Capítulo 1.

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-Hija, despierta ya, es tu primer día de clases-

 -¡Mamá deja ya de molestar!...


Mi madre está un poco emocionada porque es nuestro primer día en Los Ángeles, ya que hace unas horas vivíamos en Florida; no les puedo negar que detesto este lugar y odio haber venido hasta acá, solo porque mis padres decidieron abrir una empresa de automóviles , o sea, ¿por qué no vinieron ellos solos?,  estuviera disfrutando estar en Florida sola.

Me levanto de la cama y lo primero que hago es dirigirme hasta el baño para tomar una ducha y alistarme, porque si llego tarde a mi primer día de clases empezaré con malas notas y no quiero tener que soportar los regaños de mis padres, ya que solo sirven para eso. Salgo del baño y me coloco lo que primero veo, un vestido negro un poco holgado, y unas vans negras, en mis labios aplico un poco de labial y en mis pestañas rimel.


-Buenos días papá, ¿me darás las llaves de tu camioneta para irme al colegio?

-Buenos días cariño, ¿acaso no te acuerdas de la conversación que tuvimos antes de venirnos a LA?

Mi padre siempre ha dicho que no tengo edad para manejar y mucho menos una camioneta, de hecho, me recalcó que hasta que no tuviera 18 no podría conducir ningún vehículo. Y bueno, no lo culpo, yo de él tampoco le daría mi camioneta a alguien como yo, lo digo porque quizá un día esté tan aburrida que decida estrellarla.

-¿Tienes todo listo?, pregunta mi madre sin despegar su vista del móvil.

- Mamá estoy en último grado, ya no soy la misma niñita de antes, ¿cómo es posible que nunca te preocupaste por mí, y ahora que estoy grande si lo haces?- Le respondo con un tono un poco alto.

- ¡Violet!, sabes que esto lo hacemos porque queremos complacerte en todo, y darte todo lo que necesites. Todo lo hacemos por ti- dice mi madre algo mal humorada.

- ¡Nunca me dieron lo que más necesitaba!, su amor, ¡SU PUTO AMOR!-. Cojo mi mochila y salgo de la casa muy apresurada, ni siquiera noté en que transporte me desplazaría el día de hoy, así que tomé un taxi y me dirigí a mi colegio A B C Little School. 

Al llegar allí, noté como todos me miraban y yo sabía el porqué, no los culpo, mi ropa era diferente a la de ellos, pero que más da, así me gusta y no estoy aquí para complacer a los demás, o bueno sí... a mis padres, de no ser por ellos, estaría en mi habitación viendo series, leyendo o escuchando música.

Mientras caminaba por los pasillos siento a alguien cerca,- Hola, ¿cómo te llamas?- al oír aquella voz, doy la vuelta y me encuentro con una chica rubia que no se veía nada agradable, portaba una falda, casi mostrando sus glúteos; una camisa ombliguera y unas zapatillas que la hacían ver ridícula. 

La observo por un momento y cuando termino de analizarla respondo, -Me llamo Violet- mientras suspiraba con un gesto nada agradable. 

- ¡Oh!, pobre... ¿tus padres no sabían que ese nombre es de perra?

- ¡Ohh!... ¿Y tú no sabes lo ridícula que te ves mostrando el cuerpo que no tienes?-. Le guiño el ojo mostrando una sonrisa sarcástica, doy la vuelta y me dirijo hasta mi salón de clases, el cual se encontraba medio lleno.

-Jóvenes, ¡silencio!, les quiero presentar a su nueva compañera de clases, es Violet Evanz- me presenta el maestro, brindándome la palabra.

-Me da mucha alegría tenerlos a todos ustedes como mis compañeros-. Me río muy sarcásticamente y ruedo mis ojos.

- Siéntese al lado de Cristopher, señorita Violet-. Me dice el maestro de forma dominante.


Me dirijo hasta la parte de atrás del aula y tomo asiento... no me fijé mucho en quien era mi compañero, debido a la desesperación que tenía de poder salir de este infierno. Al terminar las dos primeras horas de clases, Cristopher me pregunta de manera errónea si sabía cual era el salón de química, al parecer quería sacarme tema porque aquí todos ya saben que soy la única estudiante nueva, es obvio que ni siquiera sé donde estoy parada. Así, que solo ignoré su pregunta y me dirigí a la cafetería, la cual tenía todas sus mesas llenas y no lo entiendo, se supone que aún no es el descanso.

- No deberías estar aquí-. Volteo rápidamente al escuchar eso y a la primera persona que veo es a Cristopher, a unos centímetros de mí, con brillantes ojos azules, juro que nunca había visto unos ojos tan hermosos como los de ese chico; algo en él me llamaba la atención, eran sus cortes en su cuello y sus muñecas. 

-¿Por qué dices eso?- pregunto un poco tímida. 

- Me imagino que no deseas experimentar lo que le hacen a los chicos nuevos-. Me responde con una voz muy gruesa y luego se va. No creí en sus palabras, pero aún así salí de la cafetería dirigiéndome hasta el salón de química.

 Luego de horas "eternas", por fin pude salir de esa horrible cárcel y descansar en mi habitación.


Viviendo el sueño de alguien más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora