Gritos Silenciosos (EN EDICIÓN)

06. Sospechas

Capítulo 6

NA1: Esta historia había sido subida anteriormente, pero era muy escueta, con muchos agujeros en la trama y cosas situaciones absurdas. A partir de este capítulo los capítulos serán prácticamente reescritos para llenar todos los agujeros de la trama.

NA2: Ninguno de los chicos tiene teléfono celular. Como se suponía que ambos estarían en el motel, John podría llamarlos allí y ellos viceversa. Por esto Sam solo trata de contactarse con Dean al trabajo o al motel.

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Ambos hermanos se preparaban para un nuevo día lleno de lecciones y trabajos mecánicos. Estaban más apurados que de costumbre, ya que, cambiando los papeles esta vez había sido a Sam a quien se le habían pegado las cobijas, algo extraño pero no imposible.

Después de un rápido desayuno cada quien verifico tener lo que fuesen a necesitar en su día. Dean se detuvo a mirar a Sam quien esa mañana lucia diferente, pero supuso que los cambios venían con las hormonas de la adolescencia.

—¿Quieres que te de un aventón, Sammy? —dijo tentativamente, ya que el día anterior Sam había hecho un drama por el ofrecimiento.

Dean suspiró con cansancio. La adolescencia le estaba pegando duro a su hermano, convirtiéndole en un pequeño monstruo temperamental y dejándole a él en el papel del valiente escudero.

—Suena bien, tengo pereza de caminar —bostezó con cansancio, deseando quedarse durmiendo en vez de seguir jugando al hermano menor de ese idiota con ínfulas de superhéroe.

Arrastrando los pies Shane se dirigió al auto, que aunque odiase a los cazadores tenía que admitir que ese tal Dean tenía un gusto magnifico en lo que conducía. Quizás después de cortarle el cuello se quede con esa preciosura.

El viaje fue corto y rodeado de áspero silencio. Ya estando aparcado en la acera frente a la escuela, Dean apagó el motor y se giró hacia su hermano menor.

—De acuerdo, quiero que escuches atentamente, Sammy —Dean tomó aire y no por falta de valor sino por la culpa que había estado carcomiendo su interior—. Como bien sabes soy una persona explosiva y siempre tiendo a querer tener la última palabra, pero se cuándo aceptar que la he cagado descomunalmente en una discusión. Cuando ayer te dije que lo sentía estaba hablando muy en serio. Lamento haberte dicho todo aquello, tú no eres ninguna carga para mí y mucho menos te odio, sabes que daría mi vida por ti, chico —Dean solamente podía esperar a que Sam le creyese y que no le guardase rencor.

Shane tuvo que contenerse de no ponerse a bostezar y poner los ojos en blanco, dios, que si hubiese sabido que tendría una que soportar un momento de telenovela mejor hubiese caminado. Se preguntó cómo lograba soportar esas escenas a diario. Era de volverse loco.

Después de un momento se dio cuenta que Dean se mantenía en silencio, esperando una respuesta seguramente igual de cursi.

—No tienes nada de qué preocuparte, Dean. Todo está bien entre nosotros, de hecho ya hasta había olvidado esa tonta discusión —Shane le sonrió a Dean de la misma forma tonta que sabía lo hacía Sam—. Sé que no me odias y que nunca dejarías que algo malo me sucediera ¿verdad, hermano? —Shane pensaba que podría vomitar en aquel precisó momento, tanta cursilería le daría diabetes.

—Mientras yo viva jamás dejare que algo malo te suceda. Sabes que mi trabajo es protegerte y nunca he fallado en ello —agregó Dean con total convicción, sintiéndose más feliz y tranquilo al saber todo estaba bien con Sam.

—Es bueno saberlo, Dean. Eres el mejor hermano —sonrió con satisfacción, sabiendo que Dean tendría que comerse sus propias palabras y eso sí que dolería.