Se abrió la puerta del avión y Alan asomó la mitad de su cuerpo, los atrapó a medio abrazo y sonrió para sí; cuando ellos se dieron cuenta cambió su sonrisa y los miró con el ceño fruncido y trató de sonar lo más serio posible, las bromas sí que eran un pasatiempo ahí...
- ¡Hey ustedes! Qué creen que hacen aquí afuera. No saben que hay una bestia suelta y que... oigan chicos- sus ojos miraban justo detrás de ellos y expresaban temor- no... no se, muevan- tartamudeó casi en un susurro y los jóvenes que estaban en el ala del avión mantuvieron la respiración por el miedo, no tenían idea de qué los acechaba. Alan se agachó lentamente y se colocó el dedo índice en los labios indicándoles que no hicieran ruido y ellos acataron la orden. Karen tomó la mano de Isaac, cerró los ojos y apretó los labios, y cuando creía que se iba a poner fea la situación Alan comenzó a reír a carcajadas. Isaac miró detrás inmediatamente y comenzó a reír también, nunca hubo algo detrás de ellos y Alan solo aprovechó el momento para sacarles un buen susto.
- Eres un idiota- refunfuñó Karen una vez que se dio cuenta de la verdad. -¡que voy a hacer contigo!
- El mejor idiota de las bromas ¿ah?- añadió Alan que no podía parar de reír y una vez que se calmo sentenció – Karen, Isaac, necesitaba hacerlo. Era un reto...Tortolitos.
- ¿Tortolitos? Si serás... - Isaac se le adelantó a Karen- ¿ya no puede haber abrazos amistosos?
-Nop. Si te das cuenta, somos los únicos humanos que siguen aquí, con vida. Y yo entiendo que ustedes quieran...
- ¡Ogh! Mejor déjalo hasta ahí- suplicó Karen bajando del ala - algún día me vas a pagar esta, casi me da un infarto.
- Casi, tú misma lo has dicho -. Sentenció- por cierto, iba enserio lo de la bestia, mejor entren -. Y una vez advertidos, todos entraron en la nave. Se dieron cuenta inmediatamente de que Abraham y Ana se quedaron dormidos entre las cobijas.
Karen se dirigió a lo que ella llamaba "su habitación" que consistía en un asiento del avión inclinado completamente formando una pequeña cama y a un costado algo que simulaba ser una mesita.
Alan cerró la puerta con el artefacto de seguridad y pilló a Isaac mirando a Karen con una sonrisa. Negó con la cabeza y soltó una risita.
- ¡Oye, enamorado! Te voy a enseñar en dónde dormirás esta noche.
- No estoy enamorado, solo feliz por haberlos encontrado.
- Si, claro. Lo que tú digas, enamorado.
- No me dejaras tranquilo ¿Cierto?
- En eso tienes razón, vamos es por aquí- indicó Alan acercándose a lo que solía ser la cabina- Bien, este es el lugar donde duerme tu hermano, pero hoy será todo tuyo. Descansa porque mañana será un día pesado. Hay que planear como saldremos de este asqueroso lugar sin que la gente de fuera se percate. Será difícil.
- Sí, sobre todo por que tienen ojos en todas partes. A veces desearía no haberme quedado aquí.
- Hermano, no te deprimas por eso. Siempre ve el lado bueno de la situación: de no haberte quedado, no habrías encontrado a Abraham y no habrías conocido a Karen...
- ¡Oh, vamos! No sigas con eso. Además tampoco te habría conocido a ti. Nunca pensé establecer una plática con el mejor bromista -. Alan le sonrió al chico y le dio una palmada en la espalda. Dio media vuelta para salir pero...- ¡Alan! Antes de que te vayas ¿Qué hacías tú durante el estallido? – el joven se detuvo en la puerta, pensó un momento y sin voltearse le respondió: -Yo no me percaté del estallido hasta dos días después, cuando regresé de un campamento escolar –. Giró la cabeza ligeramente y finalmente decidió acercarse a Isaac- tuve la fortuna de no vivir el accidente pero también tuve la desgracia de perder a mi madre a los 10 segundos de la explosión. Ella era química y le encantaba su trabajo; se ocupaba de balancear las fórmulas de los medicamentos. Si recuerdas, el rector se encontraba bajo tierra, como un sótano a tres niveles por debajo de la superficie y en la parte de arriba, cerca de la ferretería había un laboratorio donde hacían medicamentos y otras cosas, ese era el lugar de trabajo de mamá. Y el mismo lugar de muerte.
