Capitulo 1

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Mi nombre es Andrew Wilheim, tengo 24 años, y aunque se que es una tontería recordarme a mi mismo mi nombre y edad, es con el propósito de ver si no he olvidado algo importante, y parece ser que no, excepto por como llegue a este lugar. Hace unos momentos desperté con un abrumante dolor en mi espalda, con mi saco roto y sin mis cosas de valor como mi reloj o mi móvil, decidí dar paso y salir de este callejón sombrío y sucio. Debido a la falta de luz me es imposible poder ver las cosas que están mas allá de mi alrededor, desconozco la hora pero a juzgar por la inmensa noche que me acompaña diría que son pasadas de la media noche. Miro hacia mis alrededores, camino entre calles para intentar orientarme pero es inútil, las calles no tienen nombres, y por la hora es mas que seguro que no encontrare a nadie.

Habiendo pasado mucho tiempo y manteniendo me caminando en círculos comienzo a notar una clara y tenue luz que sobresale de los tejados de los edificios, la suave sensación del amanecer me reconforto un poco, sabia que gracias a la luz del sol podría encontrar mas fácilmente mi camino a casa, y así fue, a lo lejos logre observar la catedral, el centro de la ciudad, donde solo vive la gente que ha sido exitosa desde pequeña. Pero ¿Por qué sigo recordándome las cosas que ya conozco? Sin darle tanta importancia a mi desordenada mente me mantengo caminando hacia la catedral, pasando por los mismos lugares que recorrí desde mi despertar hasta este momento.

Durante todo mi largo recorrido descubro que hay mas que solo ciudades en malas condiciones y hogares destruidos, al fondo de mi trayecto, un gran muro me llama la atención, como si intentara advertirme de algo, pero mi mente no logra saber que es, lo único que pienso es regresar, ver a mi esposa e intentar recordar como rayos termine en este lugar tan extraño. Mientras mas me acerco, mas fuerte se vuelve esa sensación que me dice que debo recordar algo. Antes de llegar al muro logro percatarme que no hay un paso hacia la catedral, por lo que sin saber que hacer, decido caminar al rededor de ella para encontrar algo que me ayude a salir de este maldito lugar.

Habiendo caminado unas calles, mis piernas empiezan a doler, empiezo a sentir un hambre terriblemente profunda, me siento cansado, decido tomar un descanso sentándome con la espalda recargada en el muro. El calor es inmenso, el olor a suciedad y putrefacción me corroe las fosas nasales ¿Acaso este sera mi fin? Preguntas tontas y depresivas pasan por mi mente, me sentía impotente, perdido, incapaz de regresar. 

-Disculpe, ¿Se encuentra bien?-.

Una suave voz estremeció mis oídos, levante la mirada para ver a lo que pensaba era la única persona que habitaba en este lugar de mala muerte, lamentablemente lo único que veo es una silueta, algo delgada y con compleccíon de mujer, pero era lo único que apreciaba debido al sol y mi falta de energía.

-Claro, solo estoy cansado y perdido, por cierto... señorita ¿Podría decirme donde me encuentro?-.

Ella sonríe.

-No eres de por aquí, ¿verdad?-.

Respondo con la cabeza.

-Bueno, ya habrá tiempo para responder tus preguntas, primero acompáñame, necesitas descansar bien-.

Su mano se extiende frente a mi, la uso para ponerme de pie, mientras hace fuerza para levantarme, me percato de sus pequeñas manos, miro su rostro, me mira y aprecio que no era mas que una chica joven, usando unos jeans rotos, una blusa de tirantes y un cabello precioso a pesar de sus ropas holgadas.

-Entonces ¿como dices que te llamas extranjero?-.

-Andrew Wilheim, un placer conocerla señorita...-.

-Kyara-.

Guarde silencio en espera de su apellido, pero nunca opto por pronunciarlo.

Al llegar a su casa, lo primero que mire fue su falta de higiene, ademas de su falta de muebles, era una casa con muy pocas cosas, solo podía ver una mesa y un sillón, viejo, roto con sus resortes sobresaliendo.

Los caídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora