Erase una vez en un tiempo muy muy lejano, digamos la semana pasada, a la mañana siguiente, que te supuse descender a los niveles más primarios con los ojos ahuecados por un dilema de penas que no sabrías nombrar. Señalabas todo con ausente carácter, ya no sabías ni como conjugar vocal y consonante, y si veías objetos inanimados estirabas los dedos para palparlos como ejecutando caricias a un lindo animal. Ya no fuiste tú como antes; el antes desapareció y se hizo un erase una vez allá en el olvido donde quedan hacinados, arrumados todos los cuentos que algunas vez tuvieron ansias de ser y se quedaron a medio camino de la realidad, como tú, o yo que ya no sé si habito un sitio estrambótico, ditirámbico o soy el más cuerdo de la realidad.
