A los setenta puedes sentirte perdido en la vida, sin saber que más hacer o hacia dónde ir, sobre todo si tienes Alzheimer. Alina había vivido todo lo que había querido, pero sin memorias era como si aquello no hubiera sucedido nunca. El nacimiento de sus gemelos y de la pequeña Lissette, el día que se casó con el hombre de su vida, no con el amor de su vida, que no es lo mismo. Así como los pequeños detalles que componían todo su mundo, se habían ido para siempre. Sólo una persona permanecía en su mente, no estaba totalmente segura de quién se trataba pero veía su rostro en imágenes que rotaban una y otra vez, y esto era lo único que le atormentaba porque de lo que ya no se acordaba no podía preocuparle.Aquel lugar le parecía nuevo cada día, era muy hermoso y confortable y siempre conocía gente muy amable que la trataban como si la hubiesen conocido antes y tantas otras que se alegraban como ella de hacer nuevos amigos. Cada mañana desayunaba en un sillón junto a la ventana. La vista era maravillosa. A la enfermera Rosa le agradaba mucho la señora Alina y en sus descansos, a veces se sentaba junto a ella, le transmitía mucha paz y le encantaba escuchar sus historias, cuando lograba recordar alguna, aunque con el tiempo se habían hecho bastante escasas.-¿Cómo se siente hoy Alina? Soy Rosa-Hola Rosa, soy Alina, ¡que linda vista! ¿Verdad?-Sí, este es su lugar favorito.-¿De verdad? No lo recuerdo.-Tranquila, yo aquí estaré para recordárselo cada día.-¿Y tú quién eres? Soy Rosa, su amiga.-¿Sabes Rosa? A veces veo a este hombre en mi cabeza, puedo verlo en diferentes fases de su vida y siento que es muy cercano a mí, pero no tengo idea de quién se trata.-Creo que ya me ha hablado de él, pero nunca ha podido recordar su nombre.-Es cierto, pero tengo la sensación que debo verlo antes de marcharme para siempre, si sabes a lo que me refiero.-Nunca pierda la fe señora Alina. Ya debo volver a trabajar.Cada día constituía una oportunidad para conocer cosas y personas nuevas, pero el sentimiento de confusión y desorientación no era para nada agradable. El lugar de paredes blancas daba una sensación muy familiar y ver tantas personas simpáticas en igualdad de condiciones era algo un poco consolador.-Anoche tuve un sueño: parecía un momento de mi pasado y allí estaba ese hombre. Sabía mi nombre y yo le decía, Gus... no entiendo nada, debe ser un diminutivo para Gustavo.-Es muy probable Señora Alina ¿Ha pensado en dibujarlo o pintarlo?-¿Qué quieres decir Rosa? ¿Crees que soy pintora? ¿Sabes algo de mí que yo no sé? ¿Quién te ha dicho que pintaba? No recuerdo que pinte, no recuerdo mucho, no recuerdo nada. ¡Quiero irme! ¡Quiero salir de aquí! ¡Quiero irme!-Tranquila Señora Alina, sólo era una sugerencia. Tranquila -acaricia con suavidad las manos de su paciente, aterciopeladas por efecto de la edad.La imagen de aquel hombre era cada vez más y más frecuente en la memoria de Alina y con la degeneración de la enfermedad adquiría más fuerza, a pesar de que ni por asomo podía recordar de quién se trataba. Cada vez se sentía peor, no tenía idea de donde estaba ni por qué y no sabía quién podría darle respuesta. Tampoco sabía que era domingo y que hoy tendría visita.-Señora Alina, han llegado tus hijos a verle.-¿En serio? Llévame con ellos Rosa, deben ser hermosos, ¿Son tres, cierto? Creo que los recuerdo, tengo imágenes borrosas...Elizabeth y los gemelos adoraban a su madre, había sido su columna todo el tiempo y ahora cuando ella más los necesitaba no la abandonarían, a veces hacían turnos, a veces enviaban a sus hijos, y otros fines de semana, como este, decidían reunirse todos para visitar la abuela Lina. Los ojos de Alina se llenaron de lágrimas, al ver aquella hermosa familia su corazón se inundó, sintió que ya no le hacía falta nada más, pensaba que ya podía irse en paz. Estuvieron toda la tarde con la abuela Lina, entre sonrisas y lágrimas, narrando historias a su madre que ya le habían contado una y otra vez, con las que buscaban un pequeño resplandor en su mente, que volviera a ser la misma, aunque fuera por un segundo.-Mamá, antes de irme, quisiera dejarte esto, aquí estamos todos en la casa de verano de Papá, la tomamos la última navidad que estuviste en casa. Quiero que sepas que aunque a veces nos mires y en nosotros sólo veas unos amables extraños, tienes una familia que te ama, incluso papá, sé que dondequiera que esté te recuerda con amor.-Gracias, Elizabeth, está hermosa. Mira que pequeño estaba Luis, espera un momento. ¿Quiénes son estos?-¡Ah! Son el tío Gustavo y la tía Graciela, siempre venían a casa con nosotros en navidad, también Jorge y Alba, sus hijos, pero ese año ninguno pudo venir.-¿Tío Gustavo? ¿Quiere decir que es mi hermano o de tu padre?-Lo cierto es que no somos familia, pero ya era tu amigo cuando tú y papá se conocieron, estábamos muy unidos a ellos. Recuerdo que siempre estaban en contacto, creo que él te conocía mejor que Papá, aunque nunca se lo comenté.-¡Vaya! ¿Y por qué no viene a verme?-Al principio venía, pero después dejó de hacerlo, después de la muerte de tía Graciela se volvió muy triste, además parece ser difícil para él, te conoció muy joven mamá y pues...-Entiendo. Gracias Elizabeth, te quiero y a todos, a todos ustedes.-Los gemelos y sus hijos también tienen un regalo para ti.Era un hermoso retrato sobre tela, era él, el tío Gustavo, una versión joven de Gus, el gran amigo de Alina de toda la vida, ella se perdió en aquellos ojos color café y pudo tener una imagen clara por primera vez en mucho tiempo, su corazón saltó e inmediatamente lo supo, él había sido su gran amor.-Es la única pintura que decidiste conservar Mamá, fue antes de nosotros y de Papá, habías hecho un curso de pintura y para la asignación de retrato, utilizaste al tío Gus, el siempre bromeaba sobre eso, decía que eras muy mala, que temblabas y movías el pincel de manera descontrolada, yo pienso que estabas nerviosa, ojalá pudieras recordar por qué nunca...-Los quiero mucho hijos, creo que es mejor que vaya a mi habitación a llevar estas cosas antes que olvide por qué las tengo y termine tirándolo todo. Ahora quiero un gran abrazo mientras aún recuerdo como abrazar.Esa noche el sueño de Alina estuvo más claro, eran imágenes sueltas bien definidas, Gustavo, ella, los pinceles, la pintura, abrazos y un beso que nunca sucedió ¿O sí?Lograr que le dieran unos pinceles y un lienzo en blanco fue toda una hazaña, le fue permitido pintar unas dos horas en las tardes en el patio, siempre con Rosa a su lado y retirada de los demás pacientes. Alina sólo tenía una imagen, diferentes versiones de Gus en su cabeza y quería plasmarlo, quería tenerlo en todos lados en su habitación y verlo al despertar, para no olvidar, aunque ya sabía que era muy probable que se quedara en ella para siempre.La pintura se agotaba y con ella, las fuerzas y la vida de Alina, llevaba varias semanas pintando y retratos diversos adornaban su habitación, una mañana ya no pudo levantarse de su cama, se sentía muy cansada y su memoria era como un agujero negro, vacío, sin recuerdos, sólo los retratos en la pared le hacían pensar que alguna vez amó y que había alguien que fue especial en su vida y el retrato de la mesa de noche le hablaba de su familia y de lo grandiosa que había sido su vida. Ese domingo, sus nietos fueron a verla, la visita se realizó en la habitación, Abuela Lina estaba muy débil para salir al jardín. Los chicos entraron y su expresión se volvió sombría, besaron a la abuela, ella quería preguntar pero ya no le quedaba energía. Una hora más tarde tras la despedida de los muchachos, una figura se asomó en la puerta, Alina no le reconoció pero asoció al hombre que entraba con los cuadros en la pared.-Mi Ala hermosa- dijo mientras se sentaba a un costado de la cama y le tomaba la mano-¿recuerdas que así te llamaba? Imagino que no, debes haberlo olvidado todo. Recuerdo que eras como una avecilla, veloz e impaciente, éramos totalmente opuestos, yo era la calma y tú pues, eras un torbellino lleno de vida. Empecé a llamarte así porque contigo podía volar, cuando estábamos juntos el tiempo se detenía y mi imaginación era libre. Eras con la única que me sentía cómodo y podía ser yo mismo. Además servía como diminutivo de tu nombre. Puedo ver que eras capaz de recordarme y supongo qué te preguntas por qué, creo que mi recuerdo no se grabó en tu memoria, mi imagen y mi esencia se grabaron en tu alma, así como tú en mi corazón. Y si quieres saber por qué te casaste con Henry en lugar de conmigo es porque el día que te besé, a los 17 años me dijiste que no estabas segura de lo que sentías por mí y que aún eras muy joven para tomar una decisión y cuando hicimos el amor unos años después, culpaste al alcohol, entonces te dije que era mejor que siguiéramos como amigos, después de tantos años, no podíamos destruir la amistad por un simple momento de pasión. Y arruinar nuestros noviazgos perfectos. Entonces hicimos nuestras vidas con ellos, no es que me arrepienta de haber conocido a Graciela y de la hermosa familia que me dio, pero tú siempre fuiste, mi ala hermosa, mi amor verdadero.Alina miró fijamente los ojos color café, le sostuvo la mirada, sentía una emoción que no podía contener en el pecho, esbozó una ligera sonrisa y la sobredosis de júbilo aceleró su respiración, sus latidos, apretó muy fuerte la mano de su adorado Gus y expiró.Gustavo lloró, besó la mano y la frente de su querida Ala y salió a llamar a las enfermeras, al salir se encontró con una joven enfermera que lloraba y sonreía al mismo tiempo.-¡Es usted! El amor de la señora Alina, su Gus... creo que acaba de darle el último regalo de su vida, dejemos a los enfermeros hacer su trabajo, imagino que necesita alguien con quien hablar y yo tengo unas cuantas preguntas, venga conmigo, le invito un café.