No puedo dormir

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Entraron en el hotel, evidentemente después de asegurarse de que no había nada extraño en él y era un sitio seguro. Se dirigieron hacia la recepción, que estaba al fondo del vestíbulo. El hotel no estaba nada mal, a pesar de encontrarse muy cerca de la carretera y lo único que había en 25 kilómetros a la redonda era el diminuto pueblo pegado al edificio, que sólo contaba con unas 15 casas y una ermita, y donde seguramente no vivirían más de 40 personas.

Era mejor de lo que los hermanos estaban acostumbrados a frecuentar, pero no las iban a dejar solas, y como tenían bastante dinero ahorrado de las partidas de billar y tampoco gastaban mucho, no les importó darse el lujo de dormir en un sitio realmente decente por primera vez en mucho tiempo.

Al llegar a la recepción una cabecita pelirroja se asomó por detrás del mostrador, levantándose de su silla, y fue Dean quien habló.

- Hola.

- Buenas noches, ¿qué desean?

- Queríamos dos habitaciones dobles.

La recepcionista abrió el registro para asignarles una habitación, pero su cara se tornó un poco seria.

- Lo siento, me temo que no quedan habitaciones dobles libres, sólo una individual y las dos suites. 

- ¿Cómo? ¿Cómo no va a haber ninguna libre? 

- Estamos en vacaciones, y además a mucha gente le pilla el atardecer en la carretera.

Los cuatro se miraron.

- ¿Y ahora qué hacemos?

- No lo sé.

- Pues los cuatro no podemos dormir en el coche...

- ¿Cuánto cuesta la suite más barata?- preguntó Rachel.

- 100$ la noche, pero cuanto más tiempo pasen aquí más reducida será la tarifa. A partir de 4 noches cada una es 75$, y una semana son 45$ la noche.

- No queda otra...

Acordaron pagar la mitad los chicos y la mitad las chicas.



Al pasar la tarjeta por el lector y abrir la puerta, se quedaron alucinados. Una amplia sala de estar frente a ellos, a la derecha una minicocina-comedor (con balcón y cuadros antiguos incluidos) y al fondo tres puertas: un baño y las dos habitaciones, una con cama de matrimonio y otra con dos camas separadas.

Aunque ninguno de los dos articuló una palabra sobre eso, Dean y Rachel recordaron el día que vieron juntos Pretty Woman (cosa que él no admitiría ni de coña) y fantasearon con que algún día se casarían y en su luna de miel realizarían la famosa escena del hotel, aunque alojados en la suite de algún hotel de París desde donde se viera la Torre Eiffel. Pero de eso hacía ya 18 años, y las cosas habían cambiado mucho.

Se acomodaron en la suite. Las chicas durmieron en la cama de matrimonio y los hermanos en la otra habitación.



Los días siguientes los pasaron investigando sobre el monstruo y además, preguntando e intentando hacer recordar a Emma todo lo que pudiera sobre él. El mayor también llamó a Cas por si sabía de qué criatura se trataba, y ante su respuesta negativa le pidió que estuviese atento si oía algo sobre ella o el ataque, y a ser posible que averiguase qué era. En el desayuno, comida, cena y descansos los cuatro se sentaban a hablar, algunas veces para rememorar antiguas anécdotas, otras para conocerse mejor otra vez después de tanto tiempo que les había cambiado. No se acostaban muy tarde.

Tan sencillo como llamarte 'Papá'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora