Eran las cinco de la madrugada y lo único que en lo que podía pensar era en que mañana comenzaba nuevo semestre en la universidad. Como toda persona ansiosa me había puesto a imaginar todos los escenarios posibles que me podrían ocurrir; caerme por las escaleras, decir algo estúpido en clases, llamar por su apodo a algún profesor. Catástrofe; si algo me perseguía a mí, era la catástrofe.
Sorprendentemente el día había transcurrió bien, me gustaban mis profesores, ¿qué puedo decir? Soy toda una nerd. El maestro Manuel era hasta ahora mi favorito, cuando hablaba de historia nos transportaba 300 años atrás y nos hacía vivirla. Mi horario no era tan malo, a pesar que debía esperar dos horas para medicina forense, no tenía que levantarme a las 5 de la mañana para ir a clases. Sin embargo, esas dos horas me resultaban eternas, y aunque algunos de mis amigos esperaban conmigo, no me sentía a gusto, su plática además de incomoda (porque a menudo hablaban de lo sensuales que eran las mujeres de su gimnasio) me aburría.
Eran las 3 de la tarde en punto cuando entre al salón, no había llegado la profesora y la mayoría de mis compañeros ya había tomado asiento. Esta clase ni siquiera estaba en mi horario, pero cuando pablo me había comentado de ella no dudé ni un segundo en entrar. Me gustaba tomar clases, me gustaba aprender y más si se trataba de medicina, de no haber creído en las mentiras de mi padre, eso de que no era lo suficientemente lista como para ser médica, muy probablemente no estaría hoy estudiando derecho, no le culpaba a él por eso, me culpaba a mí por creerlo; me culpaba a mí por ni siquiera intentarlo.
Y allí estaba yo, intentando poner orden a mis pensamientos antes de que la clase comenzara, cuando le vi entrar. Estatura media, piel blanca, cabello castaño, delgado, vestía traje, corbata y llevaba consigo un reloj plata que adornaba su muñeca derecha. "es un idiota" pensé, un idiota como esos a los que mi padre me obliga a hablarles siempre en los cocteles, a los que, por desgracia, estaba obligada a ir.
Me había quedado mirándole tal vez demasiado tiempo, pues posó su mirada en la mía, asintió con la cabeza y de inmediato supe que había resulto sentarse a mi lado, "No, por favor no a mi lado, no lo hagas", fue en vano; tomo el asienta a mi izquierda y al sentarse dijo...
-Buenas tardes-
-Buenas tardes- ¿no pudo haber elegido otro lugar?, ¡demonios! -
-Me llamo Alberto, un placer- y extendió su mano.
-Elizabeth, un gusto igualmente- ¡Hipócrita! "un gusto igualmente" Si, claro.
-¿Quieres una galleta?- dijo extendiendo el rollo para que tomase una, "Se amable Beth" me digo y termino aceptándola
-Gracias-
-Que sea entonces la galleta de la amistad, ¿te parece?- dice mientras me mira a los ojos.
la clase comienza enseguida y no le respondo. Y al verle tan cerca a los ojos, siento miedo y de pronto me dan ganas de correr, de salir huyendo. Hay algo en él que no me gusta, sus ojos parecen ser dos dagas que atenazan a los míos, estoy a punto de levantarme del asiento cuando sonríe y entonces me convenzo de que necesito conocerlo.
ESTÁS LEYENDO
El chico galleta
Teen Fiction¿Alguna vez han visto a una persona e inmediatamente saben que les romperá el corazón? Elizabeth es una estudiante de derecho, de 21 años de edad, cuyo hobbie es leer novelas románticas y visitar museos en la ciudad, de personalidad alegre, tímida...