Quien entre al lugar pensaría que eres un mesero como cualquier otro, pero se equivocan. Tú cantas; naciste con la voz privilegiada de un ángel, pero gracias a tu escrupulosa timidez no dejas que el mundo descubra el tesoro tras esos gruesos labios.
Sin embargo tus ganas de contar historias a través de melodías desconocidas son incontrolables, y un día eres sorprendido cantando por el dueño del restaurante donde trabajas, quien de inmediato se vio fascinado por tu inherente talento. Te propuso, te pidió, te rogó por que cantaras algunas veces a la semana en su local, y tú después de mucho sopesar y escuchar a tu siempre buena consejera almohada, aceptaste decidido a superar el tonto miedo al público. No podía ser tan malo.Y no lo fue.
La gente te recibió muy bien, ganaste aplausos y ovaciones, e incluso hubo personas que acudían al restaurante sólo para verte. Aquello casi te llena de la felicidad que necesitas, pero tú sabes muy bien que no se trata de cantar la canción correcta, sino de cantarla a la persona correcta, y eso todavía no llega.
Un nuevo día, una nueva canción y nuevas posibilidades.
En medio de tu modesto espectáculo, tus grandes ojos se vieron capturados por la figura de un desconocido entrar al lugar. Era alto, moreno, castaño, labios lindos y ojos oscuros, rodeado por una peculiar aura de enigma que lo hacía incluso más atractivo. Sin siquiera pestañear, con tu corazón dando saltos sin razón, lo observaste sentarse en uno de los puestos más allá, donde sacó unos papeles que parecían ser mucho más interesantes que tú.
Con evidente decepción, diste por terminada tu canción y volviste a tu habitual trabajo de servir mesas.
El chico nunca volteó a mirarte.Los días pasaban y la situación no mejoraba. Cada día cantaste una composición nueva pensada única y exclusivamente en él, canciones de amor, desamor, pasión, de la vida cotidiana e incluso hasta de comida, y cada día que él llegaba te ignoraba como si ni siquiera existieses.
Clavas tu mirada penetrante en él para llamar un poco su atención una vez más, pero éste no tiene intensiones de levantar la cabeza ni por un segundo. Entonces resolviste que ya habías tenido suficiente; cabreado de la situación, ahora mientras atiendes otras mesas, eres tú el que se niega a dirigirle tu mirada a ese ajeno extraño. No obstante, tu débil determinación se rompió en tan sólo tomarla, ya que de pronto viste a un nuevo chico entrar al local e ir directamente a sentarse con él. No alcanzaste a sentir celos del delgaducho, en el instante en que caíste en la cuenta de la inusual comunicación que mantenían. Viste las manos de ambos dibujar diversas figuras que no entendiste, pero supiste muy bien lo que aquello significaba. La realidad te pegó tan fuerte que sentiste una profunda vergüenza de ti mismo.Tu voz nunca podría tocarlo. Ahora lo sabías.
Estás frustrado y no sabes qué hacer.
Una vez solo, limpias las mesas con la impotencia corriendo en tus venas, hasta que empujas algo pesado que cae al suelo. En cuando descubres de qué se trata piensas que eso sólo puede ser obra del destino. Abres las páginas de aquel inesperado libro y tus ojos se deslizan curiosos a través de las extrañas imágenes que te explican lo que necesitas saber, y sonríes.Hoy es especial. Él llegó temprano e hizo lo de siempre en el momento que te paraste frente a todos con micrófono en mano. Todas las luces se apagaron a excepción de la que alumbraba al moreno, quien de inmediato se sintió aludido. Todo estaba funcionando de acuerdo al plan.
Tu sonrisa nació e iluminó tu rostro cuando lo viste alzar la mirada por primera vez hacia ti. Tenías su completa atención, y esa fue la señal. Comenzaste a cantar, pero no sólo era tu voz, tus manos te acompañaron danzando y le contaron esas cosas que tanto quisiste decirle todo este tiempo, y que él no podía escuchar con los oídos.Viste su cara deformada en sorpresa cambiar de pronto, para dar paso a la sonrisa más bonita que jamás alguien te haya regalado. Una corriente cálida corrió por tu cuerpo haciéndote estremecer, y sintiéndote más motivado a continuar. La felicidad se te acumuló en el pecho y la garganta. Él te estaba escuchando.
En los escasos minutos que duró la canción sentiste su mirada sobre ti, a veces sólo de soslayo con una media sonrisa en los labios, o viéndote directamente mientras sacudía la cabeza divertido. Aquello sólo te hace sonreír más.
Una vez terminado, escuchas los aplausos llenar el ambiente animándote en tu osadía mientras lo único que puedes hacer es ofrecerle una tímida sonrisa al chico dueño de la función. Él por otro lado no sólo te sonríe, sino que te invita a sentarte con él, pero tú estás tan aturdido por la súbita invitación que no atinas más que a quedarte congelado de pie donde estás. Recibes un codazo en las costillas, seguido por un «¡Ve, Kyungsoo!» de parte de tu jefe que te obliga a despegar los pies del piso y acercarte a él.
Nervioso hasta el iris del ojo, te encuentras con él. Afortunadamente la inoportuna incomodidad no aparece, ya que él comenzó a mover sus manos con entusiasmo, y a pesar de sentirte cohibido por el público, el orgullo aparece porque el estudio ha valido la pena y has entendido absolutamente todo.
«Soy Jongin».
Te dice.
Y ahora sentado frente a él, viendo esa genuina sonrisa a sólo unos centímetros, descubres que por fin él te ha encontrado, y es capaz de escucharte desde el fondo de tu corazón.
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Escúchame » KaiSoo
FanfictionEn donde Kyungsoo le canta a Jongin, pero éste ni siquiera voltea a verlo. ✘ Fandom: EXO ✘ Personajes: Kai/D.O. (Kaisoo) ✘ Género: Romántico ✘ Rating: PG ✘ Palabras: 950 ✘ n/a: La idea no es mía, sino que es del vídeo dentro del fic. Esto no le hace...