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Bebí otro sorbo de café y me aferré aún más a la manta con la que estaba.

Max había llamado a la Policía en cuanto me escuchó gritar, por lo tanto, los oficiales no demoraron en llegar. Nos tomaron a ambos y nos obligaron a subir a la patrulla para que contaramos todo lo que sabíamos, el problema es que no sabíamos mucho, y eso era frustante, tanto como para nosotros, como para los oficiales. Quería saber quien había hecho eso, quien había tenido aquel coraje como para hacer tal atrocidad, pero no tenía nada en mente, ni tampoco a nadie.

Cerré los ojos con fuerza y me concentré. Pronto la imagen del cuerpo destrozado volvió a mi mente, las marcas de golpes en la zona del tórax, las marcas de garras en su cara, y lo peor, la mordida en la espalda. Era una mordida profunda, como si aquella mujer hubiese luchado contra algo; volví a recordar todo, la forma de su rostro, la forma de su nariz, sus ojos, entonces recordé algo. Yo conocía a esa chica.

Shelby Martínez, era una de las ayudantes de la clínica veterinaria. Había veces en las que yo la veía cuidando de los perros, cuando ellos estaban muy alterados, ella solo los miraba y ellos instantáneamente se tranquilizaban... Era como un calmante humano para animales. Shelby, al igual que Shawn, era una persona increíblemente perfecta, nadie podría odiarla, era tan dulce, tan linda, tan honesta, tan bondadosa. Era, simplemente, Shelby.

Había enviado a mi amigo Harry a ver a Shawn al hospital, me envió una imagen. Shawn estaba golpeado, con marcas de garras en su rostro, pero lo que más me llamó la atención fue la S escrita con su propia sangre en la zona derecha del tórax. Shelby tenía la misma marca, sin embargo, estaba escrita con algo que penetró su piel.

Decidida, me levanté del sillón en el cual estaba sentada y me acerqué con sumo cuidado al escritorio vacío, en donde se supone debería estar mamá. Volteé con cautela y pude ver que Max estaba siendo interrogado por el oficial amigo de mamá, y ahí estaba ella, apoyada sobre el escritorio con su nombre ahí, escuchando detalladamente la historia que Max estaba contando; yo tenía información sobre la víctima, yo debía decirle a los oficiales todo lo que sabía sobre Shelby, para que así, descubrieran quien la había asesinado. Así que toqué la puerta esperando una respuesta rápida, y así fue, el oficial Harris me abrió.

-¿Que quieres, niña?- preguntó con brutalidad abriendo la puerta, lo hice a un lado y me acomodé en el escritorio-. Pero que...

-Sal, Harris- ordenó mamá. Y como por arte de magia, el oficial Harris salió de la habitación. Mamá se volteó a verme-. ¿Ahora que descubriste?

Miré de reojo a Max.

Él no podía saber nada de esto, no podía ni siquiera involucrarse en esto. Shelby era como yo, mitad lobo. No podía decir eso frente a Max, ¿Que pensaría de mi si digo que Shelby era como yo?

-Oh, está bien- respondió mamá ante todos mis pensamientos-. Beta.

Entonces fue cuando a Max se le abrieron los ojos como dos platos familiares, abrió la boca con impresión, moviendola con desesperación, como si no tuviera idea de como responder ante lo que mamá había dicho. Puse una mano encima de mi boca y solté una pequeña risa, su expresión había sido increíblemente graciosa.

-¿Cómo lo... como es que?- tartamudoó Max, sin poder creérselo aún. Mamá negó con una sonrisa en su rostro, observó fijamente a Max y mostró sus ojos. Él se quedó quieto, como si hubiese visto un fantasma-. Un Alfa.

-Me gusta que me llamen Maggie, gracias- respondió con cortesía ella, se volteó a verme-. Ahora si, prosigue.

Asentí mientras mordía mi labio inferior, buscando así mismo algo con que escribir en la pizarra que mamá tenía en su oficina. Cuando por fin encontré un plumon, me decidí a contarles mi hipótesis.

Bitten.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora