. Hasta se atrevió a escoltarme hacia mi siguiente clase con un brazo sobre mis hombros. Para qué, que Lana y Dylan bromearon acerca de eso lo que restó del día. Que en verdad no fue mucho, porque mi profesor de lengua se enfermó y no tuvimos las ultimas dos horas de clase.

Aproveché el tiempo libre para adelantar la tarea antes de la práctica de baseball. La biblioteca estaba casi vacía, ya que la mayoria de los alumnos estaban en clase, o se habían retirado.
Intenté concentrarme en lo que estaba leyendo, y los primeros veinte minutos funcionó. Pero volví a sentir aquella mirada en la nuca. Miré, un poco preocupada hacia mis alrededores, y no vi nada mas que libros, y a la bibliotecaria dormitando detrás de su escritorio. No la culpaba, parecía bastante aburrido su trabajo.
Yo volví a lo que estaba haciendo, intentando convencerme que las historias de CSI que veía me estaban dejando paranoica.
Tareree una canción que se me vino a la mente, y a los minutos logré quitarme aquella sensación de que alguien me vigilaba.

Más tarde, luego de comer dos sándwiches y una manzana, me vestí con pantalones de deportes y una sudadera, dispuesta a entrenar. El calentamiento consistía en correr cierta cantidad de vueltas al rededor de la cancha, trabajar la rapidez lo más que se pueda, y luego hacíamos tantos pases como nuestro brazo nos permita. Trabajamos técnicas, repasamos jugadas, y al final de la practica, realizamos un partido.

Me sentía cansada luego de todo eso, pero al final del día terminaba feliz. Amaba esa sensación de calma, como si todo el estrés y lo malo se esfumara por completo.
Mientras caminaba de vuelta a casa, me dediqué a diafrutar la brisa cálida y el naranja del atardecer. Los árboles comenzaban a tener  vida, llenando sus ramas vacías de hojas verdes y florcitas de todos los colores. Entre tanto, me crucé con varias personas corriendo, o caminando con sus perros. Quizá disfrutando aquel atardecer como yo lo hacía. 

El sonido de una rama partiéndose a mis espaldas logró que me sobresaltara. Me giré, buscando lo que había provocado aquel sonido, pero lo único que logré ver eran las sombras que producían los árboles. ¿Nuevamente quedando loca, Mandy?

Sentí un repentino apuro por llegar a mi casa, así que apreté el paso y minutos después me encontraba subiendo las escaleras rumbo a la seguridad de mi habitación. Cuando entré a bañarme, me aseguré de restregar bien en la nuca, para poder liberarme de aquella fea sensación que tenía.

Aquel día, fui temprano a la cama, con la esperanza de que el hecho de haberme agotado físicamente, ayudara a conciliar más rápido el sueño. Pero cuando por fin estaba pisando la delgada linea entre el sueño y la conciencia, el sonido de mi teléfono me interrumpió.

Tenía dos teorías. Podría ser Lana preguntándome sobre la tarea a última hora, o Dylan aburrido. Sólo ellos me enviarían un mensaje a dicha hora.

Número desconocido, 23:28 :
  "Nos vemos el miércoles 8:30 en Loxi, espero que estés en primera fila ;)"

¿Alex? No recuerdo haberle pasado mi número.

Yo, 23:31 :
  "Sólo espero que tu música sea realmente buena como para despertatme"

Alex, 23:31 :
  "Lo siento, no pensé en que estuvieras durmiendo. Prometo que va a valer la pena.
Buenas noches Mand :)"

Sonreí, con un ojo cerrado prácticamente. Creo que comenzaba a gustarme este chico.

Yo, 23:32 :
  "Que descanses, Alex ;)"

Bloquee la pantalla, y me dispuse a dormir finalmente.

Cuando quise ver, el miércoles llegó bastante rápido. O el martes se pasó muy rápido, todavia no decidía cual de las dos cosas paso primero. Me enfunde en unos jeans negros y una camisa a cuadros roja. Me puse mis converse blancos en los pies, y me maquille solo un poco. Dejé que mi pelo se acomodara naturalmente sobre mis hombros. Me sentía ligera, o ansiosa. No estaba segura. Lana pasó por mi, como todas las mañanas, y parecía tener el mismo entuciasmo que yo. ¿A qué se debía? Ni idea.

Al llegar a la ecuela, Dylan rompió con nuestra buena armonía. Lucia una mezcla entre preocupación y enojo, pero no quiso hablar al respecto. Con Lana sabíamos que cuando el quisiera hablar lo haría, no había necesidad de presiones. Intentamos en el correr de la mañana levantar su ánimo. ¡Hasta conté chistes! ¿Tienen una idea cuán mala soy en ello? Pero no sirvió.

A la hora del almuerzo, Sara Van Houten, una chica con la que Dylan había estado saliendo, paso por enfrente nuestro soltando una carcajada cómplice con sus amigas., provocando que el tenedor desechable de Dylan se partiera con un estruendo. Estaba furioso.

Al final tomó una bocanada de aire, y relajó la expresión en su rostro. Sabía que intentaba lucir indiferente a la situación, y lo admiraba por ello.

-Definitivamente tengo ganas de golpearla, su estúpida risa me molesta -escupió Lana con rabia. -Oye, sé que están saliendo, pero no la soporto, lo siento.

-Tranquila, ya no salimos más, es demasiado idiota. Ni siquiera vale la pena que hablemos de ella -Dylan sonrió apenas, y me robó mi tenedor de plástico. -¿Qué harán antes de ir  Loxi? -preguntó.

-Yo supongo que haré tarea, y luego iré -respondí.

-Yo supongo que asaltare el armario de Mandy para asegurarme que se vea un poco mqa atrevida de lo que es -dijo mi amiga con total naturalidad. Yo la miré con cara de pocos amigos.e gustaba vestirme clásica, ¿Cuál era el problema? -¿Qué? -preguntó riendo.

-¿Sabes Mand? No deberías escuchar a Lana. Puedes llevar un caniche en la cabeza que Alex seguirá tonto por ti.

Al instante sentí como la sangre se me acumulaba en las mejillas, haciendo que la sensación de calor se apoderara de mi cara. ¿Tan así era?

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