Culpa

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Sherlock y John se encontraban a tan solo unos metros de mí.

Tomé aire y grité con fuerza para queme escuchasen.
-¡Sherlock!- grité -¡John!-
-¡(T/N)______!- Gritaron los dos.

Por desgracia Jim estaba muy cerca y tuve que correr en otra dirección.

Justo cuando estaba pasando por detrás de una enorme cascada, un gran peso cayó sobre mí.
Jim había saltado sobre mi espalda haciendo que mi cuerpo golpease el encharcado suelo.
Giré sobre mi cuerpo y comencé a forcejear con él.
Sus manos sujetaban las mías con fuerza por lo que apenas tenía opciones de movimiento.

Rápidamente golpeé su nariz con un preciso cabezazo que le hizo sangrar.
Un grito de dolor se escapó de su garganta mientras sus manos se separaban de mis muñecas para cubrir la hemorragia.
Saqué mi arma, pero la pólvora se había humedecido al caer sobre un charco.
Jim golpeó mi rostro con fuerza y a continuación recibió una fuerte patada es su columna vertebral.
-No vuelvas a ponerle una mano encima- dijo Sherlock haciendo que se apartase de mí y apuntándole con su arma.
-¡Siempre tienes que fastidiarlo todo!- gritó Jim molesto.
-¿Estás bien?- dijo John comprobando mi golpe -estás sangrando-
-Si- dije para escupir un poco de sangre -no te preocupes-
-Pagarás por todo lo que has hecho- dijo Sherlock.
-No- dijo Moriarty -sabes que siempre terminaremos así. Siempre juntos-
-Debo de admitir- dijo Sherlock -que tienes un cerebro impresionante Moriarty, lo admiro. Reconozco que puede estar incluso a la altura del mío propio. Pero cuando se trata de luchar los dos desarmados al borde de un precipicio siempre caerás al agua... ¡Enano!-

La cara de Jim mostraba furia en aquel momento.

Un rápido puñetazo se dirigió a la mejilla del detective y pronto ambos se encontraban envueltos en un mar de golpes.
John seguía apuntándoles con el arma pero no quería arriesgarse a disparar.
Mi pulso latía de forma acelerada y los nervios se hacían dueños de mi cuerpo al ver que la vida del detective estaba en peligro.
Cuando tuve la oportunidad, tiré de Jim hacia atrás haciendo que quedase frente a John que mantenía su arma alzada.

Sherlock respiraba agitado mientras unas gotas de sangre se deslizaban por su mejilla izquierda y comisura derecha.
Jim me miró con tristeza y algo de decepción.
-No permitiré que sigas haciendo esto Jim- dije seria -debes de aceptar la realidad-
-No- dijo negando.
-Si de verdad me quieres- dije -deberías respetar mi decisión-
-Lo siento- dijo él -pero no puedo vivir sabiendo que nunca podré tenerte-
-Jim...- dije cuando su mirada se dirigió al precipicio.
-Dime que no le amas de verdad- dijo seriamente -solo eso me consolará-

Mi boca quería negarlo para que no ocurriese una atrocidad, pero mi corazón no me dejaba articular ni una palabra.

Los pies de Jim se deslizaron al borde del precipicio mientras unas lágrimas caían por sus mejillas mezcladas con el agua que nos empapaba a los cuatro.
Se volvió una vez más hacia mí con rostro apenado.
-Te quiero- dijo para inclinar su cuerpo hacia atrás.
-¡JIM NO!- dije intentando atraparle mientras John y Sherlock estaban atónitos.

Pero no pude evitar que Jim cayese al vacío.

De pronto un sentimiento de culpa comenzó a invadirme mientras unas pequeñas lágrimas caían por mis mejillas.
Un fuerte mano tomó mi mano izquierda y giré sobre mi misma para llorar en el húmedo pecho del detective.
No hubo una sola palabra por su parte, tan solo un tierno abrazo.

Volvimos con Lestrade y el resto del grupo, los cuales nos proporcionaron mantas para cubrirnos.
Nos subimos a un carruaje y pusimos rumbo de vuelta a Londres.
Durante el trayecto, el tiempo se tornó lluvioso lo cuál me hacía sentirme peor.
Sabía perfectamente que no debía tener ninguna pena pero si tan solo le hubiese dicho lo que quería oír, tal vez las cosas no habrían terminado de aquella forma.
-No debes sentir culpa- dijo Watson -piensa que has hecho justicia para muchas personas-
-Lo sé- dije -pero si tan solo le hubiese dicho lo que quería oír... tal vez las cosas serían distintas-
-Eso no puedes saberlo- dijo Holmes -no puedes cambiar el pasado-
-Lo sé...- dije con un suspiro.

Al llegar a Baker Street, mi padre y mi hermano estaban cargando mis cosas en un carruaje.

Pude ver como la tristeza aparecía en el rostro de Sherlock de forma disimulada.
Sabía que algún día debería dejar el apartamento pero ninguno de los dos estábamos preparados para ello aún.
La primera en abrazarme fue Mary.
-Cuídate mucho preciosa- dijo ella -y escríbeme siempre que puedas-
-Lo haré Mary- dije evitando las lágrimas.
-Esto será distinto sin ti- dijo la señora Hudson para estrujarme.
-Lo sé señora Hudson- sonreí.
-Ha sido un placer trabajar contigo- dijo John.
-Lo mismo digo John- dije para abrazarle.

Mi corazón dio un pequeño brinco cuñado me encontré con Sherlock.

El detective me mostró una suave sonrisa, aunque en su interior estaba derrumbado.
-Ya es hora de irse- dijo él.
-Si...- suspiré -eso parece-
-Ha sido un placer convivir contigo- dijo él -pero mucho más haber descubierto que puedo contar con alguien más-
-No lo dudes- dije acercándome un poco más a él -¿Me extrañará señor Holmes?-
-Por supuesto- dijo con una suave sonrisa mientras sus ojos mostraban una profunda tristeza.
-Ven aquí- dije para abrazarle con fuerza y besar su mejilla -te echaré de menos-
-Y yo a ti pequeña- dijo para estrujarme.

Subí al carruaje seguida de mi hermano y les dediqué un último vistazo a todos.

Me iba a resultar muy difícil volver a mi antigua vida, ya que haber vivido en Baker Street me había hecho darme cuenta de lo que quería realmente.
Extrañaría a todos ellos, pero sobretodo extrañaría muchísimo al atractivo detective de mejillas marcadas y hermosa sonrisa.

El carruaje puso rumbo a mi antiguo hogar mientras las lágrimas recorrían su camino por mis mejillas al ver que la vida que ya tenía formada se derrumbaba de la nada.

Cuidado con lo que sientes (Sherlock Holmes y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora