Shawn era un omega, exactamente igual que Shelby.
Esto debía ser una conexión, es más, esto debía ser la razón del porqué de los homicidios que estaban sucediendo en ClayMouth. Estaban asesinando a todos los omegas que existían aquí, y si no hacíamos algo pronto, esto no sería tan solo un patrón, sería una completa exterminación de los omegas. Abrí la puerta de la habitación de Shawn, dispuesta a irme directamente a casa, Max me seguía con una mueca de preocupación, no pensaba decirle todo ahora, muchísimo menos con tantas personas aquí, creerían que estamos locos y lo más probable es que nos pudieran internar en el Hospital Winchester.
Me subí en la parte del copiloto del auto de Max, esperando a que él encendiera el motor; estaba nervioso, podía percibir su miedo con tan solo olerlo. Cuando por fin pudo encender el motor lo apresuré a que avanzara para llegar a casa, mientras más rápido llegásemos, más rápido podríamos detener el siguiente homicidio que venía. Estacionó en su propia casa y como si fuera poco, salimos corriendo del auto hacía mi casa. Metí la llave como pude, intentando retener los nervios que tenía, había tenido la sensación de que alguien nos había estado siguiendo en todo el trayecto del hospital hacía mi casa; algo en los arbustos se movió, dejando salir así un fuerte gruñido.
-¿Que ha sido eso?- preguntó Max aferrándose cada vez más a mi brazo, le di un tirón y abrí la puerta, cerrándola así de golpe. Volvió su vista hacía mi-. ¿QUE HA SIDO ESO?
-¡Joder! No lo sé. -me quejé poniendo un dedo encima de sus labios-. Será mejor que no hagas ruido, o lo que sea que fuese esa cosa nos va a aniquilar aquí mismo.
Max tragó saliva con horror y se escondió debajo de la mesa en el mismo momento en que un fuerte golpe en la puerta se escuchó, corrí por una silla y la puse en la entrada, para así poder evitar que lo que sea que estuviese intentando entrar, no entrara. Saqué mi teléfono y con cuidado marqué a mamá, si su ringtone sonaba, solo era ella enojada, si no, algo estaba intentando asesinarnos. Su tono de llamada no sonó por ningún lugar, así que decidí cortar la llamada y descubrir que estaba intentando matarnos, sin embargo, la puerta cayó al piso. Me escondí junto a Max, tomando bruscamente su mano para intentar calmar mis nervios. Si no me controlaba podría sufrir un ataque de pánico.
-¿Crees que es el momento adecuado para decirte que mentí sobre mi nombre?- murmuró preocupado, le di una mirada enojada mientras enterraba mis uñas en su piel, gimió del dolor.
-¿Que tú qué?
-Estaba asustado, ¿sí?
-¿De mi?- murmuré con agresividad, agaché más mi cabeza al notar que alguien estaba caminando frente a nosotros, enterré más mis uñas.
-Creí que me harían una broma.
-Cállate. -musité enojada olfateando todo a mi alrededor.
-¿Estás enojada?
-No, en serio. Cállate.
-Anna... Por favo-.
-¡Joder! Max, o como sea que te llames. Guarda silencio, creo que se fue- asomé mi cabeza con cuidado, no había nada ni nadie cerca, así que me levanté con confianza a que eso ya se había ido.
Un fuerte golpe me estremeció el estómago, haciéndome chocar bruscamente con la pared; los escombros de ésta misma comenzaron a caer en mi espalda, provocando así que se me hiciera mucho mas difícil levantarme y pelear. Pasó su brazo por encima de mi espalda y con ninguna dificultad me lanzó al piso, para luego poner un pie encima de mi cuello. Puse mis manos en su tobillo, intentando quitarlo.
-Vamos, muéstrate, Anna. -murmuró con una sonrisa torcida, abrí mi boca con rapidez para poder tomar aire. Presionó más su pie contra mi cuello-. Sé que dentro de esta hermosa chiquilla hay una bestia que, ahora mismo, está muriendo por asesinarme.
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Bitten.
WerewolfNo puedes evitar la realidad. Y Anna tenía eso más que claro, desde que descubrió la verdad sobre su tan amada madre, su vida no dejó de darle sorpresas. Desde la muerte de su pequeño hermano, Will. Hasta la tan sorpresiva mordida de una bestia haci...