Alaric
Desperté sobre el sillón, todo era un desastre. Me levanté poco a poco, a mi alrededor habían más personas dormidas sobre el piso, a algunos los conocía pero a otros no. La cabeza me daba vueltas y en ocasiones sentía náuseas; di la vuelta a toda la casa buscando a Hugo y a Luca.
-¡Hey, cabrón! - Di pequeñas bofetadas a Luca.
-¿Qué? - Él se giró.
-Ésto es un desmadre, güey. Hay que sacar a toda esta gente de aquí.
-Déjame dormir un poco más.
-No, voy buscar a Hugo, y cuando regrese espero que ya te hayas levantado.
Busqué a Hugo en las otras habitaciones, en la cocina, e incluso en el pequeño balcón, pero no lo encontraba hasta que entré al baño, ya que ahí estaba dentro de la tina.
Desperté a Hugo y lo llevé conmigo; le grité a Luca para que ya se levantara. Tratamos de despertar a todos para que se fueran, tardamos demasiado, pues también recogimos toda la basura que se había quedado esparcida en toda la casa.
Los demás, excepto Hugo, volvieron a dormir. Yo me alisté, me duché y me cambié. Mientras esperaba que Hugo terminara de alistarse, revisé mi móvil y tenía algunas llamadas perdidas de Liv; por un momento me sentí culpable, pues la había dejado aún siendo por corto tiempo, la había dejado sola.
Hugo me llevó hasta su casa, no regresé ninguna llamada a Liv, sólo esperaba que nada malo hubiera pasado.
-¡Liv! - Grité
-¡Shh! ¡Shh! - Lluvia camino hasta la puerta - Liv está dormida.
-¿Todo está bien? - Pregunté.
-Sí, sólo que ayer se sintió con muchas náuseas y se comenzó a preocupar - caminamos hasta la habitación donde estaba - le serví un poco de té y se tranquilizó.
-¿Entonces ya se siente mejor? - Hugo preguntó.
-Sí, no se ha quejado de nada aún.
Me senté en el pequeño sillón a esperar a Liv, miré sobre la mesa que estaba a un lado mío y vi una pequeña nota que decía "mis votos", pensé en abrirla, pero no lo hice, sabía exactamente de lo que se trataba; tomé la pequeña libreta junto con el lápiz de la mesa y escribí mis votos. De pronto, Liv se comenzó a mover, era obvio que se había despertado. Arranqué la hoja de la pequeña libreta y la guardé en el bolsillo de mis jeans.
-Mi amor, ¿cómo estás?
-Cansada.
-Perdón, mi amor, por no estar aquí cuando me necesitabas.
-No te preocupes, también mereces tiempo para ti.
-Bebé, ese tiempo es mucho mejor contigo.
Me abalancé sobre ella, acaricié su mejilla y la besé.
-Un par de días, mi amor, nada nos va a separar.
-Nada, por siempre juntos.
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Mi vida empieza y acaba contigo
Lãng mạnLa realidad tiende a ser mas cruda y mas dura de lo que imaginamos, sin embargo, hay ciertos espacios donde la luz del amor y esperanzan aparecen para ayudarnos a sobresalir o buscar nuestro camino en la vida; En ocasiones esta oportunidad puede ser...