Capítulo 14 Sacrificio de amor

6.1K 308 41
                                    

Después de dos horas de viaje aproximadamente, Candy, Terry y el Duque llegaron a su destino. Se encontraban en el zoologico Blue River de Londres. Candy estaba emocionada, nunca la habían llevado a uno y tanto Terry como el Duque podían ver el asombro infantil en sus ojos. Candy sin saberlo, se estaba robando el corazón del Duque de Grandchester.

-Papá, creo que aún no abren.

Dijo Terry al ver que no habían visitantes y que la entrada estaba completamente cerrada.

-Así es, está cerrada. Pero conosco al encargado y nos ha dado un pase especial para que puedan explorar las facilidades del lugar a su antojo.

Terry no se sorprendió, era una de las ventajas de ser un Duque y a Candy se le vino a la cabeza el viejo refrán de que por la plata baila el mono. Pero alguien se les unió saludando muy jovial y sacándola de sus pensamientos.

-Buenos días, Duque de Grandchester.

Saludó el encargado, un hombre de unos 24 años, cabello largo y rubio, con unos hermosísimos ojos azul cielo, alto y con un cuerpazo que robaba el aliento aunque el no parecía darse cuenta de lo atractivo que era.

Saludó el encargado, un hombre de unos 24 años, cabello largo y rubio, con unos hermosísimos ojos azul cielo, alto y con un cuerpazo que robaba el aliento aunque el no parecía darse cuenta de lo atractivo que era

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


-¡Albert!

Exclamaron Terry y Candy al unísono.

-¿Ustedes se conocen?

Preguntaron, Terry, Candy y el Duque al mismo tiempo y luego los cuatro se echaron a las carcajadas. Luego todos a su debido tiempo explicaron como fue que se conocieron.

-Albert, no puedo creer que te haya encontrado aquí, esto si que es una coincidencia.

Le dijo Candy y abrazó efusivamente a Albert, y sin darse cuenta, haciendo que Terry hirviera de celos y el semblante le cambió por completo, sus ojos estaban oscurecidos y su mandíbula apretada. Tanto el Duque como el rubio se percataron de la situación, menos Candy, que seguía abrazándolo y riendo inocentemente.

-Sí, Albert, ¡que sorpresa!

Dijo Terry irónico y apartando a Candy bruscamente de su abrazo con el pretesto de que él también quería saludarlo. Aunque en el fondo quería matarlo. Pero el Duque conocía bien a su hijo que había heredado el carácter celoso de los Grandchester y decidió salvar la situación, era consciente de lo explosivo y temperamental que era Terry.

-Chicos, vayan a divertirse por ahí, que yo me quedaré a conversar con el Señor Albert...

-Sí, vamos, Terry, quiero ver a todos los animales, quiero verlo todo y darle comida a los elefantes.

Decía Candy como una niña y todos rieron menos Terry que estaba más que furioso. No soportaba que ningún otro, fuera quien fuera la tocara de ningún modo. Salieron juntos a recorrer el lugar, pero Candy notó que Terry iba muy serio y callado.

-Terry, ¿te pasa algo? Te ves... ¿molesto?

Le preguntó Candy preocupada mientras admiraba una pareja de leones que estaban en una jaula degustando una carne.

Candy Candy: El rebelde y la dama de establoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora