Capítulo XXI: Una isla de agua en un mar de arena

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Conforme iba pasando el día el calor aumentaba, mis amigos se deshidrataban, se perdían las esperanzas, y ahora más que ya no teníamos a Coral que era quien nos animaba en estos momentos, todo iba de mal en peor, era y no pasó mucho para que se desmayara uno de los niños de 9, y una de las chicas de 17. Volteé a ver a todos y reconocí sus edades, ya no había ningún niño de 8 o menos, y sólo quedaban; dos de 9 años (Melania y Augusto), 3 de 10 (Mora, Azaréla y Amanda), 1 de 12 (Rosa), 1 de 13 (yo), 7 de 15 (Clarisa, Lorena, José, António, German, Felipe y Rafael), 1 de 16 (Aríla), 3 de 17 (Francisco, Perla y Maggie). Y no importaba tanto la edad, en cualquier momento alguien sentía dolores de cabeza, se combulsionaba o se desmayaba, y hasta el momento no había muertos, pero era demasiado para el grupo.

Melania y Augusto iban casi todo el tiempo agarrados de la mano, y eran los únicos que pensaban que realmente podríamos salir de aquél inhóspito desierto, a diferencia del resto que iban encerrados en su mundo y que en su mayoría perdieron la esperanza desde el ataque a de los coyotes. Varios de mis compañero tenían rasguños y mordidas, sólo era cuestión de tiempo para que alguien muriera por alguna infección, pues las heridas eran muy graves.

De un momento a otro empecé a ver cómo el sol se movía de lugar muy rápido, con una luz muy fuerte, cómo se sentía mi desequilibrio, lentamente caía al piso, y sin darme cuenta; ya estaba tirado en la arena.

-Aún no te olvídas de mí ¿Verdad?- Se escucha Diamond en forma de éco, sin verse por ningún lugar, yo encerrado en un cuarto oscuro.

-Ya deja de seguirme- Grité, pero en eso veo cómo una versión de Diamond difuminada corría al rededor de la habitación, sólo con risas, y sin dejar de escucharse esas risas, ella dice:

-¿Me puedes culpar por lo que pasó? Quería proteger a mi padre y a mi familia- yo con desesperación le grité:

-Tú me enamoraste y luego me vendiste cómo un juguete viejo- Las risas se detuvieron y dijo:

-Lo hice por mi familia, tú hubieras hecho lo mismo. Bueno... si tuvieras familia- empecé a sentir cómo su versión difuminada me golpeaba muy fuerte, mientras decía:

-Regresa, Jeremy, regresa- en eso empecé a sentir un ligero aire, mientras los golpes se detenían, después noté que el reflejo de Diamond me estaba besando.

Cuando empecé a recuperar la conciencia, no podía sentir nada, me limpié la cara, estaba recostado sobre la pierna de Rosa y le pregunté a Francisco; qué había sucedido, a lo que él respondió algo nervioso:

-Te convulsionaste, amigo-.

-Ay lo bueno es que ya estoy de regreso- a lo que Rosa responde:

-Sí, si no hubiera sido por Perla, que notató cuando te caíste- Dice algo molesta:

-Gracias amigos, me salvaron la vida- le digo al grupo mientras me levanto:

-¿No ves que ya casi no nos quedan esperanzas o compañeros? Y todavía nos detienes, sin saber cuanto nos falta para llegar a la civilización, no nos podemos distraer más- Dice con enojo.

-Calma, él no tenía el control de eso- dice Francisco. A lo que Rosa con un tono prepotente dice:

-No me voy a calmar, no estamos para distracciones- me cruzo de brazos y le digo:

-Para la otra, déjame tirado, no es cómo que me importe regresar a una civilización dónde no tengo un lugar dónde vivir, una comida que cenar o una familia con quien refugiarme, ni siquiera sé para que hago el esfuerzo de regresar. Mejor hazme un favor, la siguiente vez que suceda, déjame cómo comida para los coyotes- Me voy en dirección opuesta al grupo, y ella pregunta:

El Par, De TresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora