24 de febrero, 2016.
– ¿Estás seguro de que tu prometida no te castrará? – preguntó el castaño mirando a mi mejor amigo. Joshua rodó sus ojos y negó una vez más con su cabeza, Mike entrecerró sus ojos. – ¿Estás seguro de que no me castrará por llevarte?
– Mike... – soltó Jay intentando no perder su paciencia. – ¿Podrías callarte?
– No sé tú, pero mi hombría es una parte muy importante en mi cuerpo, así que quiero asegurarme de que no la perderé. – reí por lo bajo. Mike se puede pasar de idiota, si se lo propone. – Planeo tener una gran familia en unos años y para ello necesito esa parte, me han dicho que es necesaria.
Joshua pegó su cabeza contra la cabecera del asiento y cerró sus ojos. Mike se inclinó hacia el frente para poder observar a Jay, luego volvió su mirada hacia mí.
– Joshua, no me dejes en visto. – reí y estacioné el auto, me volteé para ver de frente a Mike.
– ¿Scar no te castrará por venir? – esta vez la que preguntó fui yo. La carcajada de Jay resonó en el espacio.
Bajé del auto antes de que me respondiera, esperé a que ellos imitaran mi acción y activé la alarma del mismo. Guardé las llaves en el bolso pequeño que traía cruzado sobre mi torso y me dirigí a la entrada principal del bar. El tipo de la entrada agrandó su sonrisa antes de abrir la puerta como gesto de cortesía.
– Es bueno verlos por acá, solo no hagan desastres. – dijo viéndonos a los tres.
– No prometo nada. – contestó Mike dándole un abrazo con palmada incluida al tipo.
Realmente venimos acá por cariño, puesto que existen bares mil veces mejores y más aseados, pero mantenemos muchos recuerdos en este lugar, sobre todo Mike, Nathan y yo. Los meseros y cantineros podrían escribir un libro sobre los desastres que nosotros provocamos acá, estoy segura de que se podría vender como una tragicomedia.
Me dejé caer en el sillón rojo, mal tapizado, con remiendos a diestra y siniestra; ese mismo sillón donde pasé la noche más de una vez. Mike se sentó a mi lado y Jay llegó con tres cervezas, la más barata que venden en este lugar; no exactamente por ser tacaño, sino por nostalgia. Tomé la mía, limpié el vidrio y le di un sorbo, no pude evitar arrugar mi nariz por el sabor amargo.
– ¿Por qué tomábamos esto? – dije con mi mueca de asco aún en mi rostro. Dejé la botella sobre la mesa pequeña frente a mí.
– Lo tomábamos porque no teníamos dinero y era para lo que Douglas nos regalaba. No te quejes ahora, pequeño ángel.
Miré la alfombra y reí por lo bajo, me levanté del sillón para acercarme a una de las esquinas de la misma, tiré un poco e hice una mueca. Aún estaba la mancha en la madera, después de ocho años y la mancha sigue ahí.
– Mi sangre sigue aquí. – dije lo suficientemente alto para que dos tipos que estaban sentados en la barra me voltearan a ver. Les di una sonrisa inocente y volteé mi atención hacia mis mejores amigos, Jay tenía una mueca de asco y Mike estaba a punto de morir de un ataque de risa.
Sentí una mano pasar por mis hombros, levanté un poco la mirada y ladeé mi sonrisa; un hombre canoso, bastante delgado y de cara larga estaba a mi lado. Douglas negaba con su cabeza sin quitarle la mirada a la mancha en la madera.
– Tu sangre se pegó al suelo de una manera impresionante, he pensado en cambiar la madera, pero sinceramente sería deshacerme de mucha historia. – asentí dándole la razón. – Recuerdo ese día, esa chica te quebró una botella en la cabeza y te hizo un corte realmente profundo, el chico castaño se desmayó al ver la cantidad de sangre que salía de la herida, tú llorabas e insultabas a la culpable. – rió por lo bajo.
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Recuperando El Pasado.
General FictionUn pasado intenso. Un presente comprometedor. Un futuro sorpresa. Un individuo inesperado. Una reacción confusa. Una explicación nueva. Conoce la mitad de la verdad escondida, vive el misterio y descubre el secreto completo. +++...