Miro mi reflejo en el espejo mientras analizo que mi cabello corto con reflejos dorados caiga en las ondas perfectas que me molesté en hacer hace unas horas.
Miro de nuevo mi teléfono en un intento fallido de esperar que pase la media hora que falta para que Isaac venga a por mí, y me siento a la gran mesa del comedor.
La mirada de mi madre es amenazante, cuando se fija en el teléfono que dejo sobre la mesa, pero no estoy dispuesta a guardarlo y ella lo sabe.
—¿Es tan importante como para ignorar a tu familia?—Pregunta, tan amable como de costumbre, y apago el aparato sin siquiera mirarle.
—Sí, en realidad.—Espeto.
—¡Aria Hamilton!—Exclama mi hermana.
Miro a Lydia, quien me mira con el ceño fruncido, y desvío la mirada.
—Espero una llamada de Isaac.
—¿Anoche discutisteis?—Interviene mi padre.
Revuelvo la comida de mi plato sin mucha atención, intentando ignorar el inoportuno comentario del de pelo canoso, y me sobresalto cuando llaman a la puerta.
—Voy yo.
Me levanto de un movimiento ágil y cruzo el inmenso salón hasta la puerta de entrada, la cual ya ha sido abierta por una de las sirvientas de la casa.
Los ojos azulados de Isaac me miran desde la puerta, sonriente como siempre, pero entristecido sin poder ocultarlo.
Me acerco para saludarle, pero se adentra en la casa y es mi padre quien se acerca a él.
Ambos se aprietan las manos en forma de saludo, y mi padre le da una palmada en la espalda cuando le pregunta qué tal le va.
—¿Has comido algo, hijo?—Pregunta.
Isaac asiente, y mi padre se echa a un lado.
—Me quedo tranquilo al ver que tú llevarás a mi hija, Isaac. Mándale recuerdos a tus padres.
—Papá...—Susurro molesta, agarrando al chico de sudadera grisácea del brazo para llevarlo fuera de la casa.—Hasta luego, padre.
Asiente con el ceño fruncido y me obligo a bajar las escaleras con más rapidez, pero cuando escucho la puerta cerrarse a nuestras espaldas me tranquilizo.
—Se queda tranquilo de que yo te lleve a clase ¿Eh?
Le doy un ligero golpe en el hombro, sonriendo, mientras avanzamos a su coche.
El camino al instituto transcurre incómodo y en un silencio tirante y ponzoñoso. Mi cabello es echado hacia atrás por el fuerte viento en el trayecto y maldigo en haber malgastado tanto tiempo en hacer las ondas perfectas que hice para llegar al instituto con el pelo enmarañado y revuelto.
Cuando llegamos, ambos bajamos sin decir nada y al juntarnos me sorprende la manera en la que me envuelve con el brazo por los hombros. Algo inusual en él.
Avanzamos por el jardín delantero del edificio, mientras me pega a él de una manera protectora casi territorial, y desvío la mirada incómoda.
¿Hace esto porque cree que peligra nuestra relación? ¿Lo hace para demostrar que puedo llegar a estar con él de la forma en la que estuve con el del pelo negro?
No lo sé, pero prefiero no darle mayor importancia.
Al entrar en el instituto todos nos observan con una mirada indiferente, queriendo no darnos importancia pero dándosela al fin y al cabo. De un movimiento torpe deposita un beso casto en mis labios cargado de nerviosismo, y no puedo evitar sonreír por ello.
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GUARDAESPALDAS •¡YA A LA VENTA!• ©
Romance¡YA DISPONIBLE EN FÍSICO Y EN EBOOK! Publicación en Amazon, ya a la venta. La familia de los Hamilton esconde un gran secreto. Uno que Aria, la más joven del linaje, desconoce. La vida de la pequeña de diecisiete años había sido un completo mister...