Capítulo 1: "Piloto"

41 4 0
                                    


-Ro, esto es lo de menos, hay otras cosas en las que sos buena... Matemática por ejemplo.

-¿Y? ¿Yyyyyyyyyyy? - Estiré la letra cuanto pude desde mi posición, sentada en un banco de la plaza con los codos sobre las rodilla y la cara hundida en las manos. Estaba en un nuevo nivel de frustración, cada vez se hacía más chica la lista de cosas que me salían bien.

-¿Cómo que "Y"? -Se mostró escandalizada e hizo las comillas con las manos en el lugar perteneciente. A veces, cuando necesitaba alguien que me levantara las ganas de hacer algo agradecía tenerla conmigo; otras veces solamente necesitaba regodearme en el fracaso-. Dale. A ver, ¿podes levantarte? Te juro que cuando lleguemos a casa me vas a deber una taza de chocolate caliente... Acá hace un frío que te cagas.
Levanté la cabeza de golpe cuando la escuché. Así era Anna, soltando palabras que le darían a su mamá ganas de lavarse los oídos como mínimo treinta y tres veces. Cómo no, la pelirroja de metro setenta con sus rulitos intactos y esa apariencia envidiable de modelo tenía la mente y boca muy sucia.
Me levanté, más que nada porque yo también me estaba congelando a pesar de que el sol tenía todo el cielo para él.

-Desaprobar literatura no es el fin del mundo, Roro. Hay cosas peores -Su tono de voz ahora era de una persona que me comprendía y me daba ánimos. Mi mejor amiga, señoras y señores, la persona con el caracter más voluble del mundo; o al menos de mí mundo-. Cosas como tener a tu amiga en un estado de negación en medio de una plaza cuando hacen nueve grados y vos tenes las medias finas y un uniforme que no cubre mucho. ¿Cómo vos siempre estas calentita?- tocó mis manos con sus dedos helados, la miré despectivamente.

-Porque yo estoy viva.

Me miró mal y me soltó, por suerte, porque sí que tenía las manos frías.
En realidad todo esto se trataba de mí y mi histórica catastrófica con literatura, repetíamos la misma escena cada vez que las notas de la evaluación se entregaban. No era la mejor alumna pero me esforzaba tanto, taaaaanto por tener unas notas que dejarán a mi mamá con la seguridad de que sus horas extras en el local no eran una mala idea y que yo podría ser responsable sin necesidad de que estén a mi alrededor.

Dos cuadras más y llegamos a mi casa. A penas entramos prendimos la estufa; Anna fue a la cocina para hacer chocolatada y yo me tiré en el sillón que estaba cerca de la entrada. Spider, el perro fiaquento que rescaté hace cinco años de la calle se acomodó encima de mi, poco firme, abdomen.
Anna tardó medía hora en traer la chocolatada de las dos cuando yo estaba a una propaganda de distancia de dormirme.

-Boluda, ¿no escuchas que te vibra el celular?

-¿Y dónde lo metí?- Dije con una voz rara, como cuando me enfermo.

-No sé, nena... fijate entre los almohadones -Me fijé y efectivamente estaba ahí, entre dos de los almohadones marrones, abajo de mi culo, cuando levanté mi torzo para alcanzarlo Spider se fue a la cocina-. Agh.

-¡Es un número desconocido! ¿Qué hago? ¿Le corto?

Anna me miró mal y me lo sacó de la mano. Respondió:

-¿Hola? -Me estiré para agarrar el control que había dejado en el piso y puse más bajo el volumen de la tele-. Ella... está en el baño, ¿Querés que le diga algo? Ah, ¿Ella te dió el número? -Me miró y puso los ojos en blanco-. Sí, yo le digo. ¡Esperá! ¿De parte de quién me dijiste? -Puso una uña entre los dientes y levantó los hombros y las cejas cuando me miró- Dale, un beso, chau. -Se tiró encima mio, encajándome el brazo en el costado abajo de la costilla-. ¡No me dijiste que le habías pasado tu número a mi amiguito de jardín! Con los años se puso más bueno.

-No es importante, ¿o si? -Todavía seguía pensando en el fracaso de mis notas, pero para entonces había transformado mi angustia en indiferencia hacía Anna y el mundo.

MAKE ME (Feel)Where stories live. Discover now