Primera.

19 2 3
                                    

Yo tampoco entiendo por qué te doy mi primera dedicatoria. Capaz, que sólo porque sí. Porque no sos la persona más importante para mí, pero sí sos la que más confusión me genera. Porque de todas maneras me importas mucho.

Cuando hablo de confusión, en realidad me refiero a ese "tornado" de emociones y sentimientos que es enamorarse. Porque me llevas de un extremo a otro, sin que yo sepa cómo es posible que una persona te haga tanto daño y tan bien a la vez.

Todo empezó hace un poco más de dos años, no sé si te acordás bien. Al principio, me empeñé en hacerle creer a todos (hasta a mí misma) que te odiaba. No te daba mucha importancia, y me parecías insoportable. Pero hay algo de cierto en aquella frase que dice que del amor al odio hay un solo paso.

Bueno, en cuanto al "amor", nunca supe si fue correspondido. Hay varias cosas que me hacen creer que sí, pero no puedo arriesgarme.

Todavía me acuerdo bien de cuando me empezaste a gustar, y sé que fue al poco tiempo de conocerte. Me enfermaba la sola idea de que vos me gustaras. Me molestaba, y mucho. Porque amaba que nos peleáramos todo el día, con ese tipo de peleas absurdas que terminaban en carcajadas y en verdades disfrazadas de mentiras. Me asustaba la idea de sentir algo verdadero por vos. Éramos tan distintos, y a la vez tan iguales.

Yo era mucho más ingenua de lo que soy ahora. Me faltaban muchas cosas por vivir, y problemas por afrontar. Problemas que en poco tiempo me cambiaron por completo.

Y ahí estabas vos... Que después de bastante tiempo, eras una de las pocas personas que me sacaba verdaderas sonrisas. Que parecía entenderme a la perfección, pero siempre en secreto, transmitiéndome calma con una mirada que sólo nosotros dos notábamos. Una persona que, a pesar de que me rompía el corazón nueve veces, lo reparaba diez. Que había llegado a mi vida para mejorarla.

Éramos iguales en ciertos aspectos. Los dos distintos del resto, eufóricos, incomprendidos pero pretendiendo encajar continuamente. Siempre ocultando nuestras verdaderas personalidades.

Yo me sentía perdida. Era una nueva etapa; mi primer año de secundaria, con doce años y demasiadas frustraciones. Y a pesar de que por fuera sonreía e intentaba demostrarme sociable, sólo sentía que no encajaba y cada vez me preocupaba más por todo.

Y ahí era donde vos te mostrabas tan aburrido de la vida, dejando bien en claro que todo te importaba poco y nada y que todo te daba igual, siendo rebelde e impulsivo, actitud que adopté en poco tiempo. Habías llegado para despertar mi verdadera fuerza, que se hallaba adormecida por miedo a no ser aceptada.

Ese primer año me cambiaste. Me hiciste entender que, a pesar de nuestras notorias diferencias, yo era como vos. Hablo muy en serio cuando digo que, sos de las únicas personas que me hacen reír y sonreír de manera transparente.

Pocas veces conocí a alguien con un sentido del humor parecido al mío. En parte sarcástico, irónico, un tanto negro y retorcido. Un sentido del humor en el que te reís más de tus desgracias que de las ajenas.

Ese año nunca llegó a nada... A veces sentía que sí. A veces me hablabas, a veces me buscabas, y a veces demostrabas interés en mí. Pero nunca era algo constante. Siempre nos entendíamos a la perfección. Siempre pensábamos cosas parecidas. Siempre supimos que, lo que nos unía, probablemente era todo ese dolor que ocultábamos los dos.

El año siguiente me hizo peor... Cada vez me gustabas más. Con trece años era un poco más realista, y ciertas cosas me habían cambiado. Pero éramos lo más parecido a "amigos" que podía imaginar. Tus miradas, tus palabras con intenciones y otras cosas me mataban.

Porque cada vez nos parecíamos más y eso me ilusionaba. Me ilusionaba que me hablaras, que me dieras a entender que te gustaba y que seas posesivo conmigo. Pero por algún motivo ese año no lo recuerdo tanto. Sólo guardé el recuerdo de nuestras conversaciones, sonrisas mútuas y otras cercanías.

Este año (tercero, si te gusta más) me derrumbé. Porque fue cuando más cerca de algo con vos me sentí, y más de golpe me alejé. Porque sé que no te importo, pero me ilusiono con cada palabra. Seguís haciéndome bien (y a la vez mal).

Me gustas porque sos como yo. En muchos e indescriptibles aspectos. Me gustas porque sos directo. Me gustas porque me haces muy bien cuando estoy un poco mal. Porque sé que siempre nos entendemos, con solo una mirada.

Una mirada que me enamoró, y no creo poder olvidarme de eso.

Porque aunque puede que queramos, hay algo que hace que no podamos estar juntos.

Porque nunca vas a dejar de gustarme. Porque sos mi idiota preferido, al primero que quiero posta y que me hace bien a pesar de todo.

Si de algo nunca me voy a olvidar es de esos diálogos re pelotudos que tuvimos y de los pocos momentos en los que estuvimos solos. De cada risa y de las lágrimas de los dos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 13, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Palabras ahogadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora