Primera Clase

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Agh. A quien se le ocurre abrir clases a las 7 de la mañana, debería ser un delito.

Salgo de la comodidad de mi cama y me dirijo al closet para decidir que vestiré hoy. Después de un corto tiempo decido ir por un par de jeans azules, una camiseta negra y una polera gris. Termino de vestirme pacientemente cuando oigo a mi madre gritar mi nombre.

-¡LEXIEEEE! YA ES TARDEEEE. VAS A LLEGAR TARDEEEE.

-¡YA VOOOOOY! - odio que me apuren para las clases de 7:30am.

Me pongo las zapatillas lo más rápido que puedo, me recojo el cabello en una coleta, tomo mis lentes y salgo de mi habitación. Recorro el pasillo que me lleva al escritorio, lo más deprisa posible, tomo mi bolso y salgo corriendo de casa. 

La universidad se encuentra a quince cuadras aproximadamente, así que corro como loca por las veredas, aún me quedan diez minutos para llegar. A pesar de ser tan temprano el día ya se encuentra soleado y las calles ya están inundadas de personas dirigiéndose a sus centros de trabajo o llevando a sus hijos al colegio. ¡Agh! cómo odio el sol. Sigo corriendo y  ya me quedan un par de calles y una avenida por cruzar, para luego recorrer el campus en busca de mi aula, que para sorpresa mía no sé donde está ubicada. Unos minutos después llego a mi destino y empiezo a buscar la dichosa aula, me toma al menos siete minutos encontrarla, por que ya voy cinco minutos tarde, ojalá me dejen entrar.  

Por fin llego al salón y me doy con la sorpresa de que la maestra aún no ha llegado, y nadie la conoce ni ha oído hablar de ella. Al menos en mi facultad podemos identificar a los docentes, pero al parecer esta maestra es nueva. Me siento en el umbral de una ventana cercana a la puerta del salón para esperar que alguien conocido llegue, al menos todos los que están esperando no son amigos míos. Al fin me permito revisar los mensajes del celular, que no pude revisar más temprano porque me hice tarde, descubro un par de mensajes de mis amigas que serán compañeras mías en esta clase, dos de esas traidoras no vendrán a la primera clase. ¡Agh! Por qué se les ocurre avisarme el día del día. Al parecer hoy estaré sola.

Ya son las siete y cuarenta y cinco y aún no llega la profesora, escucho las quejas de algunos compañeros que ya quieren irse, pero una compañera propone esperar diez minutos más, quizá la nueva docente se perdió o algo por el estilo. 

Estoy revisando el instagram de Montse cuando siento una sombra delante mía, alzo la vista y me topo con un hombre de mediana edad, alto, serio y guapísimo. ¡Dios Griego! ¿Será nuestro compañero? ¿o solo se está dirigiendo hacia otro salón?, saca el móvil de su bolsillo y dice:

-¿Clase 1369? - con una voz tan varonil que me hace sentir un leve cosquilleo.

-Sí. - responde la compañera que propuso esperar a la maestra.

El alto sujeto entra al salón y en automático todos lo seguimos, nos pide que tomemos asiento y se presenta como el nuevo maestro. ¿¡QUÉ!? Uff, esto no puede estar pasando.

- Mi nombre es Tim Adaro, soy socio en un estudio jurídico y actualmente estoy encargado de la oficina aquí en la ciudad. Y este semestre les enseñaré el curso de Derecho Económico. -toma una hoja de su portafolios y se lo pasa a la chica sentada en la primera carpeta - Por favor llenen la lista para poder conocerlos.

¡Ay no! presentaciones, lo que más odio de la universidad en la primera semana de clases. Tengo las incesantes ganas de pedir permiso para salir del salón solo para no presentarme, pero creo que no me dejará salir. Levanto la mirada porque siento que me observan y me doy cuenta que el profesor tiene su mirada clavada en mí. ¿Qué es lo que percibo? ¿Intriga? No soy muy buena leyendo miradas pero siento algo en la forma en la que me ve, que me hace sentir un leve escalofrío que recorre mi columna. Me siento intimidada con esos ojos oscuros, así que me vuelvo a agachar a mirar mi carpeta. 

Al fin llega la lista a mí, lleno mis datos rápidamente y paso la hoja al compañero detrás mío. Cuando por fin terminan todos de llenar el papel, el maestro toma la hoja y empieza a llamar uno por uno y les pide que se presenten con una breve descripción de por qué están en la facultad. Me paso la siguiente media hora escuchando el manojo de basura y mentiras de mis compañeros del porqué estudian la carrera, hasta que siento que es mi turno y veo que el profe coge la hoja y lee en voz alta.

- Lexie Docarmo, por favor póngase de pie y cuéntenos por qué está aquí. 

Me levanto torpemente del asiento y siento que ya estoy sonrojada, tomo un respiro para poder hablar...

- Mi nombre es Lexie Docarmo y estoy en la facultad porque mi papá no me dio otra opción para estudiar. Gracias.

Y así tomo asiento rápidamente para evitar las miradas que sé que voltearán a verme, ya que estoy al final de la tercera fila del salón. Una vez sentada y agachada ya, siento que alguien me está mirando otra vez, y me temo que sea el profesor, levanto tímidamente la cabeza y ,e doy cuenta que ahora así me mira con pura intriga y malicia en sus ojos. Me sonrojo más (si es que eso es posible) y me dedica media sonrisa, lo que me desarma internamente. Pierdo la concentración en ese momento pero escucho que suelta una risita y dice algo como que ''Hasta que al fin alguien fue sincera''.

La clase continúa con presentaciones por al menos otros cuarenta minutos, luego empieza a presentarnos el sílabo de temas que desarrollaremos en todo el semestre, después explica las reglas de orden para su clase, cosas como hora de entrada y tolerancia, dejo de prestar atención y empiezo a dibujar en mi cuaderno hasta que siento que todos se están parando, veo la hora y la clase al fin se terminó. Alisto mis pertenencias y me dispongo a salir cuando escucho que me dicen:

-Adiós Lexie, gusto en conocerte.

Volteo a ver de quien se trata aunque por la voz ya sé quien es, y veo la sonriente cara del hombre de mis sueño, digo mi maestro de económico. Me sonrojo por enésima vez en la mañana y le digo:

- Hasta luego.

Profe, soy su tributoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora