Ella era la descripción gráfica de desolación; en sus ojos se podía ver la tristeza, tan húmedos y enrojecidos por el llanto.
Simplemente se encerraba en el baño para tomarse un minuto a solas, ni más, ni menos. 60 segundos junto a la horrenda persona que ella creía ser, verse al espejo, desahogarse, llorar, enjuagarse la cara, salir y aparentar que nada de eso pasó.
Era fuerte, todos lo sabían. Todos menos ella.
En el instituto ella siempre era la marginada, a veces por exclusión de los demás, otras simplemente por elección propia.
Los Profesores explicaban, Los alumnos escribían. Las personas Socializaban, La sociedad avanzaba.
Pero ella se quedaba ahí, estancada en sus inseguridades, como si una burbuja imaginaria, donde solo entraban su música, libros, café y ella, fuera su escudo y protección ante la crueldad humana.
Porque, es la verdad, los humanos somos crueles, algunas veces intencionalmente y otras no, pero la crueldad y el dolor están allí.
Ya no lo aguantaría mucho tiempo, era una decepción. Tan frágil, tan inútil, tan apartada de todo, tan sensible, tan...ella.
Buscaba el amor pero nunca lograba encontrarlo, parejas adolescentes se acompañaban por doquier, y ella aún estaba ahí, esperando a su príncipe azul, su caballero de brillante armadura, su ángel bajado del cielo, o simplemente, alguien que se interesara en ella; Alguien que la note, que le atraiga, que se enamore de su forma de ser,alguien que la acepte, que convierta a sus demonios en ángeles, Alguien que la ame por todo lo que ella es.
El afortunado estaba ahí afuera, en algún lugar. Ella lo sabia, pero no sabia si él iba a llegar a tiempo.
Su vida era una bomba con reloj de tiempo, un día iba a explotar y todo lo que ella fue quedaría en un ataúd tres metros bajo tierra.
La chica de rizos dorados tenía cierta atracción hacia un muchacho, Kyle Collins, de oscuros cabellos, ojos azules como el cielo y su sonrisa, mierda, era la sonrisa más bella que ella hubiese podido imaginar.
Intentó acercarse una vez, no hablaron mucho, él era carismático, ella no era nada sociable. Intentaba hacerse amiga del chico ojiazul pero eran tan diferentes.
A ella le fascinaba la lectura, poesía y café; a él los videojuegos, las fiestas y el jugo de naranja.
Ella era el silencio calmo como la nada misma y él era un estruendo que hacía temblar paredes, ella era la lentitud y paz de un pequeño caracol y él la velocidad y adrenalina de un auto de carreras.
Demonios, ¿Cómo podían ser tan diferentes?.
Ella un día decidió, ya sin esperanzas, declararle sus sentimientos mediante una carta.
Le aplicó todo su esmero, dedicación y amor a la elaborada carta que le enviaría a su amado.
Su plan era echarla por la ranura de su casillero y cuando lo abriera, dicho papel con su confesión escrita caería a los pies del ojiazul.
Habían pasado dos días desde que arrojó ese papel azul con valiosas palabras escritas en color negro y aún no recibía respuesta.
Esperaba ansiosa alguna carta o algo similar en respuesta, pero nada llegaba.
Al plazo de una semana, la rubia muchacha abrió su casillero y una hoja desprolijamente arrancada decía
"¿Qué? ¿Realmente creíste que me fijaría en ti? Solo mírate. "
-Kyle "Esas fueron unas de las palabras más duras que había leído, la gota que revalzó el vaso, le destruyeron el corazón, la bomba explotó dentro de ella.
Con los ojos llenos de lágrimas, salió corriendo del instituto, corrió como nunca antes lo había hecho. Se sentía estúpida, solo se había ilusionado, él tenía razón ¿Cómo pudo tan solo creer eso?.
Lo que la niña de cabellos color de oro no había llegado a presenciar fue que detrás de la puerta del salón de Biología, se escondía West, el mejor amigo de Kyle, festejando por haber logrado su objetivo.
La chica de ojos tristes ahí estaba, tirada en el frío suelo de su solitaria casa, llorando, viendo fijamente los tres frascos de pastillas que había guardado hace tiempo , Barbitúricos, un fármacos que actúa como sedantes del sistema nervioso central y producen un amplio esquema de efectos, también tenía una botella de vodka acompañándola.
Ni siquiera lo pensó, tomó los tres frascos junto con la bebida alcohólica, al cabo de un rato empezaron los síntomas. Comenzaba a perder la conciencia, tenía dificultad para pensar, se notaba su descoordinación y falta de equilibrio, además de el horrible dolor en el estómago.
Ya estaba hecho, ya era tarde, el tiempo se había agotado cuando la bomba explotó desbordando un mar de lágrimas que rodaban por sus mejillas.
Intentó levantarse pero se mareó y cayó desplomada al suelo, de donde nunca más se levantó.
Cuando su madre llegó tuvo que encontrarse con la horrible escena, el cadáver de su hija tirado en el piso.
La historia de la joven a quien nadie ayudaba conmovió a todos al salir en las noticias, pero ya era demasiado tarde.
Una de las personas que vio el reportaje fue Kyle, petrificado en el sillón junto a su mejor amigo.
Lágrimas salían de los azules ojos del castaño, mientras que su amigo sólo maldecía y repetía "Demonios, esto llegó muy lejos".
Con la mirada confundida, el ojiazul le exigió a su confidente una explicación y el último nombrado no tuvo más opción que relatarle lo que había hecho.
La mirada se Kyle era una mezcla de furia, impotencia y un inmenso dolor.
¿Cómo había sido capaz de haberle dicho tal cosa a su princesa?
Él la amaba, hace meses la contemplaba a distancia, se había enamorado; de su sonrisa, sus ojos grisáceos, la forma en la que arrugaba la nariz al reírse, su timidez, sus muecas al leer, como bailaba cuando creía que nadie la notaba mientras escuchaba música, se había enamorado de ella y de todo lo que ella era, West lo sabía, pero su amigo no la consideraba "suficientemente buena para su bro" y decidió hacer las cosas sin consultarle.
Ahora la había perdido, ya no había marcha atrás, se había ido.
La semana siguiente, el 07 de Octubre del año 2012, se hacía el velorio y funeral de Samantha Williams, la muchacha de rizos de oro.
Las lágrimas de Kyle caían sobre el ataúd, esto no debía acabar así.
Le llevó una rosa pintada de Azul, con un trozo de la carta que ella le había escrito.
El muchacho dejo la rosa y el papel a la par del helado cuerpo de su princesa, "La pinte de azul, siempre te ha gustado ese color" dijo entre suspiros y sollozos para despedirse con un beso en la frente.
El trozo de carta decía "El Azul es mi color favorito, pero..Diablos, el azul de tus ojos es especial; como si hubiesen colocado dos zafiros electrizantes cual tormenta en tus pupilas."Fin.
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Blue.
Teen Fiction"Ella era la lentitud y paz de un pequeño caracol y él la velocidad y adrenalina de un auto de carreras. Demonios, ¿Cómo podían ser tan diferentes?"