Genus.

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Me encontraba en medio de un bosque, en pleno amanecer, cuando desperté. Estaba solo, Con harapos sucios y un poco rasgados. No sabía que estaba pasando, no recordaba nada. Era como si un fuerte golpe en la cabeza, me hubiera quitado mis todo lo que sabía, inclusive no recordaba ni mi nombre, pero, a pesar de esto, me sentía más vivo que nunca, estaba lleno de energía e intriga ¿Acaso será porque mi cuerpo es joven?

Decidí salir de aquel bosque lleno de distintas tonalidades de verdes, que trepaban por los árboles y las rocas. Empecé a caminar y noté que pequeñas partículas de luz me empezaban a rodear, tratando de seguirme en mi huida de aquel bosque hermoso. Esto me dio un poco de gracia, pues es como di la luz quisiera seguirme, algo que sonaba un poco tonto a simple vista. Sin embargo, seguí caminando y mientras lo hacía, empecé a sentir una presencia de alguien detrás de mí. Voltee y pude notar que no era solo una presencia, eran varias. Pequeñas seres con cuerpo de mujer y hermosas alas de mariposa se presentaron ante mí, haciendo una reverencia.

-¿Quiénes son ustedes?- Pregunté intrigado.

Ellas, me reverenciaron y llevando la mano derecha al pecho dijeron:

- Mi señor, somos tus fieles seguidoras y guías. Por favor, concédenos el placer de ayudarte en tu travesía.

¿Acaso, era un tipo de vasallaje lo que me rendían aquellos seres?

-Acepto su gratitud, pero aún me faltan muchos años para ser su señor. Sin embargo, aceptaré su ayuda.

-Mi señor,... su cuerpo es joven, pero su espíritu alberga la destreza de grandes guerreros. Por favor, siga estas indicaciones: Deberá seguir derecho y pasara por una cascada, cuando llegue a ésta, deberá cerrar los ojos y pensar en algo lleno de bondad y puro, solo así se abrirá la cascada y podrá salir del bosque de las hadas de la luz.

Mire con agrado a las hadas, hice una reverencia antes de retirarme y me dirigí hacia donde me indicaron. Tarde varios minutos antes de encontrar la cascada, pero cuando al fin llegué hice lo que me indicaron. Cerré los ojos y pensé en los más puro y bondadoso. No tuve ningún problema en lograrlo. En ese entonces, mientras aún tenía los ojos cerrados, empecé a escuchar como el agua cayendo de la cascada se abría en dos, dejando una gran abertura entre medio. Al ver tal escena me emocionó y fui corriendo hacia la cascada. Cuando atravesé la gran roca, pude ver que estaba saliendo de una cueva pequeña, que daba a un sendero. Volví a mirar hacia atrás, pero el agua y el bosque entero habían desaparecido, solo se podía ver el final de la cueva.

Me acerqué al sendero, mire hacía ambos lados, para ver si veía alguna villa cercana. A mi fortuna encontré un reino y por detrás de este, unas pequeñas montañas. Comencé a caminar hacia el sur, donde se encontraba el reino. Luego de una larga caminata por el sendero rodeado de flores, llegué a la inmensa puerta de la muralla. Dos guardias con símbolos de llamas ardientes en toda su armadura, me detuvieron y al ver mis harapos, similares al de un campesino, me detuvieron en la entrada de la muralla.

-¿Cómo te llamas joven extranjero?- preguntó uno de los guardias.

-No sé... me temo que eh olvidado todo, valeroso caballero.- respondí.

-Bien, te llevaremos ante el castillo del Conde. El decidirá qué hacer contigo.

Los guardias me guiaron, entre todo los mercados del parque principal, hasta el Conde. Mientras pasaba por la plaza, la gente se maravillaba por mi cabello blanco y mis ojos claros. Cuando llegamos ante la presencia la máxima autoridad del lugar, este me miró con rareza y me dijo:

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