- Lo siento, amigo.
- No lo sientas, todos perdimos algo en esa maldita explosión.
- Sí, en eso tienes razón... ¿Y cómo estuvo el campamento, eh?
- ¿Estas bromeando?
- No. hablo muy enserio. Quiero saber cómo estuvo y qué fue lo que hiciste para regresar del campamento, porque estoy muy seguro de haber escuchado una alerta en la radio los días siguientes del estallido y se avisó por todos los medios que no dejaran entrar a ningún tipo de transporte a La Zona; ni helicópteros o aviones o camiones o autos, nada. Incluso escuché que hicieron un retén en la caseta para salir o entrar de la ciudad. Se supone no debiste haber podido cruzar esa caseta, al menos no en transporte.
- No sé de qué hablas. Yo llegué en un camión escolar al lugar donde se supone estaba la escuela...
- Ya basta, Alan. No me mientas porque tus ojos te delatan -. Alan suspiró, no podía creer que Isaac lo hubiese descubierto con tan poco tiempo de conocerse. Sí, mintió. Pero no lo hizo para evitar la pregunta. Lo hizo porque sabía que la realidad era aún más dura.
- Yo... no quería hacerlo. Mi asiento era el de atrás del chofer del autobús y cuando éste recibió la orden de retornar en el camino y evitar llegar a la ciudad; sin un minuto que perder él acató la orden. Yo era solo un niño indefenso aunque me preocupé como nunca lo había hecho; las maestras y maestros se acercaron al conductor y pude escuchar parte de la plática, sonaban alarmados. Por la radio lo escuché todo, desde llamados de auxilio hasta avisos de que nadie debía acercarse al perímetro contaminado. Nos detuvimos después de 3 horas de haber sido advertidos, la causa fue que el combustible se había acabado, y mientras sacaban a todos del autobús corrí hacia la dirección prohibida, la dirección donde se encontraba mi familia. Tardé uno o dos días en llegar a casa, si te preguntas ¿cómo? Pues me escabullí por los túneles que están debajo de la iglesia y que llegan a centro. Una vez en la primaria nos enseñaron cómo usarlos en caso de emergencia y bueno, ésta era una.
Vi muchos soldados ayudando a la gente, y los busqué. Busqué a mis padres por todas partes, en la casa que milagrosamente seguía en pie, en el consultorio de mi padre, la casa de mi abuelo y el refugio ya eran ruinas, y cuando me acerqué al laboratorio de mamá, me di cuenta de todo. La manzana estaba rodeada desde un kilómetro a la redonda. Y los policías se hallaban ahí, sacando a unos cuantos heridos y a otros tantos muertos. Cubierta con una sábana blanca la reconocí y ya no quise estar en aquel sitio tan espantoso. Tenía que buscar a mi papá o mi abuelo pero jamás aparecieron. Doce días después encontré a Abraham quien tenía esa esperanza que yo ya había perdido y lo seguí. ¿Por qué? No lo sé. Me sentí seguro y me contagió de su esperanza, la esperanza con la que todavía cargo a donde quiera que voy.
- Vaya. No me esperaba algo así.
- Tu pediste la verdad, ahí la tienes- expresó colocando la mano derecha al frente y deslizándola hacia su costado. Los dos callaron y el sonido de un grillo cantando se apoderó de la cabina. No era incómodo el momento, ambos recordaban su vida como lo era antes de que el accidente sucediera e imaginaban cómo hubiera seguido si a los científicos, bueno, jamás se les hubiese ocurrido hacer aquel experimento. Después de un rato, Isaac finalmente habló.
- Es impresionante ¿no? me refiero a la manera en que pasan las cosas. Siento que es una prueba que tenemos que superar para llegar al siguiente nivel.
- No lo se. Las cosas no pasan por pasar solamente. Habrá un motivo por el que seguimos aquí. No moriremos, al menos no por lo pronto. Descansa Isaac, porque mañana no habrá descanso -. Dicho esto Alan salió de la cabina con cabeza gacha. La charla que mantuvo con Isaac le hizo bien pues no se había desahogando con nadie, sin embargo le hizo recordar a detalle su experiencia tan desafortunada.
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Si tú vas, yo también
AventuraLa Zona. Más de 90 kilómetros a la redonda de lo que fue el estallido del rector. Isaac, un SOBREVIVIENTE, creía que estaban solos, él y su pequeña hermana, pero se equivocó. Su objetivo estaba claro al inicio: buscaba algo, algo que le había si...