9.

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Narra Gabriela

Está bien, ella va a regresar pronto.

Me repetí eso al menos mil veces mientras lloraba recostada contra la puerta.

Narra Jennifer

¿Y ahora qué? No podía ni entrar en mi propio departamento, no tenía el valor.

-Cobarde...- murmuré para mí misma.

"Y egoísta." Respondió mi subconsciente.

***

Narra Gabriela

-¿Jennifer?- pregunté al oír unas llaves al otro lado de la puerta. Cuando no respondió me apresuré en levantarme para no parecer que estuve llorando por horas.

-Lo siento...- fue lo primero que dijo mientras abría la puerta tímida. En cuanto la vi corrí y la abracé como si fuese un regalo que le dan a una niña de dos cinco años. -¿Gabriela?- cuestionó conmigo llorando con la cabeza enterrada en su pecho. -¿No estás molesta?

-No...- dije de inmediato levantando mi cabeza para verla. En su mirada se veía la culpa.-¿Por qué lo estaría? Tú estás conmigo en este momento y eso es lo que importa.- le sonreí.

Me miró completamente confundida.

Narra Jennifer

Sí, ya se volvió loca.

-Te dejé sola por otra chica.- dije alejandola de mi lado con lentitud. Las palabras que decía me hacían sentir como una completa perra, y era extraño porque yo estaba acostumbrada a ello y jamás me sentí mal. -¿Y tú no estas molesta?

Me sonrió.

-Lo importante es que estás conmigo de nuevo.- volvió a abrazarme.

-Bueno pero lo siento muchísimo.- la envolví entre mis brazos y besé su frente. -No tienes idea de lo culpable que me siento.- ella asintió contra mi hombro.

¿Y ahora qué hago? La tengo que recompensar, le he hecho daño y está fingiendo estar bien. Debe saber que no hay suficiente confianza como para que me arme un lío.

-En un par de horas debemos ir a la escuela.- murmuré en su oído. -¿Qué tal si vienes a mi habitación hasta entonces?

Se separó y me miró sorprendida.

***

-Esto no es lo que tenía en mente.- dijo tímida entre mis brazos.

-Sólo quería dormir contigo.- reí. -¿Qué esperabas?

-Más acción...- susurró avergonzada, estaba segura de que estaba sonrojada pero no lo podía confirmar porque mi cabeza estaba recostada sobre la suya. ¿De dónde había sacado el valor para decir eso?

Estábamos acostadas en mi cama boca arriba. La tenía entre mis brazos mientras besaba su cabeza cada tanto tiempo. ¿Por qué? No lo sé, pero a ella parecía gustarle, pues se estremecía y eso me motivaba, solo necesitaba sentirme perdonada por ser una idiota.

-No.- besé nuevamente su cabeza. -No haremos eso.- murmuré sonriendo. -Espero que no te moleste si me quedo dormida en esta posición.

-No hay problema.- juro que estaba sonriendome.

Algo no se siente bien.

-¿Estás segura de que no estás molesta?

-¿Por qué lo estaría?- su voz era suave y me hizo pensar que me había perdonado.

Cálida como el sol. (Yuri) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora