Capítulo 24: Stannis

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NdA: ¡Saludos! Sé que dije que publicaría los domingos pero, por problemas de salud y tiempo, no he podido hacerlo. Por ello, en un par de horas (o menos) subiré otro capítulo completamente de regalo (teletienda 2.0). Y ya no me extiendo más. Un beso a todos y todas y espero que lo disfrutéis.


El banquete de aquella noche, celebrado también en su honor, no tuvo nada que envidiar al torneo.

La coronación se había realizado por todo lo alto: altas columnas de flores, cientos de músicos, bailes y una lluvia de pétalos dorados y negros. Todos los señores, tanto los grandes como los pequeños, así como sus esposas e hijos, juraron lealtad ante ella hincando la rodilla y gritando su nombre. Renly le colocó sobre la cabellera -que lady Margaery Tyrell había trenzado ella misma- la corona que le fue entregada en Aguasdulces y el campamento entero estalló en vítores. Fue entonces cuando comenzó el banquete.

Las muchachas encorsetadas se deslizaban entre risas por las mesas, llenando de vino las copas y de carne los platos. Los hombres reían con ellas y las mujeres conversaban, con los hombros y las espaldas al descubierto a la moda sureña. Lady Olenna Redwyne, abuela de Margaery y Loras, se sentó frente a Lyra en la mesa principal. Era una mujer de aspecto frágil, muy menuda, pero con un carácter fuerte con el que imponía un cierto respeto más allá de su nombre.

Al final de la mesa se sentaba Brienne Tarth, ataviada con ropajes de hombre. Su cabello rubio relucía bajo la luz de las antorchas confiriéndole un aura extraña. Dacey y Harrion se sentaban frente a ella y los tres conversaban animadamente. Junto a Lyra se sentaba Catelyn, quien se mantenía ajena a todo y sumida en sus pensamientos. Al otro lado de Lyra estaba Margaery, junto a Renly. Frente a ellos el resto de la familia Tyrell.

—Y decidme, Alteza, ¿es bonito el norte? —preguntaba Margaery, sonriéndole desde sus hermosos ojos castaños. Lyra forzó una sonrisa.

—Lo cierto es que sí. Aunque echo de menos Desembarco del Rey.

En ese momento un hombre se puso en pie en una de las mesas cercanas y, a pleno pulmón, gritó que mataría a la Montaña. "Buena suerte intentándolo", pensó Lyra antes de darse cuenta de que el hombre había metido el pie en un plato con sopa.

El peor momento llegó justo después: un bufón regordete vestido con hojalata dorada y una cabeza de león comenzó a hacer cabriolas y a perseguir a un enano al tiempo que le golpeaba la cabeza con algo que Lyra no pudo distinguir.

—¡Bufón! —lo llamó Renly, con su copa de vino en la mano—, ¿por qué golpeas a tu hermano!

—¿No se nota, mi señor? ¡Soy el Matapeques!

—¡Es el Matarreyes, bufón idiota! —la sala entera estalló en carcajadas, pero Lyra sintió que la ira le hacía hervir la sangre y crispar los puños.

Catelyn le colocó una mano dulce en el hombro y, cuando Lyra la miró, esta le devolvió la mirada desde aquellos ojos idénticos a los de Robb.

—No nos merece la pena ofendernos —le susurró. Ella asintió y se relajó, pero sólo un poco.

—Qué jóvenes son todos —dijo lord Rowan, sentado junto a Catelyn y al parecer ajeno a todo.

—La guerra los hará crecer —escuchó Lyra que replicaba Catelyn—. Como nos pasó a todos. Los compadezco.

—¿Por qué? —preguntó de vuelta lord Rowan— Miradlos bien: son jóvenes y fuertes, están llenos de vida y risas. Y también de lujuria, claro; tanta que no saben qué hacer con ella. Esta noche se concebirá más de un bastardo, podéis estar segura. ¿Por qué los compadecéis?

The Lionhearted Deer | Juego de TronosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora