La manera en la que lentamente todo cobra sentido es casi deprimente, que forma tan mundana de acabar con mi fantasía, el dolor en mi pecho se extinguió, su ausencia se hizo sentir aún más, sus extrañados y aún hermosos ojos café siguen posados en mí, esperando una respuesta que no puedo articular, sin saber el impacto que sus pequeñas palabras estaban teniendo en mi.
- ¿Thomas?
El sonido de su voz jamás había sido tan mágico.
- ¿Si?- mi voz salió mucho más temblorosa de lo que pretendía, y esto la hizo cambiar su semblante, sus ojos se entornan en una expresión preocupada y consternada, quizás no esperaba mi reacción. Su expresión alterada era igual de hermosa que todas las demás, pero lo último que quiero es intranquilizarla, puse una sonrisa nerviosa para intentar disimular mi estado.
El efecto fue inmediato, al reparar en el cambio su rostro se relajó mucho y sus labios compusieron una sonrisa irónica.
- No te vaya a dar pena ahora, ya lo leí todo, entre tu y yo existen pocos secretos - la seguridad con la que dice esas palabras me hace sonreír a mi también, está muy confiada de que tiene el mando en esta conversación.
Que hermosa pequeña idiota.
- Bueh... contestando tu pregunta, no quiero decirle por ahora, a ella le gusta alguien y si le dijese ahora me rechazaría y la haría sentir mal sin motivo. Sin embargo, amiguita...
Intento alargar la pronunciación de la última frase para ver como reacciona, pude verla incorporarse de golpe ante el señalamiento.
- Ya sabemos que a mi me gusta alguien y no le puedo decir, me interesa más aprender la pequeña historia de Amelie - la velocidad con la que se sonrojó me preocupó por un momento, pero ella no parece tener ningún tipo de reacción voluntaria a mis palabras- ¿Por qué tu no le haz dicho a tu chico?
- No lo conozco.
- ¿Ah?
- Me enamoré de un chico que vi, parecía más o menos de nuestra edad, y tenía el cabello rubio, pero no sé como se llama, ni absolutamente nada que me pueda ayudar a conocerlo.
Mantener una expresión divertida con la situación requiere todos mis recién adquiridos dotes de actuación, me percato que llevo todo este rato meciéndome involuntariamente en mi sitio, al detenerme, sentí una gran ansiedad. Pero eso puede esperar.
- ¿Qué tenía en particular este chico para flecharte tan fácil?
- Tenía mi película.
- ¿Disculpa?
- Amélie, de Jean-Pierre Jeunet, la francesa, la tenía del brazo.
Por supuesto que conozco esa película, la habré visto unas 10 veces desde que descubrí que estoy enamorado de la excéntrica chica frente a mi, pero sigo sin entender cómo termina de cerrar toda esta situación.
- ¿Qué tiene que ver la película con tu crush?
- Esa es mi película, el hecho de que justamente cuando yo pasé a su lado el haya tenido esa película debajo del brazo no puede ser casualidad. ¿Crees en el destino?
No realmente.
- Si - me apresuré a mentir, solo para no romper el encantador hilo emocional que de la nada había tomado.
- Pues, nuestro encuentro fue predestinado, el destino quería que yo encontrara a ese chico y me enamorara de él, por eso tengo que encontrarlo. Estoy segura que él también está pensando en mi, una vez lo encuentre seremos felices juntos.
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Es mejor que no lo sepas.
RomanceUna historia que lleva cavilando en mi imaginación desde hace muchas noches, y de la que tengo curiosidad si podría llegar a gustar.