Vil Pulgarcita

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(Basado en: Pulgarcito, un cuento de los hermanos Grimm).

Autora: Redglasses Girl.

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— ¡Ohhhhhh.....! —Yuuri abrió sus ojos brillantes impresionadísimo haciendo que se vean más y más grandes, y sus pupilas se dilataron a medida que la flor a escasos centímetros de su cara se abría lentamente. Realmente era magia, como solo la que podía haber en ese mundo, destellante e hipnotizador movimiento de los pétalos que parecían tener vida. Pero esa belleza no opacaba la principal, el pequeño y grácil cuerpo que se erguía de su posición acurrucada estirándose hacia atrás mientras extendía sus alitas.

Había encontrado un hada, una de verdad, pequeña y destellante no más grande que su dedo pulgar. Como en los cuentitos para niños o las películas de Disney. Y más impresionante aun, pudo presenciar el momento exacto de su nacimiento en los propios alrededores de su castillo. Dicen que el nacimiento de cualquier criatura es lo más hermoso que hay, pero en realidad mienten; con tanta sangre, dolor, lagrimas y porquería de por medio como puede ser hermoso eso...tal vez solo de conceptos. Pero esto era diferente, venia con efectos especiales de iluminación y brillos, su tuviera música juraría que estaba en el cine viendo una película 3D de la última generación auspiciada por la tregua entre DreamWorks y la compañía del ratón con la voz de idiota.

El no tenía idea de los derechos humanos o de criaturas míticas de ese país (cosa que si debería estar al tanto siendo el rey, pero bueno), pero en cinco segundos ya se había hecho a la idea de agregarle a esa criatura un derecho de propiedad intelectual. El "MI hada" iría estampado en su cabeza, ya que era el lugar más vistoso de todos. Arranco la flor de cuajo con la pobre criatura aun encima, ahora agarrada como podía peligrando por su vida, como cuando uno va en moto y el irresponsable que maneja no te avisa que va a arrancar de golpe.

Con toda la ilusión e hiperactividad de un niño de cinco años que por primera vez descubre el premio gordo en el paquete de papitas corrió al interior del castillo, buscando lo más cercano a una figura paterna que podría hallar en ese lugar.

— ¡Conrad! ¡Conrad! — grito un par de veces y le pareció extraño que a los cinco segundos de haberlo solicitado su padrino no estuviera encima de él como pegado como un caramelo en un día de sol. Pero podría recurrir a su segunda opción. — ¡Gwendal! ¡Gwendal! — o mejor una aun más segura. — ¡Günnnnterr! — ya que el general no tenía demasiadas expresiones faciales. — ¡Miren lo que encontré cuando estaba en el patio!

Aun agitado en medio del despacho sostenía la flor, ahora algo maltrecha, con la criatura que parecía tener nauseas o al menos pérdida parcial del conocimiento momentánea. — Majestad eso.... — intento indagar el pelilla bajo la atenta mirada de Conrad que esta vez avalaba su preocupación.

La poca emoción que le quedaba a Günter para comenzar su argumento, luego de perder la felicidad de ver a su rey tras ver a la criatura, fue cortada por la intromisión del ex príncipe bastante agitado que irrumpió tras el Maou. — ¡Yuuri! ¡¿Qué tienes ahí?

Que podía ser mejor el momento "Mira papá/tío/padrino encontré un hada, ¡felicítame!", tal vez el momento "Yo encontré un hada y tu no, ¿celoso?" que podría tener con su prometido y persona más aledaña a su edad del lugar, con una diferencia exacta de 67 años con un par de meses (6 exactamente).

— Es.....eso....un.... — entre el grito que pego al entrar y la carrera que tuvo de perseguir a Yuuri por el pasillo apenas lo vio con esa cosa en sus manos se le fue el aire. Recayó sobre sus rodillas y tomo algunas bocanadas esperando poder hablar pronto.

Habia una vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora