4. El árbol del colgado

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Una vez en casa me acosté a escuchar música con mi mp3, totalmente relajado.

Pongo play, pero no se oye nada.

– ¡¿Por qué Dios?! ¡¿Por qué?!–grito con dolor.

Lo conecto a la computadora para ver si tiene algún virus o algo, pero me caigo de la silla -literalmente- al ver que no hay ni una sola canción en la memoria.

Intenté pensar en por qué carajo se había borrado todo y me puse en plan Sherlock Holmes ft. August Dupin.

No lo había llevado a las rampas. Lo había dejado sobre la cama y cuando volví estaba sobre la mesita.

Mi hermana.

Bajé las escaleras como si me persiguiera el diablo. Busqué por toda la casa pero no la encontré.

Me recosté en el sofá frustrado. MORIRÉ SIN MÚSICA.

–Jay-Jay no te enojes.

Reconozco ese apodo.

Así me decía Lizzie cuando ella tenía 4 años. Actualmente solo me llama así cuando necesita algo o se manda alguna cagada.

–Lizzie... ¿Por qué tocaste mi mp3? –le pregunté lo más calmado que pude aparentar.

–Yo no fui.

Solté una carcajada histérica. Niñata no te sale bien mentir.

– ¿Ah sí? Entonces ¿Por qué no tengo música?

–Ah, eh, pues porque... lo agarró una hormiga alienígena que planea conquistar el mundo y quería saber que música estaba de moda eso era parte de su malvado plan y habrá tocado cualquier cosa y ¡pum! Se borró todo

Me tiré al suelo, descubriendo así su escondite: bajo del sofá.

–NO TENGO MÚSICA ¿ENTIENDES ESO? 1600 CANCIONES A LA MIERDA. CON MI MÚSICA NO SE METE NADIE, ¿HAS ESCUCHADO MOCOSA?

La pequeña puso cara de horror, que daba pena. Pero... es mi música, con eso no se jode

Jalé de ella sacándola de ahí de las orejas, haciéndola chillar. Se defendió golpeándome, pero vamos, tiene 11 años, no puede hacerme mucho. Nos interrumpimos al escuchar una voz que nos puso los pelos de punta, inmovilizándonos por completo. La voz más temible y horripilante del planeta, capaz de cualquier cosa... mi madre.

– ¿Jayden Anastasio? ¿Lisobel Jamelinda? ¡Vengan aquí en este instante!

Solté una risita al escuchar los nombres completos de mi hermana. Eso sí que es humillación.

Corrimos hacia nuestras habitaciones, escapando de la BESTIA, digo, mi madre. Cerré con llave y me escondí en mi armario, puesto que es capaz de derribar la puerta.

Mi placard es una pequeña habitación contigua, mayormente repleta de sudaderas y zapatillas, claro.

Crash

Mierda mierda mierda.

POSTA QUE DERRIVÓ LA PUERTA.

– ¡Jayden Anastasio Evans! ¡Ven acá! ¡No escaparás de mí!

Piensa rápido.

Corrí el espejo, dejando al descubierto una puerta secreta. Saqué una linterna escondida en un saco, una llave de un zapato y abrí la puerta, que de por cierto da a un túnel dentro de la casa.

– ¿Estás en el ropero? ¡Soplaré y soplaré y el closet derribaré pendejo!

Ahora sí tengo miedo.

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⏰ Última actualización: Jan 23, 2017 ⏰

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