En cuanto la puerta del departamento de Ezra se cerró tras de él una sonrisa traviesa apareció en su rostro, se acomodó lo mejor que pudo el cabello negro con las manos y se sacudió el pantalón gris que solía usar para ir a la Universidad. Quería verse lo mejor posible.
Camino a la cocina y del refrigerador saco un termo de agua fría para calmar sus nervios, sabía quién debía estar esperándolo en la penumbra de su habitación, siempre esperaba por él. Eso le encantaba.
Camino por el reducido pasillo de su departamento y llego a la puerta que estaba al final de este. Tomo el pomo entre sus manos y lo giro con su mano temblando ligeramente por la emoción.
En cuanto la abrió pudo verlo allí, recostado en su cama cubierto por sábanas blancas, siendo iluminado por los rayos de Luna que se colaban por su ventana. Era hermoso. Su piel parecía hecha de papel blanco, y sus ojos miraban hacia donde él estaba. Esos ojos perfectos que le volvían loco.
—¿Me estabas esperando de nuevo?— Ezra se acercó a él con una mano tomo su barbilla y le dio un ligero beso en los labios. Max no respondió, últimamente no se le daba por contestar.— ¿Sigues molesto conmigo? ¿Sabes? Si realmente estuvieras molesto no me esperarías aquí cada que llego de la Universidad.— Se sentó a su lado y acaricio el cabello de su pareja con ternura mientras lo observaba.
Lo único que quería era admirar sus ojos color cielo con olor a mar. Era embriagante de solamente pensarlos.
Quería que esos ojos lo miraran a él.
Solo a él.
Para siempre.
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En cuanto la puerta del departamento de Ezra se cerró tras de él una sonrisa traviesa apareció en su rostro, se acomodó lo mejor que pudo el cabello negro con las manos y se sacudió el pantalón gris que solía usar para ir a la Universidad. Quería verse lo mejor posible.
Fue hasta la habitación al final del pasillo sin encontrar a Max en su cama, pero eso él ya lo esperaba, hacía ya un tiempo que se había ido, porque, en realidad su olor comenzaba a ser difícil de soportar. Pero no importaba mucho, él tenía algo muchísimo más valioso.
Camino hacia el escritorio de mármol y en un frasco pudo verlos sumergidos en un líquido transparente, le habían dicho que el formol podía impedir la descomposición de órganos, no sabía por cuanto tiempo duraría eso, pero lo disfrutaría todo lo que pudiera, tomo el frasco con cuidado y le planto un ligero beso.
Eran azul cielo con olor a mar y sabor a mora.
El azul siempre había sido su color favorito.
—Ahora podrás mirarme por siempre ¿No?
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EL AZUL DE SUS OJOS.
Short StoryLo único que quería era admirar sus ojos color cielo con olor a mar. Era embriagante de solamente pensarlos. Quería que esos ojos lo miraran a él. Solo a él.