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|Es Derek|

Fue imposible pasar por el lado de Derek sin que nos miremos y sin que mi pulso se disparase. Inmediatamente me puse a jugar con mis manos nerviosa y dejé caer unos que otros mechones de cabello en mi cara para ocultarme. Pero no fui la única, él deslizó sus manos por sus bolsillos y fingió mirar para otro lado.

A la que fue inevitable ignorar fue a Irina que viene directo para donde mi.


—Pero mira quien está aquí, "La fresita"— Dijo con voz chillona taladrandome el tímpano. Se llevó su larga melena rubia para atrás y miró a mis amigos con asco, les cortó la mirada y se dirigió a mi— Tengo una curiosidad, ¿De dónde vienes? ¿Del país de nunca jamás? O de ¿Barbielandia?— Cuestionó fingiendo estar pensativa con el dedo índice golpeando su barbilla.

Mordí mi lengua y evité rebajarme a su nivel. Me mostré inexpresiva. Se preguntaran ¿Me afecta lo que ella dice? Pues no. Ladeé la cabeza para mirar a Franki y a Laura fingiendo no haberla escuchado. La miré de soslayo y su rostro estaba totalmente desencajado. Una sonrisa se de orgullo se deslizo por mi rosto. Ella esperaba que yo me defendiera o simplemente llorara, como seguro todo los demás hacen. Pero opte por no hacerle caso y la esquivé meneando mi cadera al pasar por su lado, me miraba con la boca abierta. Las otras dos se miraban entre sí cuchicheando y su dueña le lanzaba dagas con la mirada. No estarán acostumbrada a que las ignorasen.

—¿Qué fue eso?— Preguntó Laura con diversión. Entramos al aula y nos sentamos en nuestros respectivos asientos.

— ¿El qué?

—Te quedaste igualita, no le respondiste— Habló con asombro acomodando sus cosas y sacando los libros que nos tocaría usar ahora, la imité.

—Nada, simplemente no hablo idioma perruno— Hice una mueca. Frank y Laura se echaron a reir.

—Prepárate porque no te dejarán en paz de ahora en adelante.

—Lo sé.

Las clases se pasaron de lo más lenta. La maestra de biología, siempre tiene algo que decir de su vida. Hasta ahora sé que tiene cuatro gatos, una culebra, tres chiguagua, un pastor alemán y a su marido de setenta años postrado en cama. Hice una mueca de fastidio y en cuanto sonó el timbre del receso cogí mis cosas y salí corriendo con los chicos.

—Dios, ¡Me tenía harta!— Vociferó Laura sentándose en las gradas dándole un trago a su botella de agua. Frank se sentó al lado de ella recostando la cabeza en las piernas de Lau. Curioseé un poco el lugar, no había nadie por estos lados, se sentía todo muy tranquilo.

Gracias a que está totalmente nublado y que no hay ni una gota de sol, es que podemos estar aquí sentados. Sonreí, me encantan los días así.

—Me da pena por su esposo—Habló Frank, Lau y yo asentimos divertida.

Sacudí un poco el piso y puse mi mochila, me recosté en ella, y subí los pies encima de la espalda de Frank provocando un breve quejido de él. Una sonrisa se formó en mis labios, y fijé mi vista en las nubes negras que se comenzaban a formar. Quizás nos toque irnos empapados de aquí.

—Te quejas porque ella sube los pies encima tuyo y tú prácticamente estás encima mío— Resopla Laura. Frank se acomoda más arriba de ella para molestarla y ella comienza a golpearlo. Rio sin poder evitarlo.

—Frank— Llamé su atención recordándome de algo, me respondió con un "ajá" en medio de su "pelea" con Laura- Perdón por no ir a la fiesta ayer.

Mi Demonio Favorito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora