Capítulo Treinta.

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Crucé mis piernas una vez más, pegué mi espalda al respaldar de la silla y pasé mis manos por mi cabello; estoy a segundos de levantarme y gritarle a los empleados. Vi la cabellera castaña correr hacia mí, rodeó mis piernas con sus manitas y levantó su mirada, sus ojitos estaban rojos y brillantes. Me incliné para tomarla en brazos y sentarla en mi regazo, Lucy rápidamente acomodó su cabeza en mi pecho para seguir sollozando.

– Alex va a estar bien, pequeña. – escuché a mi hermana a mi lado, aunque su mirada seguía fija en mí. Lucy escondió aún más su rostro en mi pecho, ignorando las palabras de Clarie.

Vi a Emma acercarse y sentarse en el espacio vacío a mi derecha, me dio una sonrisa ladeada, mas no pronunció palabra. Kyle se encontraba con su madre, tenía su ceño fruncido y solo se dibujaba una línea fina en su boca.

Son cerca de media noche, llegué acá hace más de una hora y los médicos todo lo que han informado es que se encuentra consciente, pero no nos dejan verlo, porque están terminando los chequeos. Clarie frunció el ceño y desbloqueó la pantalla del celular, enfoqué mi mirada hacia el aparato que tenía en sus manos, mis ojos se abrieron a más no poder al ver las fotografías.

Reconocí de inmediato el lugar. Una de las carreteras hacia centro de la ciudad.

Le entregué a la pequeña a su madre, tomé el celular de mi hermana para ver mejor las fotografías; con cada una de ellas el nudo en mi garganta crecía. El auto había sido detenido por uno de los postes de luz, el capó había sido completamente arrugado, el parachoques se había despegado de la carrocería y las luces estaban esparcidas en mil pedazos adornando el asfalto. La bolsa de aire se había activado y el parabrisas se había comenzado a romper.

Escuché una puerta abrirse y voces masculinas, me volteé para sentir el nudo en mi garganta comenzar a asfixiarme. Mordí mi labio inferior y parpadeé varias veces intentando reprimir el llanto. Le tendí el celular a Clarie, tomé mi abrigo y me dirigí al elevador. Oprimí el botón y esperé impacientemente que se abrieran.

– ¡Lauren! – sorbí mi nariz y volví a oprimir el botón. Las puertas se abrieron, di un paso al frente, aunque sentí un tirón en mi brazo. – Lauren... – esta vez fue más un susurro. – ¿Qué sucede? Estoy bien.

No pude evitar la carcajada sarcástica. Me volteé hacia él y en segundos mi mano había chocado contra su mejilla, Alex abrió sus ojos sorprendido, pero no dijo nada.

– Eres un completo idiota. – sentí mis ojos aguarse. Tomé el abrigo y se lo tendí, él lo agarró confundido. Me giré sobre mi propio eje y volví a oprimir el botón.

– Lauren, mírame. – negué con mi cabeza, aún de espaldas a él. – Beth, estoy bien. Estoy justo aquí.

Sentí su mano posarse en mi cintura y girarme en un solo movimiento, antes de que pudiera notarlo, sus labios estaban sobre los míos. Me alejé rápidamente y sin pensarlo lo había golpeado una vez más.

– Señor Jones, debemos tomar sus declaraciones. – alcancé a escuchar al oficial tras de él. Alex asintió sin voltear a mirarlos. Sus ojos seguían sobre mí, sin comprender qué sucedía.

– No te me acerques. – dije intentando que mi voz no se quebrara. – No me busques.

– Señor Jones... – entré al elevador y las puertas se cerraron. Pegué mi espalda a la pared del pequeño cubículo y di un respiro profundo.

Subí al auto y lo puse en marcha, sin un destino propio, simplemente conduje.

17 de febrero, 2016.

Recuperando El Pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora