Un nuevo plan.

25 1 0
                                    

Narrado por Mikael.

Mi padre había solicitado mi presencia, aquello era raro ya que sabía que me encontraba en mis entrenamientos y usualmente no solía molestarme ya que sabía que no iría, sin embargo, esta vez el sirviente al que había mandado para comunicarme el mensaje había insistido hasta que me había levantado para seguirlo.

Me encaminé apartando un mechón largo de cabello negro. Realmente nunca había tenido un gran parecido con mi padre pero nunca me había importado realmente, yo tenía unos ojos marrones, piel clara pero con algunas cicatrices gracias a las batallas que había librado junto con mi padre, cabello hasta mis hombros de un color negro azabache y una altura considerable, mi cuerpo era el de un guerrero ya que desde pequeño me había entrenado para ser uno de ellos pero a pesar de la fuerza tenía gran agilidad. Era un guerrero y mis manos estaban manchadas con sangre de inocentes...sonreí al pensar en aquello, no sonaba nada mal, no me arrepentía de nada.

Caminé adentrándome por los pasillos llenos de oscuridad, la negrura parecía inundar el lugar por completo y por un momento me sentí asfixiado por la presencia de mis antepasados que se habían pasado casi toda su vida ocultándose detrás de aquellos muros , yo no sería como ellos. Mi familia estaba maldita y yo estaba totalmente consiente de eso, condenados a pasar el resto de nuestras vidas ocultos entre las sombras ya que mi padre, mi ejército y yo habíamos aprendido que una vida humana no lo valía todo, entonces fue cuando la reina Elinor-con la que mayormente habíamos compartido nuestras riquezas y nuestro ejército- nos traicionó y colocó una maldición en nuestro oscuro ejército en la cual especificaba que si nos atrevíamos a tomar alguna inocente vida nuestro corazón iba a convertirse en piedra y nosotros con él.

Gruñí por lo bajo.

Lo habíamos visto, era un acto horrible. Pero habíamos aprendido a vivir con nosotros mismos.

Me acerqué a la puerta esperando que la voz de mi padre resonara diciéndome que entrara pero por alguna razón aquella voz nunca llegó, rápidamente acerqué mi mano a la espada que había enfundado en mi cinturón y poco a poco abrí la puerta que me separaba. Dos rarezas. Mi padre solicitando mi presencia y su falta de compromiso en aquel momento. Aquello era más que suficiente para sospechar que algo no iba bien.

Abrí lentamente la puerta, ésta emitió un leve chirrido que hubiera podido alertar a quién se encotraba dentro, maldije por lo bajo y una risa resonó por la habitación.

Entonces lo sentí, había alguien a mi espalda...más bien había alguien cerca...muy cerca de mí. Pude sentir el filo de su daga contra mi garganta.

-Creo que no es necesario decirte que si te mueves morirás-dijo... ¿ella?- Se nota que eres un chico listo así que lo mejor será que me escuches.

Ella presionaba con fuerza contra mi traquea haciendo que de pronto sintiera como lentamente la gota de un líquido escarlata resbalara por mi garganta, aquello era muy raro, nadie solía sorprenderme...ella debía de ser muy rápida ya que ni si quiera. La miré y ella con sus ojos turquesa me devolvió la mirada divertida.

-¿Sorprendido?-dijo ella sonriendo de lado, realmente se estaba divirtiendo con todo esto-¿Sorprendido de que sea una chica?

-¿Debería estarlo?-dije tratando de ignorar el hecho de que cada vez que ella hablaba presionaba la daga contra mi cuello con mucha más fuerza que antes.

-Chico listo-dijo ella riendo, aquel sonido me heló la piel- Pero no he venido para adularte, tienes que hacer algo por mí, algo que nos beneficiará a ambos.

-Una reunión de negocios-preguné arqueando una ceja.

-No-dijo ella acariciando mi cabello mientras con su otra mano sujetaba la daga muy segura de si misma a pesar de que en cualquier momento yo pude haberme librado de su agarre-No, en una reunión de negocios puedes elegir. Aquí no tienes opciones.

La miré y ella me dejó ir...entonces supe quién era, aquella mirada dura y ese cabello, solo había oído hablar de ella pero...¿Qué hacía aquí?

Hice una mueca de disgusto.

-Tenía que haberlo adivinado-dije escupiendo en sus pies, ella ni si quiera retrocedió- La hija de la reina Elinor, Merida. ¿Qué es lo que haces aquí? ¿Cuántos más de los míos tendrán que sufrir su muerte frente a tus ojos?

La expresión de diversión se desvaneció por un momento pero inmediatamente fue sustituida por una sonrisa y unos ojos fríos  y calculadores. Me estremecí, qué me estaba ocurriendo, ninguna persona-mucho menos una mujer-me había hecho sentir aquel miedo.

-Esa mujer, ella está muerta-dijo ella apartando uno de sus rizos con un movimiento rápido y atractivo, aquella chica estaba totalmente consciente de su aspecto físico- Y no sé por qué las personas siguen llamándome Merida.

Sus ojos me fulminaban, sin embargo, la sonrisa no se iba.

-Está comenzando a molestarme-dijo de manera amenazante-Y no creo que quieras hacerme enojar, chico listo.

-Mikael-dije recorriéndola con la mirada. Ella realmente no era parecida a su madre o a su padre, la chica se veía fuerte y agil a pesar de su cuerpo menudo pero a la vez curvilíneo que inmediatamente atraía la atención de cualquiera, sin ignorar aquel alborotado cabello que hacía que inmediatamente su rostro cobrára vida dándole tonos parecidos a los de un amanecer, era realmente monumental pero detrás de aquella apariencia angelical se encontraba algo más oscuro.

-Mikael-dijo ella lamiendo sus rosados labios-Creo que hay mucho de lo que tenemos que hablar, digamos que hay un pequeño problema y tú y tu ejército serían perfectos para ayudarme...

-¿Por qué deberíamos ayudarte?-pregunté.

-Porque yo puedo ayudarlos a ustedes-dijo ella y algo en sus ojos destelló, realmente lo hizo aquellos ojos tuquesas se volvieron verdes.

-¿Cómo?-pregunté dudándolo un poco.

-Yo puedo desaparecer su maldición-dijo ella riendo.




I just need an answerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora