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Cuando cae la noche y todos están dormidos, la plena oscuridad da comienzo a esta historia.

El sol cayo hace rato, entonces el café se sirve sobre el escritorio de la sala de estar. Al mismo le espera una larga noche siendo llenado y estando medio vacío. Eso se repite hasta que la luz del amanecer impacte.

Cada vez y a cada hora que pasa, la taza advierte una muerte interior, un blanco profundo que desocupa su contenido. La bebida a la cual sin culpa la dejan sin azúcar, ahora se encuentra amarga esperando el roce de unos nuevos labios, de otro sorbo fuerte que cambie su esencia.

Ella observa todo, ve como las letras de la computadora se transforman con alegría, como los ojos de su amante se abren y cierran lentamente en vela del tranquilo sueño.

Y si, ella tiene miedo, ya percibe el calor de la mañana, y ya se termina, ya está vacía y nadie, nadie en mundo vuelve a llenarla.

CompañeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora